la lluvia,
el ruido blanco
de la televisión apagada;
las moscas que han perdido el rumbo
viven orbitando
la copa de vino del día anterior
y buscan, con vuelo desorientado,
un par de labios indiferentes para besar antes que la noche caiga
sobre ellas
y así evitar morir en soledad;
¿cuantas almas se funden cada noche,
en un abrazo con un edificio en llamas?
¿cuantos anhelan el calor,
y se mienten a si mismos
una y otra vez?
y entonces,
luego de tantos adioses,
ya nadie reconoce la verdadera despedida
y ambas almas, duermen bajo la tormenta
que el corazón habrá de costarles;
la traición ya anticipada,
queda subyugada por la idea de un mañana mejor,
tal como aquellas desesperadas moscas;
y temo porque sea cierto
y tengan en cuenta ustedes la advertencia, de serlo,
porque si somos parecidos, aún en lo más mínimo
a aquellas pobres moscas
y orbitamos todas las copas de vino del mundo
y luego buscamos el romance más puro y efímero
solo por el temor de no morir solos
sepan,
que si no hay mañana para las moscas,
definitivamente,
tampoco lo habrá para nosotros
y seremos muerte
siendo total y completamente solos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario