miércoles, 30 de diciembre de 2015

¿Por qué Habría de Creerte?

I

alzo bocanadas de aire muerto

me ensordece la brutalidad 
de mis labios rotos

y la garganta incendiándose
se pregunta por qué nunca ha dicho nada

II

por las miradas hurgando bajo mi piel

mis arterias desnudas,
se avergüenzan

y mi sangre fluyendo lentamente 
por ellas

casi no me llega al corazón

III

se fuga
y no vuelve

IV

árbol caído sobre pecho

aire a medio respirar

descomposición de mi palabra
sobre la tuya

y tan solo mirada

mirada abrumada
por ceguera

y cuerpos desconocidos

con tan solo 
un silencio

para dos

V

la tempestad se mece
en mis vientos 

ansiando fugarse
a una vida,

tradición de lo inusual

el imprevisto seca mi sol
y sin nada me deja

salvo mi tacto con el que veo,
pues mi mirada ya te pertenece

taciturno el cielo

luego explota

VI

resquebrajan raíces

cofrades de la pena
que nos reina,

mientras acobijan
tu eternidad

todas las flores secas del mundo

VII

si tu ser no se arriesga,

¿por qué habría de creerte?

VIII

mi péndulo orbita
sobre nuestros tiempos distintos,

entre pasajes
danzan sonrisas rotas

mientras

amalgaman su sentir
hasta que ría su pena

y no les cante

así dejan de danzar 

al son
de su tristeza

IX

resentimiento
del sentimiento

que se ha ido

y no ha vuelto

X

damas azuladas 
dejan su espuma en mis tobillos

y petrifican la sal

de este mar muerto,

ahogame en mi credulidad

y hazte el instante
que necesito

y hazte las rosas
que con sus espinas

dejarán correr mi sangre caliente

de mi cuerpo frío

XI

y fugate

y no vuelvas

martes, 22 de diciembre de 2015

Ante Todo

se han desordenado los espíritus,

la confusión de los cuerpos
petrifica al gesto,

y ante todo soy alma,

pero es la (mi) encarnación,
el impedimento

que no (me) deja ser;

y ante todo soy alma,

soy quien ha visto al tiempo agonizar
sobre pútridas agujas de reloj,

diseminando su eternidad en un segundo;

vaticinando la perpetuidad
de aquel silencio,

que se me ha arrebatado de los labios, 
solo para poder gritarme a mi mismo

que me calle;

y ante todo soy alma,

alma en desorden,
alma en violencia,
alma condenada y decadente,

alma por el amor y el odio a la condición humana,

alma encarnada a un cuerpo quieto,
que nada significa,

y ante todo soy alma,

un alma libre
que jamás tanteó la libertad,

y soy (sin querer serlo)

un cuerpo,

que le arrebata la vida,
sentir a sentir,

al alma

que soy realmente;

y ante todo soy alma,

alma que en su desorden,
ruega por perder al cuerpo al que está atada

para poder sentir 

lunes, 14 de diciembre de 2015

Del Otro Lado del Horizonte

el huracán de cien tormentos
ha retraído mi valentía;

jamás viviré del otro lado del sol

traicioné mi libertad
y a mi mismo me he confinado,

ahora,
ahondando el pozo

donde hundiré mi cuerpo,
solo para no verme,

ahogo mi garganta en la tierra,
donde la sangre

se ha secado,
volviéndose barro,

y volviéndose la vida

que me falta;

mi respiración,
volveré una con el alba,

para que sea amanecer;

faltándome el aire
que la mañana, al caer

le devolverá a mi pulmón

y en vida,

me hará tragar la tierra
que olvidé en mi garganta,

que cortará la carne de la misma,
desangrando la voz

que tanto le hace falta al viento

y jamás podré darle; 

ahogándome,

el pozo de mi cuerpo es el mar
donde reina la sangre antes mía,

donde mi voz canta, a pesar de haberse ido,

y donde llueve hacia arriba
tornándose el cielo, rojo.

para lloverme

sobre el huracán que ha asesinado al viento;

que la sangre
fluya sobre el lamento,

que lo salvaje me arranque el alma 
de mi pecho frío,

y ya no quede nada,

salvo el sol,
saliendo sobre donde mi voz no canta

para así, yo poder verlo

donde sea de noche,

observando con mi valentía junto a mi,
el horizonte,

pero del otro lado

domingo, 13 de diciembre de 2015

Moscas

la lluvia,

el ruido blanco
de la televisión apagada;

las moscas que han perdido el rumbo

viven orbitando
la copa de vino del día anterior

y buscan, con vuelo desorientado,
un par de labios indiferentes para besar antes que la noche caiga

sobre ellas

y así evitar morir en soledad;

¿cuantas almas se funden cada noche,
en un abrazo con un edificio en llamas?

¿cuantos anhelan el calor,

y se mienten a si mismos
una y otra vez?

y entonces,

luego de tantos adioses,
ya nadie reconoce la verdadera despedida

y ambas almas, duermen bajo la tormenta
que el corazón habrá de costarles;

la traición ya anticipada,
queda subyugada por la idea de un mañana mejor,

tal como aquellas desesperadas moscas;

y temo porque sea cierto
y tengan en cuenta ustedes la advertencia, de serlo,

porque si somos parecidos, aún en lo más mínimo
a aquellas pobres moscas

y orbitamos todas las copas de vino del mundo

y luego buscamos el romance más puro y efímero
solo por el temor de no morir solos

sepan,

que si no hay mañana para las moscas,

definitivamente,
tampoco lo habrá para nosotros

y seremos muerte
siendo total y completamente solos

Rosas para la Muerte y la Inocencia

rechinan los dientes 
dentro de un cuerpo rígido,

se nutre la penumbra
de los latidos, que al corazón le roba

en el silencio del intervalo de los mismos;

ni un pellizco de un tórrido sol 

avivará la voz,

que acallada bajo la estela
de un temor [aún arraigado a su piel]

de su garganta ha huido

palabra a palabra,
desvaneciéndose

como grito,

cual adiós;

la piel enhebra impedimentos 
para no dejar solos a los huesos rotos,

que ha de recubrir
con su tersura,

mientras la espina, prometiéndole un pétalo,
invita a la sangre a caer

como relámpagos crujiendo 
el cielo negro, mientras aguardan por la lluvia,

[llanto truculento]

que cae desde el iris más claro
repiqueteando sobre la piel,

por la cual la sangre escapa
con un pedazo de ilusión

y cien promesas vacías;

desblandándose por la sed, el cuerpo,
va cayéndose a pedazos,

por la espina que jamás trajo su flor;

a la muerte, su engaño

la rosa, 
devora al corazón

y la penumbra abrazará al jardín

que arropará los restos del ingenuo
[aquella piel, aquella voz, aquella sangre]

entre raíces y olvidos,

bajo tierra reseca,
que cuna del musgo, será el vestigio

de pasos ilusos,
y agónicas lágrimas

que al pasto besaron por última vez;

haciendo de la sal,
brotar, en el campo donde reinan las sombras que decorarán mi muerte

una rosa, 
hambrienta de vida

que cautivará mi sangre

y detendrá mi corazón



Escrito con Felix

jueves, 10 de diciembre de 2015

Ardores

ardor de un despojo,

mi voz hecha añicos
y el foco intermitente

que me hace desaparecer

de a ratos;

ardor de la inacabable realidad,

tal vez  el vestigio de lo que vendrá
sea atesorado en un olvido

y no persista;

el umbral de mi puerta ha huido

y no he tenido oportunidad
de cruzarlo por última vez,

pero aún así,

diez ratas roen las bisagras inexistentes
del vacío que quedó,

pobres y hambrientos
sus cuerpos sin calor,

sobre ellos cayó la noche

y jamás amaneció de nuevo;

[desconozco si el mundo ha acabado ya,
mi ventana muestra solo lo que hay adentro

y afuera no sé que pasa]

ardor de un espejo,

cristales hechos trizas,

me veo rodeado de mi mismo,
pero no persisto,

caigo al suelo
y ya no existo;

mi cama se ha alejado de la posibilidad de un sueño

la imaginación, rota,
gotea felicidad hecha tristeza

y sacian su sed, las ratas

que han irrumpido en mi silencio
para roer mi carne,

a pesar de que me haya ido
ya hace tiempo;

lamento no haber tenido
la oportunidad de respirarme por última vez,

y lamento que ni un sorbo del presagio más cercano
tocó mis labios;

a medio aire

huí sin querer hacerlo
y aún muerto
tengo el pecho a punto de estallar;

tal vez las ratas

al capturar mi corazón,

revienten mi piel avejentada
con su hambre

y hagan nacer un viento
que traiga alguna flor para mi

y haga que la única luz de mi habitación
desaparezca,

así puedo dejar de aparecer
y seguir apareciendo,

así puedo verme

completamente fuera de este mundo
                                                                                        [aun estando en el]

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Sueño de Sangre

sueño fuera de mis sueños
(fuera de mi cama),

sobre la madera podrida,
donde los tendones de mis pies

abocan a la más inútil cautela;

crujen mis pasos sobre árboles muertos
que lloran sus raíces,

atrapando mi silencio
para perpetuarlo en la constancia

de un eco de tristeza;

que resonando por cada rincón
de mi casa,

desprenderá, como hielo,
dagas de concreto que caerán por una eternidad (y un poco más)

y terminarán por clavarse en mi garganta,

cortándome el aire;

y no será el filo del cuchillo,
sino el de la pena,

[a la cual tanto me aferro]

el que detendrá mi pecho a medio respirar

y me cortará el aire;

los árboles han desprendido sus raíces al vacío

y yo he echado raíces
en su vacío podrido;

con mi cuerpo, inmóvil en la madera silenciosa
en la cual aún sueño

mirando al techo,

esperando conmoverlo
para que desprenda aquellas dagas de concreto,

que como escombros, caerán, 
cortando mi garganta;

para que mi voz se pierda,

entre la sangre de la misma,

desparramada sobre esta madera muerta,

mientras el techo, 
que en cielo se habrá de convertir

deja nacer y entrar a la luz,

que dejará ver como todos los escombros me arropan,
mientras permanezco aún, sobre aquella madera muerta

en la que soñaré

con la muerte
y la destrucción que me habrán de sobrevenir,

dentro de una tristeza y un poco más

tal vez,

Duda

me hierven los momentos
que nunca han sido,

porque serán aquellos
quienes harán nacer

a la duda que tendré

tras un despertar,
al pasar la mañana;

esclava es mi respiración
de la corriente que guía al barro;

pues así,

ahogándose mi sangre
en la tierra eterna,

teme enfrentarse al pensamiento

y pues así,

mi corazón teme sentir

por aquellos nombres 
que jamás han sido nombrados

ni han existido,

por eso debo temer
sentir por mi

y temo,

temo jamás haber sido
y que mi respiración

responda a otro pecho

y que el barro que soy,
jamás haya sido parte de mi cuerpo;

temo dudar
por los momentos que no han sido,

e hiervo por tal duda;

hervirá mi tan llamada alma

mi tan llamada piel
y aquello que parece ser mi cuerpo

y seré un vapor
que quemará tanto como el fuego

incendiando la curiosidad
de una piel que trata de seducir al aire

con delicadeza;

seré un vapor

que más temprano
que tarde

será asesinado por el viento

y no será más nada

(porque tal vez, jamás lo fue
porque tal vez, jamás lo fui)