la ensoñación ha envejecido;
el ojo del ensoñado,
ha sido cercenado;
la niebla obnubila a la luna,
ya ciega;
las lágrimas ya no pueden caer,
un lecho de sangre,
es lo que la pena de las almas mundanas, hoy sueña;
(ya todos los seres son pena;)
aquel ímpetu, que oscila en la gracia de la danza sangrante,
y que se refleja, en aquellas mentes mortales;
maravilla mórbidamente a los ensoñados,
el horror tantea sus emociones,
y juega con la expresión corpórea;
liberando el helado sudor,
que el pavor mismo acarrea;
y dejando oírse gritos,
de temor;
hasta esfumarse junto a la noche;
(la ensoñación ha muerto;)
la perpetuidad de la oscuridad es su amenacer,
y a lo que amparan para nublar el recuerdo de la sangre;
que tras un calmo momento de reflexión,
cae del ojo,
como estigma;
las lágrimas ya no pueden caer,
pero la sangre si;
y ya que muerta yace la ensoñación,
el ensoñado agoniza,
mientras la sangre se escapa de su mirada;
y su visión, antes negra,
se vuelve roja, poco a poco;
la sangre recubre su cuerpo,
tiñendo su tez, que antes ostentaba connotaciones ilusorias,
y que ahora,
se muestra con rasgos mortuorios;
casi esperpénticos
y todo enrojecido,
el ensoñado danza, para desviar su agonía a la gracia de la morbosidad,
poco a poco se licua;
la célula tras célula,
se convierte en gota tras gota;
el ensoñado ya es sangre;
(sus lágrimas estigmales ya no caen, y su ojo ha cesado de mirar)
ha perdido el temor,
y su calidad de humano;
el ensoñado ya es sangre;
y en lo que sangre,
en su facultad, representa;
el ensoñado, se vuelve la ensoñación,
de otro ensoñado con el ojo cercenado,
lleno de pavor;
cae la noche,
el ojo se entrecierra,
la sangre comienza su danza,
No hay comentarios.:
Publicar un comentario