martes, 31 de mayo de 2022

el embauco de la gentileza

ángel
portátil,
sabes bien
que no soy inmune
a la destrucción del movimiento,
como tampoco a las sospechas que atrae el impacto.

sabes
como me vuelvo indefenso
ante el robo del hábito
y que no puedo asentar refugio
dentro de una caja metálica.

¿podrías, por favor, detener a las bestias de hilo?

sus agujas atraviesan
las muñecas del mundo,
doliendo a la par,

mientras avanzan
bebiendo
sorbos
de ruido, antídoto
para anular el silencio.

ángel
estéreo,
sabías bien
que no eran, sino verdades,
los manantiales de tornasol
desbordando de los desagües de las gomerías del bario.

entendías entonces,
como mi entereza yacía en el reflejo de mis tobillos,
donde por arriba, casi sobre el cielo,
el dobladillo de aluminio caía
sobre un suelo
infinito.

eran nuestros
los presentes perpetuos.

era tuyo el destierro.

ángel
plástico,
sabes bien
disfrazar tu naturaleza.

sabías bien
que eran los cortes en seco sobre cuellos vacunos,
y la muerte en el autódromo -corriendo la última vuelta-
los amuletos que ahuyentaban
la ceguera inducida.

eran mías
tus manos
despojándome
de la creencia efímera
y empujando al mundo
a una rendición incondicional.

ángel
absoluto,
sabes bien
que no soy rival
para la hostilidad de la intemperie,
como tampoco para las hordas que azotan la fertilidad de los últimos campos.

sabes
como me vuelvo
preso de la codicia ante la carencia
y que no puedo volver a inventar el fuego

¿podrías, por favor, darme mas tiempo?


jueves, 26 de mayo de 2022

donde reinan los folklores imaginarios

la
cacería residual
es polvo de huesos -o siestario de gusanos-
como también piel que rompe vientos.

pasen,
vengan adentro,
al centro está el fuego
al costado, entre las ramas chamuscadas, el mañana.

espacios muertos descomponen la niebla,
dejan entrever las marcas que dejaron
jornaleros exiliados
que buscaron
otra tierra
donde clavar sus dientes, otro sol
que no es este, otro mar que no sea
tan salado.

la alerta viene de más allá de la montaña,
los picos se alimentan
de la carroña de los bienaventurados.

la noche avanza entre familias,
las invasiones de furias vacías.

los gritos nómadas
que nadie
contesta.

quizás sea la infinita violencia del despojo
lo que nos une con aquellos que aun no hemos conocido.

los nidos crecen como coronas en la cabeza del gigante difunto sobre el cual nos hemos asentado.


domingo, 15 de mayo de 2022

somos testigos del derrumbe de la última casa erigida sobre la rompiente de una playa

la situación es arquetípica:

el avance de las cuadrillas,
sabemos que el sigilo es primordial para no espantar a los cuatreros
que se esconden entre los nombres que susurra la maleza.

el fuego es la única estrella que puede hacerme entender que mi mano es mi mano
y que mi vista es una meseta itinerante.

la leña va a estar seca mañana,
mientras tanto, la tierra late al contacto.

es inútil abstenerse de caer ante la tentación de quebrar este silencio.

la voz es el fusil de los cuentacuentos.

un escenario que no le pertenece al tiempo -pero si a nosotros-
en donde los personajes se ordenan en un horizonte  imaginario

y me miran, pero no responden.

no quieren ser desalojados de una boca que es cuna de carne blanda y tierna,
con cobijas de baba que hace que las noches les sean indiferentes.

no quiero tener que ser yo quien termine empujando este auto varado en el medio de la nada
con unos brazos que no son más que una descripción de como se verían y obrarían unos brazos,
las palabras no tienen fuerza por si solas
y yo no tengo la voluntad para actuar por ellas.

no puedo ser yo quien trate de abollar una carrocería de plástico con unos nudillos huecos, no quiero que sean mis nervios en los que resuene un eco centelleante, no van a ser mis manos las que se entumezcan

ni por los golpes, ni por las picaduras de las tejenidos -aun a pesar de su delicada situación-

¿ah, no se habían enterado?

sufren de un considerable déficit demográfico,
el hacinamiento de los agujeros destila humedad
y suena como el tacto primerizo de cientos de larvas tratando de mantener el calor.

ellas también me miran -desde abajo-
pero tampoco responden.

agazapado,
abrazado a una garganta sin principio, sin final, sin ornamentos
soy testigo 

de la manera en la que la ceniza deja su marca en la tierra, hasta que de pronto, deja de hacerlo.

de la manera en la que mis huellas se marcan en la tierra, hasta que de pronto, dejan de hacerlo.

¿se supone tengo que entender la imposibilidad del retorno?

quizás no nos movemos hacia adelante por la ausencia de lugares que habitar
sino a pesar del exceso de.

viernes, 6 de mayo de 2022

la reinvención de los cantos gregorianos

la hendidura del tacto,
la llaga en la piedra
el derrumbe.

la exigencia
cuentalágrimas

¿cuánto es suficiente?

ya no hay carne de tulipanes,
no hay maldiciones
que revertir,

las pinturas imaginarias vuelven a decir lo mismo: el centro siempre estuvo ahí.

los finales continúan
alejándose.

y no,
no pretendo irrumpir
en el trabajo de las sombras, no intento
disputar un lugar que no es mío,
porque míos son los mil colores de las mil cabezas de fósforos
desordenadas en una caja que desde afuera
sabe verse inmaculada,
pero nada más.

aunque
más arriba
desciende el reflejo,
el humo bajo mi cuello como
retrato doble a lápiz
borroneado, con la miga ennegrecida
y el plato vacío.

entonces,
¿es mío el plato? ¿es tuya la cena?

los ajos van
germinando la heladera y hay un aroma
que se arrima buscando
un llanto
al fondo de una bolsa basura
que fue desechado por error.

¿qué fue lo que dejaste?

te vi bajo mis flores
en donde celebrabas los silencios

era adecuado el deseo,
pero los trazos de miseria
el casamiento de los otros, los intrusos,
con la recurrencia
volvieron aquel día
como cualquier otro.

eras vos
aquel día.

serás vos,
algún día
quien me muestre
la importancia
de los demás lugares,
aquellos más allá de este

donde frecuencias
moduladas,
monosilábicas
comprimen la piel.

donde el compacto movimiento
de los brazos
atraviesa el mar
al unísono,
conmoviendo a las antenas
que comunican toda nuestra actividad
desde el fondo

mientras esperan que una daga
termine por fin
de clavarse
en un suelo
por el que
nunca nadie
caminó.

martes, 3 de mayo de 2022

el paradigma del despojo

vi los árboles
más atrás
que nacían
de enchapados
por los que bajaba el agua
con la que se bañaban
los cuerpos,
quitándose
la culpa.

la nuca
era rompiente.
la playa, una trampa.

las parcelas alambradas -circo de alacranes-
la boca pastosa
la lengua humectando los labios
para chasquear el aire
y tratar de alejar la humedad
al menos por un rato.

gritaron pájaros
lejos, bien lejos.

pájaros
que eran
muerte, y veían con ojos
que eran incubadoras de parásitos
que repiqueteaban dentro, haciendo mímica
de la lluvia.

mentiría si dijese que no tengo miedo.

mentiría si dijese que no quiero oírlos gritar otra vez.

hay algo que no recuerdo: ¿cuántas puertas golpeé hoy?

las rodillas
eran rostros
pidiéndome
que me vaya lejos,
bien lejos.

las máscaras
se resbalaban
de cabezas
sin norte,
caían a mi regazo
que era cálido,
era hogar.

¿dónde
quedaron esos relieves
por donde
se perdía
la luz?

el agua se escapa por entre los espacios de mis dedos
mis pies van hundiéndose en el barro.