la situación es arquetípica:
el avance de las cuadrillas,
sabemos que el sigilo es primordial para no espantar a los cuatreros
que se esconden entre los nombres que susurra la maleza.
el fuego es la única estrella que puede hacerme entender que mi mano es mi mano
y que mi vista es una meseta itinerante.
la leña va a estar seca mañana,
mientras tanto, la tierra late al contacto.
es inútil abstenerse de caer ante la tentación de quebrar este silencio.
la voz es el fusil de los cuentacuentos.
un escenario que no le pertenece al tiempo -pero si a nosotros-
en donde los personajes se ordenan en un horizonte imaginario
y me miran, pero no responden.
no quieren ser desalojados de una boca que es cuna de carne blanda y tierna,
con cobijas de baba que hace que las noches les sean indiferentes.
no quiero tener que ser yo quien termine empujando este auto varado en el medio de la nada
con unos brazos que no son más que una descripción de como se verían y obrarían unos brazos,
las palabras no tienen fuerza por si solas
y yo no tengo la voluntad para actuar por ellas.
no puedo ser yo quien trate de abollar una carrocería de plástico con unos nudillos huecos, no quiero que sean mis nervios en los que resuene un eco centelleante, no van a ser mis manos las que se entumezcan
ni por los golpes, ni por las picaduras de las tejenidos -aun a pesar de su delicada situación-
¿ah, no se habían enterado?
sufren de un considerable déficit demográfico,
el hacinamiento de los agujeros destila humedad
y suena como el tacto primerizo de cientos de larvas tratando de mantener el calor.
ellas también me miran -desde abajo-
pero tampoco responden.
agazapado,
abrazado a una garganta sin principio, sin final, sin ornamentos
soy testigo
de la manera en la que la ceniza deja su marca en la tierra, hasta que de pronto, deja de hacerlo.
de la manera en la que mis huellas se marcan en la tierra, hasta que de pronto, dejan de hacerlo.
¿se supone tengo que entender la imposibilidad del retorno?
quizás no nos movemos hacia adelante por la ausencia de lugares que habitar
sino a pesar del exceso de.
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