solo una palabra de más cayendo, poco a poco por la boca
con la misma inocencia con que los niños
deslizan por los toboganes de un jardín abandonado
solo una palabra de más
y todo se torna tan desconocido (para mí)
¿que erupcionará de aquel silencio?
arde el decir de más,
arde la caída y arde el abismo,
la tensión, solo está a punto de bullir
como el incipiente grito que comienza a bojar tu boca: extinción
por primera vez, el sol tiñe la piel de las piedras
condenadas anteriormente a la comodidad de la penumbra
(del secreto)
ahora, con su filo rajan las fauces
y vuelan como balas con la puntería de los labios
para morirse en oídos desprevenidos.
movimiento perpetuo,
tracción de ideas a palabra desnuda
piedras acongojadas al fulgor de un incendio que hoy ya es poesía,
y un exhaustivo tinte de apaciguante densidad:
la palabra que rebalsa,
la que cae
gota a gota,
la que habla de más,
la de la estrafalaria condición
que cuando ni bien empieza a supurar su danza prohibida
se desploma al compás
de un cristal roto,
de un llanto mudo,
de otro ruido trivial
y mundano.
la palabra es ceniza
y las cenizas no saben hablar.
por eso de mi garganta no nace voz alguna
si he tragado varios ceniceros,
y he tragado la pena de mil noches hecha papel quemado
¿como pretendo que las palabras nazcan?
...
las palabras ya no salen
ya no caen:
ya entendí,
todas están de más
Escrito con el camarada Felix
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