viernes, 6 de mayo de 2022

la reinvención de los cantos gregorianos

la hendidura del tacto,
la llaga en la piedra
el derrumbe.

la exigencia
cuentalágrimas

¿cuánto es suficiente?

ya no hay carne de tulipanes,
no hay maldiciones
que revertir,

las pinturas imaginarias vuelven a decir lo mismo: el centro siempre estuvo ahí.

los finales continúan
alejándose.

y no,
no pretendo irrumpir
en el trabajo de las sombras, no intento
disputar un lugar que no es mío,
porque míos son los mil colores de las mil cabezas de fósforos
desordenadas en una caja que desde afuera
sabe verse inmaculada,
pero nada más.

aunque
más arriba
desciende el reflejo,
el humo bajo mi cuello como
retrato doble a lápiz
borroneado, con la miga ennegrecida
y el plato vacío.

entonces,
¿es mío el plato? ¿es tuya la cena?

los ajos van
germinando la heladera y hay un aroma
que se arrima buscando
un llanto
al fondo de una bolsa basura
que fue desechado por error.

¿qué fue lo que dejaste?

te vi bajo mis flores
en donde celebrabas los silencios

era adecuado el deseo,
pero los trazos de miseria
el casamiento de los otros, los intrusos,
con la recurrencia
volvieron aquel día
como cualquier otro.

eras vos
aquel día.

serás vos,
algún día
quien me muestre
la importancia
de los demás lugares,
aquellos más allá de este

donde frecuencias
moduladas,
monosilábicas
comprimen la piel.

donde el compacto movimiento
de los brazos
atraviesa el mar
al unísono,
conmoviendo a las antenas
que comunican toda nuestra actividad
desde el fondo

mientras esperan que una daga
termine por fin
de clavarse
en un suelo
por el que
nunca nadie
caminó.

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