jueves, 10 de diciembre de 2015

Ardores

ardor de un despojo,

mi voz hecha añicos
y el foco intermitente

que me hace desaparecer

de a ratos;

ardor de la inacabable realidad,

tal vez  el vestigio de lo que vendrá
sea atesorado en un olvido

y no persista;

el umbral de mi puerta ha huido

y no he tenido oportunidad
de cruzarlo por última vez,

pero aún así,

diez ratas roen las bisagras inexistentes
del vacío que quedó,

pobres y hambrientos
sus cuerpos sin calor,

sobre ellos cayó la noche

y jamás amaneció de nuevo;

[desconozco si el mundo ha acabado ya,
mi ventana muestra solo lo que hay adentro

y afuera no sé que pasa]

ardor de un espejo,

cristales hechos trizas,

me veo rodeado de mi mismo,
pero no persisto,

caigo al suelo
y ya no existo;

mi cama se ha alejado de la posibilidad de un sueño

la imaginación, rota,
gotea felicidad hecha tristeza

y sacian su sed, las ratas

que han irrumpido en mi silencio
para roer mi carne,

a pesar de que me haya ido
ya hace tiempo;

lamento no haber tenido
la oportunidad de respirarme por última vez,

y lamento que ni un sorbo del presagio más cercano
tocó mis labios;

a medio aire

huí sin querer hacerlo
y aún muerto
tengo el pecho a punto de estallar;

tal vez las ratas

al capturar mi corazón,

revienten mi piel avejentada
con su hambre

y hagan nacer un viento
que traiga alguna flor para mi

y haga que la única luz de mi habitación
desaparezca,

así puedo dejar de aparecer
y seguir apareciendo,

así puedo verme

completamente fuera de este mundo
                                                                                        [aun estando en el]

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