representan un desvanecimiento gradual de una esencia meramente violenta,
o quizás, una cordialidad hacia el advenimiento de aquello que habré de preceder,
o tan solo, la incapacidad de mi razón para resolver mi presente en algo más que no sea ese silencio.
ahí esbozase una figuración: desolación como excusa para habitarme.
aúllo tanto en mi eco, como fuera de él
por centurias que son iguales a la vida de mi voz en libertad;
la reiteración del aire vibrando me subyuga a deshauciarme de mi mismo,
viéndome víctima de una urbe indómita, que cuyos partícipes -casi como evocaciones mías-
bosquejan en su inmensidad, similitudes que están encadenadas a aquello que está inhabitado
que por momentos,
soy yo,
gritando.
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