jueves, 10 de diciembre de 2020

las escasas probabilidades de que alguien venga a socorrernos

I

re-encuadres de fotografías antiquísimas mediante topografías artificiales.

el relieve de los rostros bajo el nivel del mar.

    (desde la orilla no podemos diferenciar la niebla de la espuma de las olas)

y
solo
recuerdo
el momento
antes de quebrar la tensión
y salir a la superficie a dar una bocanada de aire.  

II

el
cielo
casi era
el sinónimo
que estaba buscando
para lo que nunca escribí.

III

réquiems en chiptune/avatares de una nación entera erosionan los límites de la humanidad.

instalaciones cerradas observables desde servicios de streaming on demand.

la reclusión y la pérdida de materialidad de los días.

el poema
como reality show

teorizado a la fuerza para un consumo nulo.

IV

línea/tierra/frío/quirúrgico/luz/intermitente/blanco/ruido/ladrido/pelea/miedo/miedo/miedo
voz/monitoreo/encerrado/división/una/mano/ajena/pero/que/es/mía/seguimiento/miedo/miedo/miedo
pared/cabeza/golpe/golpe/golpe/maniobras/evasión/cama/techo/abajo/blanco/miedo/miedo/miedo

V

no hay razón para quedarse.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

modelo a escala de una colisión perpetua

 I

mis pies se adentran
en ciénagas
accidentales
por dejar la canilla abierta

(porque el pasto no crece)

cerca de la orilla
del lago que acabo de inventar

reposan hogares diminutos.

tengo que secarme los pies antes de volver a entrar a casa.

II

no es invierno,

 mi lengua no encuentra las palabras
entre los límites de mi boca.

gesticular intriga para ocultar la impotencia.

 dibujo un recorrido imaginario con mi dedo de la distancia entre los puntos de luz del alumbrado público
difuminados por la lluvia

   a lo lejos se asoma un auto.

yo saludo.

 el viento me toca la mano,
 cierro los ojos.

  el auto pasa.

la lluvia sigue cayendo.

III

la complejidad de la figura:

una prensa apretando mis manos contra una mesa de concreto
una presa apretada por mis manos contra el borde de un precipicio.

alguien reza apretando sus manos contra las cuentas de un rosario

devorando estatuitas del mármol más fino
tratando de llenar un hueco su estómago

el abdomen:
  ruinas a cielo abierto,
  un pilar entre piedras cuyos lados dibujan rostros de gente que recuerdo
  cada vez un poco menos

  contra mi voluntad.

IV

 edificios a contraluz,

    una silueta inmolándose ante los ojos atentos de nadie.

V

baños
químicos 
after-office

colapsan el sistema de alcantarillado.

chasquidos se pierden en el eco del desperdicio.
             (chk chk chk chk chk chk chk)

la sospecha de que por acá no es buen camino
 
 la luz intermitente
 de una linterna de bolsillo
 
me marca siempre una ruta diferente a la anterior

   (chk chk chk chk)
 (chk)
     (chk)  
   (chk)

 cada vez más cerca
 la indecisión
 más cerca
 la

 respuesta
 equivocada.

VI

los días de nuestros nombres juntos.

 el declive del imperio que construimos.

 el exilio que emprendimos sin vos.

VII

-.-.-.////s,mfdalk///---()/&/

()/&%T%/K;::::--
 ;;:;la intimidad]
 ;:_;: ;:; 
      [ı///-&//]
&%(=#==??entremedio)
  ↕U...&/(&/

%$%$$%$%%la lejanía ____::_:(&/W///

VIII

retrato ceremonial:
   quien viste alas de polillas cansadas
   sin poder volar aún

los pasos erráticos sobre el salón comedor

    el debut,
    la despedida.

IX

la noche está viva
gritando

que la muerte lleva un espejo en su rostro.


martes, 27 de octubre de 2020

quiero poder vivir en el movimiento del pasto crecido cuando sopla el viento

I

oigo llamarme a medio camino de la noche.

una herida que escucho, pero que no siento.

algo arde lejos de mi
algo arde, también, dentro mío

  no presto atención, sino al ruido de mis pasos entre la tierra.

los insectos notan mi presencia,
no así yo, la de ellos.

  ¿acaso algo arde donde ellos?

 no presto atención,
 sino a lo que me llama a medio camino de la noche.

el ruido de la tierra
queriendo reproducir mi nombre

 pero que callo a pisoteadas.

II

cóctel: prender fuego las alas de ícaro antes de que pueda tocar el sol 

con
la punta de los dedos

abriendo paso entre los músculos de mi pecho

tratando de apagar manualmente

un
núcleo digital
inalcanzable. 

III

dejar la épica del apocalipsis atrás.

el viento
solo va a dejar
viento.

IV

campo traviesa
campo enfermo
famélico

ganado hacinado, comiendo
tragando
alambre de púas cercando,
cortado

hogar allanado
robado, el mechero trabado,
el gas apagado
ahora prendido, la sala en silencio (...)
el fuego subiendo,
los cimientos bajando

el ganado cercado, el alambre quemado
el humo tragando (van)

perdiéndose a la vista

del día que cede su lugar a la noche cayendo.

V

sistema orgánico

      enfermo
      efenrmo
      eonrmre 
            ...
[ver otras sugerencias (703)] 
            ...
      efímero

[000007.000r0024001]

no hay resultados para la búsqueda efectuada.

[000003x0000eee0002]

no hay nada que indique que algo está funcionando mal aquí.

[0000025000xx001003]

simulación de un cuerpo

 estiro una mano (que no es mía)
 siento un dolor (que no me pertenece)

 creo sentir el tacto de otro cuerpo (simulado)

[000dll.460fs0072039]

 no hay respuesta del servidor con el que se intentó establecer una conexión.

jueves, 1 de octubre de 2020

hipótesis del tiempo fantasma

 quiero ser:

               el único punto visible en el mar
               antes de que anochezca.           

     también, 

              una serie de imágenes replicadas en un circuito de video cerrado
              reafirmando lo que tantas veces se ha dicho.

quiero vestir:

              pequeñas dagas de cotillón bajo las uñas,
     
              un collar hecho de microscópicas astillas de vidrio
              que amenacen constantemente mi postura
y

         un velo que evite que mis ojos salgan rojos por el flash repentino de una futura foto borrosa.


quiero preguntar:

           
          ¿qué temperatura va a hacer mañana? 
                                     
                                      -
                                  
          ¿cómo son los lugares que no sé señalar en un mapa?
                                     
                                     -  
 
          ¿dónde quedaron los lugares que ya no recuerdo?  
                                     
                                     - 

                -la curiosidad es más ligera que el deseo-


es mejor ver al sol con los ojos cerrados,

   el pasto hace cosquillas con el viento.

conservar el momento es volverlo eterno.

                              -

lamento no poder haber llegado antes

lamento no poder quedarme tanto.

                             -   

podría ser
que lo que estaba buscando
jamás estuvo acá en primer lugar.


lunes, 7 de septiembre de 2020

relicario

al borde
del hueco

 los rastros de una soga se imprimen en mis manos.

 la distancia sabe ser indistinta ante el avance de los cuerpos.

más allá
de las macetas agrietadas

las crecidas reclaman jardines inmaculados.

el río se agiganta
  mientras nos vamos haciendo mas pequeños.

del barro

y del agua
en los baúles.

 al sol
 todo se dobla,

 los pies mojados sienten el viento un poco más cerca,

y arde un poco mas cuando los tobillos se raspan por la maleza crecida.

el tacto es sensible a la humedad.

 el piso parece desvanecerse.

quiero dejar de caminar y ver donde se hundieron las palabras que eran nuestras.  

quiero poder arrojarme sobre el cielo
y que el aire me corte antes de que nazca una tormenta.

quiero poder petrificar nuestras miradas como las recuerdo
resguardarme en un eterno instante de confort,

había flores también en donde estábamos todxs.

no le hablo al silencio

sino que le grito sin derecho a réplica.

  desmenuzo las paredes con mis uñas mutiladas, 
  escribo mi nombre para no olvidármelo de nuevo.

afuera es de noche hace un mes.

  el viento se levanta por las rendijas de mi puerta; 

  los perros lloran cada vez mas fuerte porque no pueden encontrar la luna.

  dentro
del hueco
 
   mis manos están sangrando.

el cielo se encuentra fuera de mi casa golpeando cada vez mas fuerte una puerta débil y cansada.

  las luces de mi casa están apagadas, pero aún así el aire se escabulle,
  pero no me corta, ni me abraza

  solo me reconoce como un cuerpo y me acaricia.

  el fondo de mi casa va perdiéndose entre el agua.

 el agua salada achica mis tobillos.



busco en donde rendir mi cuerpo para que alguien me sostenga.

creo verte en todxs aquellxs que te vieron.

a lo lejos creo que puedo distinguir la silueta de los árboles.



siento que ya lo vi todo a pesar de nunca haber estado acá y no saber nada de este lugar.




jueves, 27 de agosto de 2020

jamás despegué el plástico que recubría la heladera

 deshago la protección industrial por mi necesidad de lo inmediato.

rosas de plástico altamente inflamable
que no le regalo a nadie
   porque mi amor no quema por nadie

más que por la pila de ramas secas al costado de un río sin curso definido
    con la cabeza en llamas en la punta de los dedos, a punto de declarar un incendio controlado

                                    bajo los márgenes que yo impongo.

las hojas que arden primero, sosteniendo el cuerpo de sus sucesoras
se encuentran al fondo de mi garganta, pegadas como retazos de pastilla mal diluida que no supe como tragar

 y que me da arcadas y que aún tres vasos de agua no pueden terminar de erosionar.

 las mismas hojas entran, buscando mecerse entre los hilos de bronce que las arañas de los rincones tejen celosas, mientras cartografían meticulosamente la geografía de la sala de estar donde han vivido por generaciones

  pero que hoy, de entre todos los días, están dispuestas a dejar
  añorando lo que hay más allá de donde podemos reconocernos.

quisiera que se me excluyera de esta narrativa, pero es en vano.

trato constantemente de poner la permanencia en jaque
dibujando con el dedo en el vidrio empañado
siluetas borroneadas por exposición prolongada

cuya película el sol quema malintencionadamente
a través de las pocas ventanas por las que me permito ver.

 mis ojos ven químicos hirviendo sobre retina
          -la hornalla a fuego mínimo, pero aún así-

¿como puede ser que los colores sean tan hermosos a la vez que duelen tanto?

              ¿de que color tendría que ser mi piel cuando termine de caer la tarde?

las angustias son color índigo
            lo demás me es ajeno. 

el carbón va yéndose en brasas
 el calor es lo más cercano al vuelo de los cuervos. 

 de noche,
 solo los picos buscando los últimos retazos de carne
 en los cadáveres de quienes ya han caído

 -al costado de la ruta-

la parte de atrás de un hotel en el que jamás dibujé mi nombre, pero por la que escucho hacerse eco.

mi rostro flota sobre mis manos 
 mientras grita una garganta de metal a través de la pared.

 envejezco prematuramente y no soy más allá de quien era cuando supe verme.

 desde el tanque viene bajando el mar de a olitas

  y es por eso que entre esta tierra no crece nada.

y es porque visto las coronas que fueron enterradas
 que me cuesta raspar el barro seco de entre los dientes

 y las líneas de mis labios sedientos encriptan un pedido de auxilio que se pierde entre la fuga de aire hirviendo.

 mis sueños me escoltaron a ver un rey desconocido,
                   a quién agradezco por no hacerme daño

los pies siempre se esconden entre la tierra para desentenderse

se hunden
buscando de que apoyarse

y todavía no es mi piso.

 el silencio es la forma discursiva predilecta 
 hasta que el metal grita

 y caigo. 

 la responsabilidad en la desesperación
 es apagar la luz para no ver desmoronarse todo sobre mi.

la puerta de vidrio se rompe, mientras un auto acelera a lo lejos.

siempre una almohada al límite de la existencia designa mi norte,
yo solo camino aguardando la próxima instrucción.

no hay como traducirnos en cuerpos,

   las sombras no responden ante una luz ajena.

 ¿quién sabe rendirse ante la vista?

   ¿quién puede mostrarme lo que ya vi tantas veces?

 mis pies están mojados
       
       no creí que la pérdida ardiese así.

sábado, 8 de agosto de 2020

07 - 08 - 20

 mis sueños son negativos velados
oscuridad, que raspo con un cuchillo viejo, solo para encontrar la forma de tu silueta

y poder quedarme tranquilo de que seguís acá.

ya pierdo la cuenta de cuantos cuerpos te lloraron,

de cuantos gritaron tu nombre al cielo para que hacerte eco por toda la eternidad.

 sé que no vas a apreciar nuestro llanto, pero es imposible extrañarte y que no duela.

ayer sentí que el mundo se paró por un minuto solo para vos
 con una lluvia de cinco minutos que hacía mímica de llanto para invitarme a llorarte

como te estamos llorando todxs.

es imposible dimensionar todo lo que sos,
      todo lo que fuiste para todxs nosotrxs.

y tampoco sé que decir, aparte de que me encantaría que estés acá.
(que nos encantaría a todxs, que estés acá)

que nos puedas dar un abrazo, una caricia, o al menos decirnos una palabra

 que nos guíe en este mar de incertidumbre.

 quiero decirte que te amo,
 y que hoy es un día horrendo porque no estás acá.

  quiero que mis sueños no se nublen.
   quiero poder soñarte, darte un abrazo y recordarlo al despertar.

 no puedo poner en palabras lo que te extraño hoy y lo que voy a extrañarte siempre.


martes, 16 de junio de 2020

prohibida la manipulación de objetos cortopunzantes


¿qué alcanzan a tomar mis ojos para que yo lo nombre mío?

 si ya no veo más allá de la noche,
   y los párpados respiran como brasas prontas a apagarse;
sus cenizas 
 a la orilla de la mesita de la luz 
   espolvorean el agua que no tomé tres noches atrás 
     y en la que flotan los cadáveres de tres mosquitas de basura.

¿son míos, entonces, los cuerpos minúsculos que nadie reclama y atesoro en mi garganta por error?

 ¿como nombrar la miseria sino es con una tos crónica?

 por la lluvia,
 de mis dedos comienzan a desprenderse pliegues 

el vapor intenta abrir mis vías respiratorias para volver a sentir mi pecho pleno.

 trato de divisar algo a la distancia más allá de la proliferación de los hongos de los espacios entre las baldosas,

 la gentrificación de la mugre. 

  una vena insignificante dentro de mi nariz cede ante la presión del agua.

 mantengo el coágulo cautivo tapándome las fosas como a punto de sambullirme en el mar.

 ver al techo es contraproducente,
 es tarde ya para escupir la sangre que se desliza por mi garganta,

  bajando con la lentitud de madrugadas viendo el monitor de mi computadora esperando porque estas palabras se escriban solas.

hay una pérdida al departamento de abajo (por tercera vez)

  la cortina de baños comienza a teñirse de lunares entintados
 los ganchos están oxidados y al correrlos chillan como uñas en un pizarrón.

todo sigue como yo lo recuerdo:

la toalla húmeda,
 (mis manos nunca secas del todo)
   los restos de jabón blanco solidificándose en la base de la canilla
    como cera derretida

      de velas usadas solo por un corte de luz en toda la cuadra.
  
    desde el techo veo una boca negra que escupe un hilo de cobre que brilla por momentos
   un estómago lleno de entrañas de cables pequeñitos,
  mal aislados.

un tomacorrientes deformado por el calor de un apagón no anunciado que me obliga a sacar las velas de nuevo.

 el pelo gotea sobre un piso pegoteado,
 mis pies siempre descalzos

quiero evitar dormir para no enfermarme.

afuera no pasa nada,
afuera solo hay niebla

 no distingo la calle de la vereda,

 ni diviso la esquina entre lo espeso del aire.

  adentro no pasa nada,
  adentro solo existe el golpe de los marcos de las ventanas

    no distingo el ascensor accionándose del golpe desesperado de mi puerta por alguien quien necesita auxilio.

no hay reparo después de quebrar los deseos de plástico que guardo celosamente dentro mío.

 no hay nada más que hacer más allá de dormir, con un pie que no me pertenece bien hundido en el pecho, que entrecorte mi respiración y me mantenga alerta por cualquier peligro.

/ / / / / / / / / /

 tengo la mandíbula dislocada de tanto masticar hielo de un vaso vacío 
el líquido volcado por la torpeza hincha la madera dejando aureolas desgastadas como huellas

(ángeles caídos)

 y la impureza la de lengua al accionar el verbo

los fallos temporales y la falta de cohesión en lo que quiero decir.

 la frustración, inmaculada, de no poder transmitir mis deseos

(o los restos que aun guardo con el puño cerrado para evitar que se los lleve un aire exiguo)


las tempestades guardadas correctamente en tappers para un posterior consumo;

y las arañas mecidas sobre los cuernos de un venado herido
tejiendo el alfabeto del ejecutor;

el affaire más allá de la carne

los cuentos prohibidos a horas anacrónicas,

    afuera hace fiebre.

 adentro es una morgue.  

los tobillos se entumecen de pegarle sin querer al borde la cama, siendo esta no tan profunda como yo pensé.

lo que creo que intento decir, es que lo que alguna vez fue áspero entre el aire
ahora sabe ser indistinguible entre la debilidad de lo que decimos.

viernes, 1 de mayo de 2020

cuidado, la humedad podría comernos si quisiera


la puerta está cerrada.

 tengo mis pies sucios,
 y las manchas de humedad tiñen las palmas de mis manos.

 la pintura está a punto de ebullición

la pared leuda
 y todo parece tener vida en este frasco que habito. 

agoté los deseos y me rijo por el instinto a diario,
pensé tres veces en la suerte de poder recordar.

cuatro en el calvario de vivir de un recuerdo.

cuento
 con los dedos

las cosas que quiero recordar.

pero no sé distinguir mi mano entre el agua sucia.

está hinchada, 
embadurnada en restos de grasa de una cena que no cené.

el desagüe está tapado
mientras la canilla sigue perdiendo.

 mi estómago se hizo un moño con mi esófago
y me replica que solo aceptará tomar algo,
que me calme el vacío.

mis piernas 
      -cansadas pero memoriosas-
elijen el camino más corto que me lleva
a los árboles más viejos
que ya mis manos no pueden tocar
o no deben
o no quieren.

me visto de las hojas caídas, 
podridas

¿que harán de la tierra que estoy pisando?

ojalá nada crezca donde el sol no da nunca.

la luna atraviesa
entre los árboles desnudos.

ya es de noche.

mis pies siguen sucios.

mi cabeza,
mas cráneo que piel,
pide instrucciones de como huir de ella misma.

no hay luz que pueda alumbrar
la desolación de vivir 
para sobrevivir,
sin mas que 
respirar la polución de uno mismo.

¿sabremos vivir sin intoxicarnos?

la puerta sigue cerrada,

ya no distingo mis manos.

 la pared sigue inflándose, sofocándome

  mientras veo el piso del departamento de arriba desprendiéndose de mi techo.

toco mi cuello con las manos 
para asegurarme que el pulso sigue

pero nada responde ahí adentro.

la humedad subió por mis brazos
desesperanzando cualquier intento de moverme.

ni un espasmo involuntario

ni yo mismo

puedo seguir con lo que no quiero.

hay un calor inaguantable acá adentro.

no sé que es acá adentro,
pero afuera hace frío.

mis huellas dactilares fueron limadas contra mi voluntad

y tengo una tos crónica
 y no quiero dejar de fumar 

y me asusta mucho tener que dormir por mi cuenta de nuevo otra noche para despertarme de nuevo 


y estar por mi cuenta.

de nuevo.


Escrito con Carla

martes, 28 de abril de 2020

haciendo dedo en una ruta abandonada

giramos la cabeza para ver los pocos árboles al costado de la ruta
                   que aprendieron a crecer a lo ancho a la fuerza.

las raíces estocando el barro que dejó una tormenta que no estaba prevista, asomaban sus finales antes de volver a esconderse bajo tierra.

 nos despertamos antes de la lluvia.

[detrás de la oreja, 
un cuchillo se anticipa al silencio.]

los broches 
en el tender

chocaban por el viento.

la luz se había ido hace rato

y la poca leña que había ahora era solo madera hinchada.

la ropa tenía sabor a humedad propia de un lugar que no nos era familiar

y aun quedaban corazones de cerezas bajo la mesa que no habíamos limpiado.

[los dientes se golpean los unos a los otros como rejas oxidadas]

teníamos una cesta de fruta podrida que enterramos en donde no había nada.

todo nos parecía impropio, de repente,

las sábanas mal dobladas, la cama deshecha, la heladera descongelándose, los pies descalzos arrugándose por el agua sucia, los libros colgados en una fila del tender para secarlos de la humedad, las marcas en la pared que indicaban nuestro crecimiento.

incluso el ladrido de los perros del terreno de al lado sonaba indescifrable.

la radio se había quedado sin estaciones y la estática nos hacía sentir lejos de casa.

giramos la cabeza para ver más allá del río.

las manos con algunos cuantos rayones rojos por querer pasar entre cercas de alambre mal colocadas.

 las rodillas raspadas por pasar entre maleza dejada a su suerte.

no teníamos el valor para ver debajo de la casa, pero gritábamos al vacío cuando los perros se escondían, asustados por el ruido de la tormenta.

la tierra seguía húmeda.

 a cada paso los pies se iban hundiendo un poco más hasta llegar a ser irreconocibles entre el barro.

sentíamos que el cielo golpeaba el techo cada vez mas fuerte
cada vez más cerca.

[más allá de la piel, 
   la palabra no habitable.]

no volvió a amanecer por tres días.

 los mosquiteros rotos, las persianas caídas.

 los perros llorando abajo de la casa.


la ropa que aun no termina de secar.


y los pocos árboles al costado de la ruta con las raíces escondidas bajo tierra.

martes, 31 de marzo de 2020

lo que había abajo del cenicero

I

voy fabricando de a poco
pequeñas artesanías en la boca interna de mis labios.

 el suspenso de mi propia voluntad.

los índices amarillos 

y los demás, 
  inquietos

escribiendo
  e ignorando, a la par.

II

tránsito
  de zoo.

 rejas/malcuidadas.

 basura/amontonadaenlacalle.

 exhibiciones/cerradashastanuevoaviso.


III

y llueve 
como tartamudeando el cielo
diciendo

 desfibrilador 
 despejen.

 sentir
 la respiración en el rostro
entrecortada la línea

caída
 como año nuevo

         el corcho pegando el techo
los ojos escondidos entre las manos
y dan las doce.

IV

ático/recuerdo/cajadentro/encuentro
compañía en cd-rom. 

 entre el tacto,
  la nostalgia por un ratito.

  agradecer hoy, lo que pasó. 

estornudar.

V

el sonido baja como cansado, 
   pesado como entre en
el pecho

 la sed de aire,

la exhalación que va volviéndose catarro. 

 otra vez,
  ya es de mañana.

VI

el mate
y su yerbanegra
y el sol
  fermentando por demás

 la falta de hábitos de limpieza.

VII

el mate
y su yerbaverde
y su agua casi helada,

y la boca seca
y mi estómago
   llorando por el hambre.

 otra vez,
  ya es de noche.

VIII

boca abajo, 
 son las nosecuanto y pico.

mi brazo gesticula un tic involuntario 
   el pulmón izquierdo perforado

 y el dolor de espalda.

 abajo, boca de lobo.

el detalle entre el disgusto.

IX

la dificultad de leer la partitura de un idioma que me es ajeno.

decirse intrépido por intentar buscarle nuevas formas a un techo que ya fue cartografiado es lo mismo que nada.

no hay mérito 
 en saberse predecible

 ni en homenajear al homenaje de uno mismo. 

leer un poco más

 las hojas amarillentas a punto de pudrirse.

la lectura en voz alta, el seseo y la saliva haciendo un charco para mojar los pies cuando el sol salga.

  zzz
    zzz
      zzz.


lunes, 23 de marzo de 2020

sumario de cuarentena


I

sueños recurrentes
 del cairo prendiéndose fuego,
 faraón,
 combustión espontánea

y la pérdida de fe 
  y lo divino 
     entre la basura.

recolección entre lo descompuesto.

las manos que se unen
  para buscar un rastro que nos haga sobrevivir otra noche.

II

poema de ascensor:

no trate de salir por sus propios medios,
existe posibilidad de caer al vacío.

mantenga la calma 

 pronto será socorrido.

III


poesías a las diosas y dioses de la era de lo digital
 hechas con los restos de búsquedas en google que hice pasadas las tres de la madrugada.

los chats anónimos, 
     los amantes artificiales
      
el romance descargándose a 6 mb/s.

 los ataques ddos al corazón
 y los servidores caídos.

IV

lo absoluto del silencio,
 lo frágil que es la suerte.

 ver como se me resbalan de las puntas de mis dedos

  los días marcados con un marcador desgastado
  en el calendario

 todo lo que era especial para mí

 todo lo que ya no tengo.

V

me han abierto el cuello para mostrarme a gritos como me desangraba.

la mala coagulación entorpece mi habla

 el vaso de vino parece un poco más lleno
 no me quejo.

 me han torcido la espalda para obligarme a ver el cielo.

la condensación del aire frío
 nubla mis lentes.

 ¿es lo mismo no ver una tormenta que no ver un día soleado?

la piel se siente distinta.

el viento atraviesa mi ropa,
  poniéndome los nervios de punta

  la sensibilidad de mis dientes me hace cerrar los ojos con fuerza.

otra vez
migraña.

parece que empezó a llover,
 pero no distingo la lluvia de las lágrimas.

    la tristeza de un piso nueve

 y una baldosa floja.

corte general de agua en el edificio.

un par de pisos mas arriba, la gente sigue llorando.

y yo tengo que lavar a mano el pantalón.
    

VI

¿como
encontrar
consuelo?

¿en
donde
estaré?

¿por qué
es allí
y no acá?

¿cuando 
será la 
tragedia?

¿cuales son
las últimas
palabras?

¿cuales son
las
primeras?

¿ayer 

mañana?

¿y 
entonces
qué más?

VII

fuera de escena,   
 el alumbrado público colapsa 

y nadie está despierto para darse cuenta

 más que los asesinos de la quietud.

pero, ¿qué hacer con tanta oscuridad para unos pocos?

 la avaricia comienza a afluir entra los corazones deshonestos de quienes quieren quedárselo todo.

 es tentadora
 la pertenencia de la noche

 poder decir: "esta noche es mía"

 y que lo sea.

en las bocas de las terminales
  las sombras no parecen humanas

 agarran con las manos el aire

 que desbordándose 
 tiñe el agua marrón de un negro puro.

beben el líquido ácido para que nadie más pueda en un extraño acto heroico, pero egoísta.

no sé cual es el punto, tampoco.

 el sol comienza a sentar cabeza

la cotización de las horas que fueron
se desploma.

liquidación por cierre.

 nadie compra lo que todos venden.

VIII

el corazón inamovible,
   derrumbe a la brevedad.

¿quien busca complicidad cuando no hay amparo?

 los lamentos y la vida al costado de la ruta.

los fragmentos claramente diferenciados

  la erosión de los conceptos
  y el reciclaje poético que ofrece un producto de muy baja calidad

 pero que consumimos, porque los negocios ya no abren a esta hora.

no hay un abandono real del reino de lo verosímil,
 sino mas bien un pequeño exilio.

 el silencio
 porque
 siempre el silencio es disparador

 la ruptura

 la noble persecución de un ideal artístico que no llega a concretarse

 y la declaración de guerra a la procrastinación

 que falla, 
 de nuevo.

¿y ahora?

 ah si, los finales

 la patologización de un dolor que no es tal

 y la polarización en una idea que el texto no nos brinda.

el discurso en tercera persona
para eliminar la marca del autor

 que ya es cicatriz.

disponer de todas las palabras a la merced de cada quién

  para llegar a ningún lado
  y decir que es poesía.

IX

  hallo cierto alivio en la introducción del final,

 en la sutileza de una tempestad bien curada.

 el ballet de la catástrofe/las manos enchastradas sosteniendo a duras penas un ramo marchito/una sonrisa con los dientes amarillentos/una promesa que no es tal/otra cama distendida/ y dormir a colchón pelado.

 me voy huyendo de mi mismo,

 me siento más cerca de donde antes no estaba. (obviedad)

aunque no encuentro todavía un resplandor en los ojos míos,

 no encuentro todavía una dirección que me resulte adecuada,

no encuentro todavía un abismo para ver el fondo.

 pero no importa
 si cuando cae la noche

 puedo fundirme con ella, para desaparecer entre la oscuridad

  y gritar hacia donde mi voz pierda su origen entre el eco

  y nadie escuche.

martes, 10 de marzo de 2020

00010320.bat

abrir una puerta en el medio de la nada
 para ver que está proyectando en cartelera el cine del fin del mundo.

 butacas vacías, destripadas de relleno para confeccionar una almohada que le haga un poco más fácil pasar la noche a alguien

   y una pantalla cubierta de pintura negra que deja leer en ella un mensaje.

  "el odio
 el odio 
el odio 
 y la rabia
    la rabia
     la rabia."

como reemplazo, una televisión de 14 pulgadas en blanco y negro.

  no hay fila para pasar,
pero aún así se recomienda avisar con dos semanas de anticipación.

 hace no tantos días
soñé con la creación de la cadena de frío.

ahora se está proyectando la crónica documental de un carnicero que termino colgado junto a los corderos sin cabeza hace varios años.

  termina la función,
  nadie se para, porque no hay nadie

 más que yo.

 y elijo no pararme, para no ser menos.

una sombra indistinguible se lleva la televisión en un mueble anticuado con ruedas que resulta más fácil para transportar.

 dejan una cámara en reemplazo, y una sombra se posa detrás de ella.

 en el silencio escucho como los lentes se ajustan para lograr un mejor foco
como pequeños insectos mecánicos pululando en su nido y comunicando el esquema de trabajo para el día de mañana.

  siento que estoy a punto de despertar.

siento que no duermo hace días.

  la cámara vuelve a cualquiera un turista ante la realidad ajena
 y no me siento parte.

nadie me ha dicho nada aun
 no he dicho nada tampoco.

 escucho una gota caer.

miro hacia arriba. el techo sigue intacto.

 escucho otra gota caer.

miro hacia atrás. no hay nada.

 veo hacia adelante. 
 veo una gota caer desde el lente de la cámara.

estéticas del desencanto
  en un desprendimiento de córnea digital.

el agua ahora me llega hasta los tobillos. veo como toda la comida desperdiciada flota en un charco agridulce.

  siento que estoy a punto de despertar.

 siento estar esperando cosas que no van a pasar.


 siento que no hay un sentido en todo esto.



el agua me llega hasta la boca y va entrando entre la marea se va agitando más y más por los movimientos involuntarios de mi cuello, intentando evadir el peligro.

 doy arcadas.

  agradezco la falta de oleaje. de una rompiente que me revuelque entre un suelo que me es desconocido.

 no hay nadie frente a mi.

 no hay una sombra. no hay una cámara.

 no hay un cine, no hay una puerta.
 no hay una butaca.

 mis extremidades solo están cansadas de mantenerse a flote.

intento no moverme tanto.

 intento no escupir plegarias por debilidad.

 desearía creer verdaderamente enuna desintegración entre el odio y la rabia.

 sin identidad.
 sin rostros.

 como sombras que alguna vez tuvieron nombre, 
        caminando entre cenizas y entre polvo

 con los pies descalzos,

    indiferentes ante lo ajeno.
              y ante lo propio.




siento que estoy a punto de despertarme.

    
   
el final del contacto.

martes, 4 de febrero de 2020

inducción a borrado accidental de huellas dactilares por crisis nerviosa


no sé abrazar lo suficiente a la inspiración para crear un principio atrapante, 
   solamente sé dejar todo en infinitivo como listando las cosas que tienen que tener mi día perfecto (o mi día mas temido, no importa)
      
  o como si hiciese una lista de supermercado en la que seguramente me voy a terminar olvidando cosas que no voy a comprar por varios meses venideros.

me gustaría que todo fuese más fácil, de alguna manera

algo así como ir a un museo
y mirar por dos horas el espacio vacío donde debería estar una obra maestra 

 con una guía turística auditiva que marca el ritmo del recorrido, completamente en silencio.

 silencio que desconozco si es una ironía,
 o la obra en sí.

me abrazo a condolencias de mármol 
   porque siento es el único lugar para hacerlo

 al menos, con cierta belleza (concepto que bien recae en cada quien, los cánones no significan lo mismo para todo el mundo, etc, etc)
  
    si vamos al caso, llorar sobre el frío de la mesada de la cocina, prácticamente es lo mismo.

ah, si.

hoy en exhibición: mi memoria replicada en conversaciones archivadas con contestadoras automáticas repitiendo
   repitiendo
   repitiendo
         un mensaje con mi propia voz.

un catálogo de instrucciones de como hacer lo que sea via fax

 módicos precios
 pagos flexibles 
   
     un 0-800 disponible las 24 horas para sus dudas y consultas

 repitiendo
 repitiendo
 repitiendo

    un mensaje con mi propia voz.

no sé que quiero decirme a mi mismo,
   no sé que quiero escuchar de mi mismo.

mi cama esta empapada de terrores nocturnos

 y mis piernas se sienten como una estación de radio mal sintonizada
 en la que se reproducen una colección de singles número uno de un mundo post-apocalíptico
  
   donde todo el mundo, incluso yo
  
 bailan al son de todo lo perdido (tanto en pretérito, como en el ahora, como en lo que desconocemos)

me rasco la piel como arando tierra seca

 hay algunos bichos, pero la inhalación de insecticida me induce mareos no placenteros.

 imagino una sopa sintética cocinándose
algo así como

 inhalar químicos hirviendo.

 no sé por qué, 
  pero siento que se prepararía a gran escala, como una olla popular.

 el concepto de soluciones gourmet aun no crece en mí,

es de noche.  
   
 sé que es de noche porque tengo que cerrar la persiana para evitar que las polillas me roben este poema que estoy escribiendo ahora,
 (soy desconfiado de su vuelo, muy errático)

  hay un incendio en la cara externa de mi corazón.
  hay un incendio en la cara externa de mi corazón.

  hay un incendio en la cara externa de mi corazón.

  hay un incendio en la cara externa de mi corazón.

                        -

  hay un incendio en la cara externa de mi corazón

y empiezo a temer que eso llame su interés, sea ya para bailar alrededor del mismo, o simplemente apagarlo. 
  
de como colapsó todo antes de siquiera escribir una palabra.

   estoy recortando los poemas que más me gustaron de los libros que menos cuidé, 
     cosiendo cada palabra con cada espacio necesario,
       cada punto(.) con cada fin de página
    
   tratando de crear algo que haga sentir algo (lo que sea) a alguien (quien sea)
   
   en cualquier lugar, en cualquier momento.

de mirar de frente a la resignación de volvernos tragedias
o seguir esquivando un camino sinuoso

   bajo la luz de una luna que ha perdido el brillo que supo tener en la idea que tenía de ella.

 ahora: un primerísimo primer plano a la desesperación.  
  
       un premio y una reflexión pasajera, superficial que no nos brinda nada

solo para abrir la próxima puerta,

  y despertar exhausto,
  viendo que aun es de noche

   y que hay una dotación de bomberos queriéndome tirar la puerta abajo.

para preguntarme: ¿es esta una noche distinta de la última que recuerdo?

para ver al cielo y ver que la luna sigue en el mismo lugar donde la había visto (ahorrándome el problema de buscarla por haberla perdido)

y solo para abrir la próxima puerta,

  y verme de cara a la nada

con los principios de mis pies, acariciando el aire más salvaje

 a un paso de lo efímero,
 a un paso de lo eterno.

 (aunque ambas puedan significar la misma cosa)

las líneas telefónicas están saturadas como para poder decir algo.

 la interferencia en las comunicaciones
se abraza a la ausencia de sentido común.

 ahora solo queda saltar con los ojos cerrados, abrazando la catástrofe.

domingo, 12 de enero de 2020

arquitectura hostil erigida para advertir a civilizaciones futuras del peligro de lo que causamos

I

el aire seco,
la compresión del transporte público.

los reflejos de las luces de la calle
    exhiben colecciones de rostros exhaustos

¿qué tan lejos tiene que ser para ser lejos?

   la próxima parada no es la mía,
aunque bien podría serlo.

en un vidrio empañado intento dibujar a quienes están afuera:

    los rostros son garabatos 
           (porque)  
   las facciones son difíciles
           (porque)
 las emociones gesticulan distinto
           (porque)
  
          (¿por qué?)

   (¿por qué aun no llego?)

II

atesoro los recuerdos que aun son míos entre la parcela donde el ganado deja el pasto crecer alto por temor a algo que no conocen
que no entienden

y que yo tampoco conozco, ni entiendo

pero que tampoco me importa.

III

las orquestas del cansancio
la tos crónica,
    
los músculos pesados
 a pesar de haber pasado todo el dia en cama.

 el techo
 que peca de pudor ante mi mirada.

   ahora no sé donde posar los ojos.

   afuera está oscuro y temo no volver a ver nunca más si me pierdo tratando de descifrar algo que no está ahí

ladran los perros del barrio
 alertando de un peligro hipotético,

 escucho hojas quebrarse al caer.

sé que hay algo acá

 pero no lo encuentro.

IV

  las poesías a la mediocridad
              ó
  la mediocridad de las poesías

V

llevo cuenta de los intentos en vano por mantener el significado de lo que decimos

lo que dejaste
habita dentro de una presencia que perdí hace tiempo

 y que me encuentro cada tanto,

pero decido ignorar.

    las palabras significan todo, como no significan nada

 decir, quedarse callado
resultan similares en este escenario

                 ver mi propia sombra,
           deja en evidencia que los errores que cometí son incorregibles

 y que lo que digo no vale nada

    más allá de eso

escribo para no terminar de pudrirme por dentro.


VI

modelo a escala de una playa vacía
       el fuego entre las olas

como un atardecer que nos sobrepasa
    y advierte de la noche inmensa

y la ausencia de las estrellas
hacen que luciérnagas de filamentos rotos tengan que trabajar

 enseñándonos un camino entre intermitencias
  
 que no lleva a ningún lado.

el verano perdido.

VII

el llanto colectivo a un tono de espera de una línea de ventas infomerciales

el párpado abierto por obra de un clip de papel oxidado
haciendo palanca
entre el viento

por el hueco
donde se junta el polvo.

se fuerza el parto prematuro de una lágrima

 que no es salada, 
 sino mas bien agridulce.

una euforia por suerte podrida

 la música de espera que terminó

 y el silencio.

VIII

casas de empeño
en cuarentena.

el valor de la vida desplomándose en la bolsa.

la traición a la moral

y el culto a lo perdido.

las trampas de bolsillo resultan inútiles a aquellos avivados,
    las monedas falsas se arrojan a una fuente
  pidiendo por deseos que jamás habrán de cumplirse.

la caída de las líneas de teléfono
y la emigración de la paloma mensajera a tierras menos hostiles.

  a nadie le queda nada que ofrecer

 las manos vacías 
 colectan miserias 
 que han perdido otros

        y las hacen suyas.

la reventa de la desgracia hace crecer un poco a la economía local,

 pero ya es mañana
y se encuentra estancada de nuevo
      
          el colapso de la sociedad moderna.

IX

dos triciclos estacionados en un playón de cemento

 una edificación en decadencia,
 las bases quebradas de lo que no fue.

una bordeadora oxidada corta las pantorrillas de un celador que parece no importarle el paso del tiempo

ventanales de cristal disecado alertan de ráfagas de viento mas de 100 km
 estallando sobre la maleza crecida.

por la noche
 hay vigilia por su demolición

pero no hay quorum en la legalización de la eutanasia.

  hay humo a lo lejos,
  el horizonte de luto.

hay dos niños cerca
 que corren descalzos sobre el vidrio roto

pero que no parece importarles.

   dejan rastros de sangre al caer la tarde,
mientras el celador baldea el piso

el balde color óxido
piedra fundamental de la sopa para la cena.

una tormenta acercándose lentamente     
   el edificio perdiendo partes por cada ráfaga de aire

 el celador perdiéndose entre los pastos altos

y los dos mismos triciclos estacionados en el mismo playón de cemento

X

cut up

dignidad simétrica vida compartida
 formas contemporáneas de expresar amor

 las nuevas técnicas

 para complejizar nuestros sentimientos
y así finalmente 

no entenderlos más.
cut up

la dicha de quienes no conocen el cielo

 la vida bajo tierra

lujo
desagüe

cut upcut upcut up
  la sangre
 en la mano 
lo que quiero decir
 desordenado cuando
veo

cutup

el sol
 no quiero
//// no,
no,
no
la gargantilla
  heredada refleja la luz que termina por cegarme

letras que no conozco
 forman palabras que me resultan familiares.

y no
hay distintas voces
la
la
la pérdida de todo lo que creíamos importante.

cutup

todos los lugares, todos juntos, amontonados en donde termina el tiempo

los mil cuchillos en el cielo (y la suerte de los desafortunados)

  ///
un nuevo día que realmente no emociona a nadie.

      ¿y usted, a que le tiene miedo?

XI

polillas arrastrando pequeñísimos carruajes: el arribo la aristocracia de juguete

dirige la ceremonia el fantasma de un niño victoriano
   que se presenta ante una multitud de sillas vacías

mientras veinte bailarinas que usan un solo vestido colectivo performan una danza digna de una cajita musical,
   antes de terminar desmayadas por la explotación de sus monarcas.

orfebres de tecnología obsoleta hacen candelabros de diseñador
 para generar un incendio  
 que sirva como espectáculo final

la realeza se pasea alrededor de las caras de parientes que no vimos nunca emitidas en los televisores de tubo que ofician de portaretratos
  viéndolos con desprecio.

en contraparte, a otro lado de la habitación
   
   un pequeño sufre la crueldad de una guerra, intentando comer un pan duro mientras intenta encender un fuego en un barril
 usando la poca luz que el sol regala.

  la aristocracia se mofa de su pobre suerte
mientras ostentan su opulencia de chapas brillantes y polvos finos.

    la madera podrida y seca oficia de conductor
  y el fuego se expande de un barril desfondado
  
 llegando a donde el agasajo tiene lugar

 las polillas intentan volar, pero el peso del carruaje les tira para abajo
incendiando sus alas

   la muerte de la servidumbre
 los rostros de los reyes comienzan a derretirse por el calor

 las deformidades barrocas
     y la decadencia del imperio.

  el niño decide no usar lo último que le queda de agua para extinguir el fuego, por lo que corre y se aleja de una casa que nunca fue suya.

 el humo se pierde por el horizonte, esperando ser visto por alguien.

y el fin de la velada: magnicidio.