¿dónde han dormido hoy aquellas encantadoras simpatías
que se arrancan el corazón con cada placer forzado
y lloran con los sueños que jamás sueñan?
¿habrán despertado ya de su llanto?
¿me habrán engañado ya, decenas de ellas esta mañana?
no sé;
he capturado vestigios de mi mismo en pieles que no me pertenecían
y dudo,
si incluso mi piel me pertenece,
o si solo estoy subyugado a ella;
soy solamente, el pensamiento maldito que alborota la existencia humana
y soy el telar donde tejo la realidad que ya he perdido,
¿a dónde ha ido a parar ella si no es ahí, no?
donde deja de pretenderse;
y es la misma pretensión la cual corrompe al ánima
encarcelándola y encadenándola a algo desconocido,
fundiendo el gesticulador en una faccion que denota pesar,
el pesar de cientos de pensares distintos,
ya la mente no es una sola,
puesto que ha mutado en un multiverso inestable
que solo formula un anhelo de potestad
pero jamás concluye nada;
y ya la mente no es una sola,
pero el cuerpo si y no resiste;
y no sé
no sé si soy o le pertenezco a la idea,
incluso desconozco si hay idea en si;
sé que hay un sol que parece quemarme,
sé que hay iguales a mí,
sé que hay sentires, pensares y la idea de un ser humano;
pero sé que me he desposeído de toda esencia,
y mi alma solo es forzada a ser,
lo que evita que sea;
la realidad entonces,
no perteneciéndome ni cuerpo, ni pensar, ni sentir,
no es mía;
por ende la realidad es esta,
el desconocido postulado que arraiga pieles que no son de nadie
a pensar ideas que no son suyas
para sentir con un sentimiento que no siente;
es la idea que impulsa a la mirada
en el momento donde es cautivada por el techo que es ahí, el vacío eterno
donde yacen estáticos miles de latidos de corazones que han desangrado su vida
a preguntarse por el mañana,
y a crear la idea de felicidad por aquel,
un mañana
donde nacerá un sol que parecerá quemarnos
y donde veremos iguales a uno mismo, entre nosotros
y donde sentiremos, pensaremos, y seremos seres humanos;
sintiendo los sentires que a nadie pertenecen,
pensando los pensares que a nadie nada le harán cuestionar
y encarnando el idealismo de una humanidad inexistente,
que como simbolismo de pluralidad en una, tan así llamada sociedad,
pretende preocuparnos por el otro y por nosotros mismo;
¿pero por quién habremos de preocuparnos
cuando las encantadoras simpatías que evitan una forma de caos mortuorio
duermen en lugares desconocidos
y no le permitimos llorar sus sueños?
¿por quién habremos de preocuparnos si no vemos como igual al otro,
si ni siquiera vemos nada?
¿por quién habremos de preocuparnos si evitamos idealizar
que la sangre que corre por todos los tobillos del mundo
y los latidos de corazones que hicieron que desconozcamos al silencio
son tanto míos, como tuyos?
¿por quién habremos de preocuparnos entonces?
¿por qué habremos de preocuparnos porque el otro no puede ser,
si nosotros no somos siquiera?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario