domingo, 14 de junio de 2015

Sangre

la ensoñación ha envejecido;

el ojo del ensoñado,
ha sido cercenado;

la niebla obnubila a la luna,
ya ciega;

las lágrimas ya no pueden caer,

un lecho de sangre,
es lo que la pena de las almas mundanas, hoy sueña;

(ya todos los seres son pena;)

aquel ímpetu, que oscila en la gracia de la danza sangrante,
y que se refleja, en aquellas mentes mortales;
maravilla mórbidamente a los ensoñados,
el horror tantea sus emociones,
y juega con la expresión corpórea;
liberando el helado sudor,
que el pavor mismo acarrea;
y dejando oírse gritos,
de temor;

hasta esfumarse junto a la noche;

(la ensoñación ha muerto;)

la perpetuidad de la oscuridad es su amenacer,
y a lo que amparan para nublar el recuerdo de la sangre;
que tras un calmo momento de reflexión,
cae del ojo,
como estigma;

las lágrimas ya no pueden caer,
pero la sangre si;

y ya que muerta yace la ensoñación,
el ensoñado agoniza,
mientras la sangre se escapa de su mirada;
y su visión, antes negra,
se vuelve roja, poco a poco;

la sangre recubre su cuerpo,
tiñendo su tez, que antes ostentaba connotaciones ilusorias,
y que ahora,
se muestra con rasgos mortuorios;
casi esperpénticos

y todo enrojecido,
el ensoñado danza, para desviar su agonía a la gracia de la morbosidad,
poco a poco se licua;
la célula tras célula,
se convierte en gota tras gota;

el ensoñado ya es sangre;
(sus lágrimas estigmales ya no caen, y su ojo ha cesado de mirar)

ha perdido el temor,
y su calidad de humano;

el ensoñado ya es sangre;

y en lo que sangre,
en su facultad, representa;
el ensoñado, se vuelve la ensoñación,
de otro ensoñado con el ojo cercenado,
lleno de pavor;

cae la noche,
el ojo se entrecierra,

la sangre comienza su danza,

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