la fatuidad de la complicidad,
entre vivencia y pensar,
engendra el clamor de mi ser;
en la reverberación
de mis latidos;
se oyen mil vidas,
de las cuales,
ninguna me corresponde;
las cuencas mas recónditas de mi cuerpo,
estarán vacías,
mi gesticulador plasmará en sí mismo una tristeza,
y mi labia,
mendigará una sonrisa,
para evitar convertirse en sollozo;
me aíslo,
aún de mi mismo;
cómplice del miedo de vivir,
oigo el latir de mil vidas ajenas;
y por cada una,
se atisba una tristeza en mi,
pronto,
ya,
seré lamento;
luego,
carne descomponiéndose;
algún dia,
quizás habite la piel,
de alguna de las vidas,
que resoplan en mi vivir,
que nublan mi pensar;
por lo pronto,
mi gesticulador mendigará una sonrisa,
para evitar volverse pena,
y yo mendigaré el latir del corazón,
le mendigaré a miles de vidas,
el poder solo escucharlas,
para asi saber,
si realmente sigo vivo;
No hay comentarios.:
Publicar un comentario