devastándome
pero ¿como prescindir de la violencia que me forma?
si son mis multitudes extintas las que dejaron el vacío,
el impulso siempre estuvo allí;
ahogué tantos de mis gritos en silencios ásperos,
que ahora mi garganta ahondada en cenizas solo escupe,
no habla más allá de la sangre;
y aquella poética silenciosa me rodea: la decadencia de la reiteración,
que sirviéndose de engaños, para perpetuar mañanas a merced
esclaviza mi cuerpo a habitar bajo una misma figura detenida:
gesto inmóvil y algo más;
hace tanto que grité
que soy solo un impulso superior (ánima)
¿el cuerpo? solo ubicación espacial,
[es deber despojarme de mi carne bajo el sol retrocediendo]
¿es día? ¿de noche?
que más da, si ninguno me pertenece;
bajo un mañana, o un ayer (no sé)
tal vez
resuene el eco de aquel grito que se me fue,
pero que me está volviendo
para clavarme, como tester de violencia,
su daga en mi cuello,
haciéndome retroceder,
devastándome
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