martes, 26 de abril de 2016

Cenicero

solo una palabra de más cayendo, poco a poco por la boca
con la misma inocencia con que los niños
deslizan por los toboganes de un jardín abandonado

solo una palabra de más
y todo se torna tan desconocido (para mí)

¿que erupcionará de aquel silencio?

arde el decir de más,
arde la caída y arde el abismo,

la tensión, solo está a punto de bullir

como el incipiente grito que comienza a bojar tu boca: extinción

por primera vez, el sol tiñe la piel  de las piedras
condenadas  anteriormente a la comodidad de la penumbra 
(del secreto)

ahora, con su filo rajan las fauces 
y vuelan como balas con la puntería de los labios 

para morirse en oídos desprevenidos.

movimiento perpetuo,
tracción de ideas a palabra desnuda

piedras acongojadas al fulgor de un incendio que hoy ya es poesía,

y un exhaustivo tinte de apaciguante densidad:
la palabra que rebalsa,

la que cae
gota a gota,

la que habla de más,

la de la estrafalaria condición 
que cuando ni bien empieza a supurar su danza prohibida

se desploma al compás 

de un cristal roto,
de un llanto mudo,
de otro ruido trivial
y mundano.

la palabra es ceniza
y las cenizas no saben hablar.

por eso de mi garganta no nace voz alguna

si he tragado varios ceniceros,
y he tragado la pena de mil noches hecha papel quemado

¿como pretendo que las palabras nazcan?

...

las palabras ya no salen
ya no caen:

ya entendí,
todas están de más


Escrito con el camarada Felix

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