esa bruma que empuja a mi respiración dañada a detenerse
y a mi cuerpo, a arrojarse muerto sobre un precipicio:
de la vereda a la calle,
permanezco en lo que el paso llega a su fin: alunizaje
veo y todos los autos se han ido
y ya es de noche.
grita la chatarra en estrecho callejón
[los gatos pueden ser causantes de infartos con luz y situación adecuada]
aún no estipulo cual será la proximidad
que sabrá definir que sombra será sucesión de mí,
(quizás, sino decido
solo apague la luz tras verme preso de la idea de huir de mi presente)
mimetizando la idea de adentros que, aunque ajenos a los míos,
guardan gran relación: oscuridad desmesurada, abismo incontrolable
en fin, la sombra primera.
ardía (yo) al despertar,
(no comprendo si soñaba la oscuridad, o ella me soñaba a mi)
hablo, pero solo emano inarticulaciones:
se me quedó atascada la voz bajo impresiones de esta piel áspera por el aire frío,
al cual, aún me veo atado: silencio
respiración,
es aquella la mía que es constante deterioro
pero aun sigo cayendo
y nada, ni nadie me sucederá:
ni la sombra primera, ni la última, ni la ínfima, ni la inmensa
puesto que la tierra es lo suficientemente oscura
para eternizarme en ella
hasta que la bruma se disipe
y me vea cara a cara conmigo mismo: vacío eterno.
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