un sol nublado;
ilumina una sala,
que ya,
hace tiempo;
había perdido su luz,
las velas;
hace ya tanto se apagaron,
que su cera,
ahora decora la mesa;
donde las había olvidado,
y el frío,
en la oscuridad,
se siente mucho,
mucho,
más helado;
me cobijo,
bajo el calor,
de aquel sol nublado,
que cuando se apague;
no será nada,
un sol apagado;
no es nada,
y de mi, nada quedará tampoco,
tan vacío,
tan helado,
tan poco iluminado;
pero el fuego,
nacerá;
solo para consolarme;
porque arderá,
en mi mesa;
en mis ventanas;
en mi televisión;
y en mi sala,
que estará;
más iluminada,
y cálida;
que,
nunca.
(Foto: Maite Malnero)

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