martes, 14 de abril de 2015

El sol siempre nace por el Este

El suelo era el solo sustento que su ya casi desfallecido cuerpo tenía. Su mano izquierda le bloqueaba la visión al blanco cegante de la alfombra, que acobijaba su cuerpo; Su ser físico.
Tendido en el suelo, creaba una suerte de divergencia entre lo real y lo irreal; Podía apreciarse el contraste entre una sala que parecía una obra fantasiosa, de una carne por la cual fluía vida.
Amanecer, la bruma del alba casi llegaba a ahogarlo; Logró despertarse, casi de milagro. Extrañado, supo posarse entre medio de la alfombra y las baldosas de la fachada de aquella estructura, situándose exactamente bajo el umbral de aquella gran puerta, dejando a entrar a dicha sala, un solo gran haz de luz, que casi quemándolo, terminó por despabilarlo.
Ignoraba la playa que lo rodeaba, ignoraba su nombre, su identidad; Sus recuerdos y pensamientos; Ignoraba la tan magnificente estructura arquitectónica en la que estaba dentro.
Luego de frotarse su frente y su sien por varios minutos, en un desesperado afán de hallar una respuesta, terminó de ser seducido y encantado por aquellas columnas, por los grandes ventanales, el concreto, el cemento, la alfombra y todo lo que lo rodeaba. Hacía falta solo un poco de paja para que aquella imponente construcción haga de un nido perfecto.
Experimentó con su percepción; Viendo desde determinados y distintos puntos de vista, la misma edificación; Más cerca, más lejos.
Paso a paso, a medida que sus ideas, en un vaivén desorganizado, iban mutando, transformándose, sus pies, a la par, sintieron la invasión por parte de la sal y de la arena; Ya había llegado a la costa.
Sin saber que hacer, y sin maravillarse de nuevo, solamente se limitó a posarse en un tronco seco a la orilla de la entonces, pleamar.
Sintió pequeñez por primera vez, luego de ver de reojo aquella construcción, que aún muchos metros de distancia, parecía mas grande que él; No podía soportar ver algo mas grande y mas hermoso. La detestó, la volvió a amar, y llego a despreciarla aún más.
Pero ¿Qué podía hacer un ser con afanes de grandeza y belleza, varado en soledad, en una isla aún más desolada?
Pero ¿Qué podía SER un ser con afanes de grandeza y belleza, varado en soledad, en una isla aún más desolada?
Entristeció su gesticulador, que supo dibujar un boceto de pena en su rostro; Solo quería ser grande y bello como el sol.
Quería ser como el sol.
Al comparar alturas y ver que sus dedos eran mas grandes que aquel incandescente destello, llegó a la conclusión de que era mas bello y mas hermoso; Solo necesitaba probarlo. Necio y terco, negó a prestarle atención a todo eso que su percepción, momentos atrás le había dicho; El quería ser el sol y para hacerlo, pretendía capturarlo entre sus manos; Lo quería tener, ya que no tenía duda alguna de que mucha gente le guardaba su respeto, su debido temor, y hasta algunos, en él, depositaban sus plegarias.
Era una suerte de solipsista en soledad, con anhelos de probar su grandeza ante todos; Desesperado por exhibirse como mejor.
Dejo de procrastinar en situaciones ideales y de un salto y un aleteo, de él, emergió un vuelo; Un vuelo que dejó atrás la piel, que ahora eran plumas, y que dejó atrás su ropaje, tendido en la playa.
Voló, y halló una bandada, a la cual se unió.
Despegaban al sur, todos aquellos pájaros, algunos antes humanos, como él, que solo se comunicaban entre miradas vacías y sonidos que solo aquellos ovíparos emanaban de sus largos y filosos picos; En cofradía, emigró.
Solo deseaba capturar al sol, aún en pleno vuelo, ya pensaba que hacer con él, cuando un fuerte viento dirigió su mirada a su primer nido; Provocando espasmos de éxtasis en todo su cuerpo, al verlo ahí, tan grande y tan bello, pero al verse a si mismo, mucho mas grande y mucho más hermoso que aquella maravillante construcción.
Giro en el amanecer. (Este)
Y voló.
Voló.
Cruzó la atmósfera, y siguió volando.
Voló hasta que por fin, en un gran esfuerzo, pudo capturar al sol entre sus plumas, y aunque ciego su luz lo había dejado, se bañó en toda la gloria personal que significó esa hazaña; Celebró, hasta darse cuenta que ese escenario fue solo un fugaz destello de agonía; Se calcinaba, y sus sueños le habían engañado, pero para cuando despertó, tal como en su fantasía, su mirada fue cegada por completo.
Y a punto de morir, ciego y agónico, voló un poco más, hasta quemarse por completo.
Pero su destello al explotar su cuerpo, y todo el trayecto que recorrió en aquel gran lapso de tiempo, fueron suficientes para que se convierta en la primera luz del amanecer.
Desprendiéndose del alba.
Y así, se convierto en lo más inmenso;
Y más hermoso nunca antes visto.

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