vacío,
ante mi,
este se muestra perpetuo,
y me reconozco;
es difuminada la nada,
con tan solo un movimiento,
respiro, y siento circular mi sangre en mis venas,
late el corazón,
sigo siendo vida;
procede a tantear la creación sobre su próximo obrar,
lentamente,
ante mis ojos;
pronto,
se ve extinguida la inexistencia;
y se forma un cuerpo,
atisbo tu rostro,
y sepo reconocer el mío;
y antes, obnubilada tu visión,
ahora, sabe aflorar de su descanso;
y ves la primera luz del día,
y luego a mi,
fruncirás tu ceño;
y arremeterá,
tu mirada contra la mía;
mientras mi soñar cree profesar,
narrándome su creación,
antes de asesinarlo súbitamente;
extrañado, ya abrazo por la realidad, oigo un llanto,
y corre el tiempo, lejos de mi,
antes de dar cuenta;
que es el mío,
el de mi mirada, acariciando la exactitud;
que atestada de agua de sal,
susurra en su párpado inferior;
que huiría al verte,
aun ahogado en su pena,
atisbo la insinuación del despertar,
casi clareando, en lejanía;
pero afuera,
sigue siendo un vacío,
y mi alma, ahogada en pena,
no me permite soñar,
para crear algo de la aquella inexistencia;
oscilará mi futuro,
en un sueño, que nunca habrá de comenzar;
hasta que amanezca,
y cicatrice mi tristeza,
junto a mi soñar;
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