estos roces que se conciben
bajo el velo rutinario,
que rodea tu ser;
regalándole a la piel,
la ilusión de calor;
malentiende,
estas palabras,
cuya ambigüedad,
condena a sus letras,
a vagar,
suspendidas en el aire,
de a poco, captando tu atención,
y confundiéndote,
entre los tantos sentidos,
que les brindas,
piensa, malinterprétalas;
malentiende,
la profundidad de este mar,
que ahora crece,
siente,
pies remojándose,
parpadea e inúndate;
malentiende,
la rapidez,
con la que este fuego ahora se prende,
enciende,
las llamas condenan las vidas de estos seres,
comprende,
la vida nunca va más allá de la muerte;
malentiéndete;
olvida, y de nuevo, apréndete,
regálate la posibilidad,
de sentir cada sensación,
como si fuese la primera vez;
y escápate,
olvida, y de nuevo, conóceme;
malentiéndeme,
tergiversa este cuerpo,
esta voz,
esta sed,
y este sol;
que tanto tiempo lleva en mí,
y que quedo con un poco de tu calor,
dáselo a tu piel,
no le des una ilusión;
y como tanto recuerdas,
ahora olvida;
y márchate,
no querrás perderte del día;
ve, junto a tu luz,
y tu voz que será tu guía,
y déjame,
darle un abrazo a tus pensamientos
antes de tu partida,
y les susurraré a su oído,
pidiéndoles que me malentiendan;
toda la vida,
No hay comentarios.:
Publicar un comentario