miércoles, 3 de diciembre de 2014

Espalda

mi último recuerdo;
fue su espalda,
su espalda;
que casi lograba perderse;
entre las sombras,
que la noche vestía;
orgullosa,
en aquella vertiginosa ocasión,
la ansiedad,
crecía,
mis pasos se hacían cada vez,
mas livianos,
mas,
y mas,
suaves;
casi flotaba,
pero la gravedad de una espiral de éxtasis,
que me quería ahogar,
para así poder controlarme,
me retenía en tierra;
pero podía retenerme;
en mi mismo,
mi respiración;
que tan agitada se encontraba,
expulsaba aire caliente,
que dibujaba vapor en el aire;
que se disipaba,
con el solo bailar;
de mi mano,
el movimiento de mi mano;
era tan frenético,
como escaso,
la ansiedad aumentaba,
y ya solo mi mente;
podía retenerme,
mis ojos eran,
como dos soles negros;
las pupilas se dilataban;
la ansiedad me carcomía,
la gravedad aumentaba;
y me retenía,
mientras solo quería irme
di un paso más,
me liberé;
floté y volví a caer,
el éxtasis;
me volví mas liviano,
la ansiedad me carcomía;
los músculos temblaban;
el suelo,
me llamaba;
el cielo,
también;
y allí la vi,
su espalda,
oh;
su espalda,
me llamaba,
mas que nada,
el cielo podía esperar,
el suelo podía esperar,
pero yo no,
parecía estar esperándome,
yo;
no había percatado ningún movimiento de su parte,
pero estaba ahí,
solo estaba ahí;
oyendo cada paso que tímidamente daba,
como una copa de cristal,
desplomándose contra el piso;
me sentía;
y,
mi respiración,
me delataba,
cada paso;
me ponía mas cerca de sus hombros,
y temblaba,
y yo también,
sollozaba,
y yo ansiaba por gritar de placer,
mis pies, querían llorar,
pero ya estaba perdido,
en el éxtasis;
de la tensión,
esa tensión,
era lo más gratificante,
que podía llegar a sentir,
aquel momento de incertidumbre;
de parte de ambos,
era lo que,
volvía idiota mi cuerpo,
y a mi también,
nos desconocíamos,
pero por dios,
como me hubiese encantado conocer,
que se escondía, detrás,
de esa sombra física,
y;
mis músculos se relajaban tanto;
que me mantenía parado;
solo por casualidad,
cerraba los ojos;
para poder imaginar,
que ese momento duraría para siempre,
y los abría,
solo para descubrir;
que estaba a un paso de distancia de su 
espalda,
y lo dí,
mis pies gritaron de dolor,
y yo de placer,
y; 
con mi mano temblando,
casi como pidiendo permiso,
tomé su pelo,
lo acaricie,
despacio;
tomándome el tiempo;
para conocerlo,
y oía gotas,
caer,
de la lluvia de sus ojos;
su llanto era solo físico,
las lágrimas brotaban,
pero parecía no sentir;
ni una emoción,
y si la satisfacción no era mutua;
no tenía caso que viviésemos;
los dos,
que sentido tendría?
y aquello fluía por mi mente;
caí desplomado de espaldas,
sentí el frío del suelo,
recorrer toda mi piel,
erizando hasta la última parte de la 
misma;
ella se tambaleaba,
pensaba en caer;
lo único que veía,
era su espalda,
oh,
su maravillosa espalda;
y mis músculos temblaban,
mi mente tambaleaba;
justo como hacía ella;
el éxtasis,
dominaba mi mente,
estiré la mano;
intenté alcanzarla;
pero estaba muy lejos,
y seguía tambaleando,
parecía que nunca iba a caer;
quería acariciarla,
de nuevo sentir dolor,
y gritar de placer;
quise alzar la vista,
pero mi cabeza estaba bloqueada,
la gravedad me sostenía,
de nuevo me quería;
me retenía,
no me soltaba,
y allí cayo;
oh si,
lo primero que vi,
su espalda,
estiré el brazo,
la acaricie,
ella lloraba
pero aún así,
no decía nada,
yo temblaba;
cerré los ojos,
dominado por el placer;
sentía el tacto con su piel,
oh su hermosa piel;
y de pronto,
sangre;
que;
se escapó de su interior,
tiño su piel;
que,
cortada,
dejaba a la sangre;
libre, 
ser,
y con mis dedos;
capturé dos gotas,
que mezclé con sus lágrimas;
para simular estigmas,
apretaba mi labio con mis dientes;
y ella,
apretaba mi mano con los suyos,
dejé que un poco de sangre se escapara 
de mi;
así la suya no se sentía tan sola;
mis pupilas,
tan dilatadas,
tan extasiadas estaban;
que sentía que cubrían mis ojos por 
completos;
cegado,
deje de ver,
solo sentía palpitaciones de mi corazón,
que parecían ir;
cada vez más rápido,
me agitaba;
sudor, 
como cascada,
caía de mi frente;
bañándome;
bañándola,
tan sucio me sentía,
que me limpié con su sangre,
pero me di cuenta que la había 
profanado;
no podía haberle hecho eso;
a tan hermosa cosa;
idiota fui,
la dejé morir,
con su sangre en mi;
cual cobarde,
huí,
bañándome no solo en su sangre;
si no en mis remordimientos,
escuchaba,
a lo lejos,
pequeños gritos de alivio,
porque ella sabía que la muerte estaba 
por besar sus labios,
pero yo,
seguía vivo;
y cual cobarde,
me había escapado;
y de pronto,
sirenas;
sus cantos,
inundaron el lugar;
mi mente;
el sonido,
era infernal;
y yo,
solo corría,
atormentado,
arrepentido;
escuchando las sirenas,
y sus gritos de placer,
al sentir,
que la muerte la alcanzaba;
me frené,
miré hacía abajo;
estaba bañada en sangre,
su sangre;
y parte de la mía;
estaba desaliñada,
pero a su manera;
linda,
como un cadáver podía serlo,
acelerado;
huía,
pero me detuve;
para observar la creación;
que con la destrucción de un ser;
había emanado,
de mis propias manos;
de mis cortes,
brotaba sangre;
se mezclaba con la de ella,
de nuevo;
todavía sentía,
el tacto de su piel,
su mirada,
su espalda;
escuchaba un último,
y extendido grito,
que tan suave se oía;
tan placentero parecía ser;
que uno no creería;
que la vida se le hubiese arrebatado;
uno creería;
que la había dejado ir,
y detuve;
mis pensamientos,
porque recordé
que tenía que seguir huyendo,
las sirenas,
sonaban,
cada vez más cerca;
me perseguían;
intenté huir,
la gravedad me ató;
me retuvo contra el suelo;
la ansiedad me colmó,
volvió;
y el éxtasis,
mi mente no respondía;
solo corría,
hacía donde,
nunca antes, había estado en mi vida;
y poco a poco,
me adentré,
en la oscuridad,
perdiendo las sirenas,
la paz parecía tomar las riendas,
de aquella situación,
sentía el viento soplar,
y sentía que podía ver;
las hojas del viento,
desprenderse de los mismos,
como mis recuerdos;
se desprendían de mi mismo,
volviéndose algo totalmente;
ajeno a mi,
y mi último recuerdo;
había sido,
su espalda.

(Escrito con Demian Suarez)

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