escorias que roen, despavoridas, mis cimientos
volviéndo(me) ruina;
reina el hambre, pero yo estoy sediento
y la sangre rodeando mi cuello, casi ahorcándome
parece casi seducir a mi lengua ya muerta,
como todos tus idiomas;
y mi cobardía ante este silencio,
la gente cortándome el pecho con su paso
y mi mirada desnuda, derrumbándose;
¿a que naturaleza pertenezco?
no hay punto de quiebre estando roto,
ni hay sol bajo el barro seco
de bosques petrificados de algunos de los rincones
donde me escondí del miedo,
donde volví madera mi sombra, talando mi reflejo de tu pared:
ahora solo vacío;
[y basta de palabras]
bastan las palabras para incitar al silencio,
pero no pesa la ausencia de mi voz, o de mil cuchillos cayendo en mi cocina en simultáneo
la pena verdadera es estar solo
y saber que me están devorando el alma
y me voy cayendo
pedazo
a pedazo
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