El suelo era el solo sustento que su ya casi desfallecido cuerpo tenía. Su mano izquierda le bloqueaba la visión al blanco cegante de la alfombra, que acobijaba su cuerpo; Su ser físico.
Tendido en el suelo, creaba una suerte de divergencia entre lo real y lo irreal; Podía apreciarse el contraste entre una sala que parecía una obra fantasiosa, de una carne por la cual fluía vida.
Amanecer, la bruma del alba casi llegaba a ahogarlo; Logró despertarse, casi de milagro. Extrañado, supo posarse entre medio de la alfombra y las baldosas de la fachada de aquella estructura, situándose exactamente bajo el umbral de aquella gran puerta, dejando a entrar a dicha sala, un solo gran haz de luz, que casi quemándolo, terminó por despabilarlo.
Ignoraba la playa que lo rodeaba, ignoraba su nombre, su identidad; Sus recuerdos y pensamientos; Ignoraba la tan magnificente estructura arquitectónica en la que estaba dentro.
Luego de frotarse su frente y su sien por varios minutos, en un desesperado afán de hallar una respuesta, terminó de ser seducido y encantado por aquellas columnas, por los grandes ventanales, el concreto, el cemento, la alfombra y todo lo que lo rodeaba. Hacía falta solo un poco de paja para que aquella imponente construcción haga de un nido perfecto.
Experimentó con su percepción; Viendo desde determinados y distintos puntos de vista, la misma edificación; Más cerca, más lejos.
Paso a paso, a medida que sus ideas, en un vaivén desorganizado, iban mutando, transformándose, sus pies, a la par, sintieron la invasión por parte de la sal y de la arena; Ya había llegado a la costa.
Sin saber que hacer, y sin maravillarse de nuevo, solamente se limitó a posarse en un tronco seco a la orilla de la entonces, pleamar.
Sintió pequeñez por primera vez, luego de ver de reojo aquella construcción, que aún muchos metros de distancia, parecía mas grande que él; No podía soportar ver algo mas grande y mas hermoso. La detestó, la volvió a amar, y llego a despreciarla aún más.
Pero ¿Qué podía hacer un ser con afanes de grandeza y belleza, varado en soledad, en una isla aún más desolada?
Pero ¿Qué podía SER un ser con afanes de grandeza y belleza, varado en soledad, en una isla aún más desolada?
Entristeció su gesticulador, que supo dibujar un boceto de pena en su rostro; Solo quería ser grande y bello como el sol.
Quería ser como el sol.
Al comparar alturas y ver que sus dedos eran mas grandes que aquel incandescente destello, llegó a la conclusión de que era mas bello y mas hermoso; Solo necesitaba probarlo. Necio y terco, negó a prestarle atención a todo eso que su percepción, momentos atrás le había dicho; El quería ser el sol y para hacerlo, pretendía capturarlo entre sus manos; Lo quería tener, ya que no tenía duda alguna de que mucha gente le guardaba su respeto, su debido temor, y hasta algunos, en él, depositaban sus plegarias.
Era una suerte de solipsista en soledad, con anhelos de probar su grandeza ante todos; Desesperado por exhibirse como mejor.
Dejo de procrastinar en situaciones ideales y de un salto y un aleteo, de él, emergió un vuelo; Un vuelo que dejó atrás la piel, que ahora eran plumas, y que dejó atrás su ropaje, tendido en la playa.
Voló, y halló una bandada, a la cual se unió.
Despegaban al sur, todos aquellos pájaros, algunos antes humanos, como él, que solo se comunicaban entre miradas vacías y sonidos que solo aquellos ovíparos emanaban de sus largos y filosos picos; En cofradía, emigró.
Solo deseaba capturar al sol, aún en pleno vuelo, ya pensaba que hacer con él, cuando un fuerte viento dirigió su mirada a su primer nido; Provocando espasmos de éxtasis en todo su cuerpo, al verlo ahí, tan grande y tan bello, pero al verse a si mismo, mucho mas grande y mucho más hermoso que aquella maravillante construcción.
Giro en el amanecer. (Este)
Y voló.
Voló.
Cruzó la atmósfera, y siguió volando.
Voló hasta que por fin, en un gran esfuerzo, pudo capturar al sol entre sus plumas, y aunque ciego su luz lo había dejado, se bañó en toda la gloria personal que significó esa hazaña; Celebró, hasta darse cuenta que ese escenario fue solo un fugaz destello de agonía; Se calcinaba, y sus sueños le habían engañado, pero para cuando despertó, tal como en su fantasía, su mirada fue cegada por completo.
Y a punto de morir, ciego y agónico, voló un poco más, hasta quemarse por completo.
Pero su destello al explotar su cuerpo, y todo el trayecto que recorrió en aquel gran lapso de tiempo, fueron suficientes para que se convierta en la primera luz del amanecer.
Desprendiéndose del alba.
Y así, se convierto en lo más inmenso;
Y más hermoso nunca antes visto.
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