lunes, 6 de julio de 2015

Guardián

inhumado ha de ser lo efímero,
puesto que la constancia en confusión,
se torna fugaz; 

y darán,
estos bellos árboles,
sus frutos;

que serán palabras,
eternas;

no dignas de conocer el infortunio,
que el ritual del entierro para la vida, representa;

abundantes de la belleza maldita,
de esta naturaleza;

estos vástagos,
alimentarán la tierra,
y saciarán el aquejar del espíritu hambriento;

pero habrán de saciar,
el apetito de la voracidad en carnada en aves;

cuervos condenados al calvario terrenal,
que consigo, acarrean el dolor de una opresión mayor,
en donde se hallan,
los estigmas de sus alas,
invisibles al ojo humano;

la belleza,
será corrompida,
por la aflicción;

y la divinidad del léxico natural,
será presa del sollozar de lo equívoco;

que en ave, 
como sus creadores;

mutará su forma,

y cantará, hambriento de belleza,
voraz,
no dejando vestigio alguno,
de lo que, oscilante en la culminación de un árbol,
alguna vez, fue;

y el oír su cantar,
habrá entristecido a la poética,
que en tu ser,
aguarda por asomar,

y tu fruto interno será,
ya, hijo de la putrefacción;

que crecerá,
ramificándose cual árbol en ti; 

la poética,
conocerá su más fatídica acepción;

la fugaz obra del silencio,
que se romperá a si mismo;
tratando de esbozar una palabra,
que nunca se completará;

dejando falta de poesía a tu piel,
avejentándola;

y así,
ya, en afección se resquebrajarán,
los cristales de tu espejo interior,
que retozarán en sangre negra,
que llorará,
tu lagrimal;

un ojo, 
te será arrebatado,
por aquella ave que no podía volar;

y llorarás más sangre;

adiós,
dirás a la poesía,

mientras agoniza el árbol,
y se seca su flor mas preciada;

vestirás de cenizas tu cuerpo,
y clamarás por un fulgor;

tu apetito crecerá,
al igual que tu sed;
perpetua condición de lo que refleja el ser humano;

y tu eternidad,
se confundirá, por el obrar de aquellas bestias;

y será fugaz,

lo efímero no habrá de ser inhumado,
pero aún así,
lo será tu cuerpo;

ya putrefacto,
ya decrepito;

que retozará en el sepulcro,
donde los cuerpos del martirio de los frutos literarios,
alimentarán la tierra,
y tus restos;

que mutarán la forma,
en que son concebidos ante la ingenuidad del ojo mismo;

desvaneciéndose,
poco a poco,
hasta dejar de ser,

y hasta volver a serlo;

y lo que habrás de ser,
será silencio;

y en venganza,
compondrás tus mas bellos cantos,
para poder arremeter
en contra de todas aquellas aves,
hambrientas de poesía;

que solo la asesinan,
consumiéndola ferozmente;

sin soñar con ella,
sin aprender de ella,
sin entristecerse de ella,
sin alegrarse de ella,

sin vivir de ella,

y serás el silencio,
que asesine su único propósito;

y los frutos,
sin su presencia,
harán crecer el jardín mas bello,
de esta tierra,
aún con el estigma de aquellos versos devorados;

los cuerpos de las aves,
en mediocridad,
sin sentir alguno;

caerán del horizonte,
ante tu cantar;

tu cuerpo será vengado,
y tu fugacidad,

habrá de volverse eterna;

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