arrojaré mi cuerpo,
desde un décimo piso,
hacia el asfalto;
¿de que vale la carne?
si el alma se ha fugado;
además, el tiempo se erosionará,
sobre mis estigmas,
deslizando una lágrima en ellas,
en un vano intento,
por alcanzar la sanación corpórea;
mi sentir se ha fugado,
y mi mirada ya se ha perdido;
arrojaré mi cuerpo,
y mi pensar;
se estrellarán en el asfalto,
y mi carne dará lo mismo,
y el esplendor de la agonía,
me abrazará,
haciéndome sentir,
que casi estoy vivo,
antes de extinguirse mi vida,
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