martes, 28 de julio de 2015

Soledad


se quiebra el espectro invisible,
que resguarda al silencio;

tras haberse dicho la primera palabra;

así, las voces abusan del eco,
que el vacío les regala;

y velan, con sus timbres frágiles,
al enigma que el diálogo;

antes pretendía ser,

poco a poco,
de cada pequeña comisura, de cada boca,
se esboza la palabra;

las voces acrecientan su cantidad;

al mismo tiempo que se alejan unas de otras,

la pluralidad se desvanece,
y consigo, el mismo diálogo;

permaneciendo solo la ilusión del mismo,

y solo habladurías en soledad,
han de ser pronunciadas por aquellos labios;

y el eco es la falsa voz,
que contesta a quien le habla;

las cuerdas se desgastan,
al no tener el calor de otro ser,
que abrigue lo que ellas hablan;

mas que la repetición de sus palabras,

pobre el eco,
que aún no posee una palabra propia;

y pobres las voces,
que aún próximas, se encuentran solas;

y atesoran el silencio,
esperando por otra como ellas,

que puedan resolver,
el enigma del diálogo,

o el que este pretende ser;

pronto, surge otro espectro,
el silencio ha sido resguardado;

el ocaso cae sobre las voces,

y éstas,

callan;

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