jueves, 7 de mayo de 2015

La Rebeldía de la Forma

los cuerpos suelen hallar la distorsión,
en el exacto momento luego de haber alcanzado,
su objetividad física;
es así como,
sus formas, sus contornos,
sus líneas, sus volúmenes,
su peso, sus colores,
encuentran calma en la transición;
en un vórtice de subjetividad pura
que las deforma y las reforma,
a mero parecer;
y no son solo las manifestaciones consideradas físicas,
aquellas afectadas;
si no expresiones tales como el sonido o el mismísimo sentir,
que irónicamente, saben manifestarse físicamente en nuestro ser;
el proceso,
con afanes de cambio total y puro,
destruye completamente la melodía,
los colores, las técnicas,
las formas, los contornos,
las líneas y volúmenes,
el peso, el pensamiento,
asesinando, también, la creatividad,
el esfuerzo, los mismísimos sentimientos plasmados en aquellas expresiones;
y la sed, solo momentáneamente,
saciándola con una gota de indescriptible belleza,
para luego ponerle un desierto encima;
y desolación sería a lo que la sed estuviese condenada,
si no fuese por aquella espiral de variación;
que sabe entonar una nueva melodía,
una nueva forma, una nueva pintura,
una nueva idea;
y una nueva gota de belleza;
pero no buscando desesperadamente, otorgarle un consuelo a la sed,
si no, con el objetivo de buscar el cambio;
de buscar la vanguardia,;
de buscar la defensa ante las imponentes fuerzas de la monotonía;
la forma en todo su esplendor, trata de hacernos entender,
que la distorsión misma asesina y hace nacer,
y que nosotros mismos, sabemos atravesar,
dicha sucesión de factores que derivan en algo nuevo;
la alteración,
es quien derritió los relojes que el mismo dalí quiso pintar,
es quien desordenó los dibujos de picaso,
y retorció la mente de bukowski;
la alteración es cambio,
es distorsión,
es expresión,
es muerte, es nacimiento;
es rebeldía;
la rebeldía de la forma,
y del sentir;
al estar nosotros condenados,
la única libertad que se puede hallar,
es aquella que dicha rebeldía posee en su haber,
hemos de estar limitados en creatividad,
en habla, en pensar, en sentir, en hacer,
pero es la forma quien no lo está;
y es ella, 
quien a nosotros, utiliza como voceros,
manifestándose a través de nuestros cuerpos,
voces, y pensamientos;
mutamos todos,
y es la forma quien nos hace mutar;
sabe también, tergiversar su propia creación,
asesinándose a si misma;
desangrando la tinta que narrarán un verso,
o escribirán una canción,
o pintarán una pared,
mezclándose con la sangre de todos nosotros;
el resultado deslumbrará por un diminuto lapso del tiempo,
mientras que la transformación,
de la mano con nuestra sed, oscilan entre una y dos eternidades;
insaciable ésta última,
que de su boca, han pesado centenares en aridez,
emergiendo la belleza en el oasis,
y perdiéndose en la tormenta;
la sed es la que alimenta a la forma,
es la avaricia, la codicia,
es el afán y el anhelo por divinidad,
es el aliento de millones de almas en pena,
rogando por una pequeña muestra de vida;
y es, junto a la forma,
quienes conforman la rebeldía de la misma,
acarreando centenares de cristales rotos,
para edificar un ventanal,
y también la piedra, que indudablemente,
la destruirá;
la creación, en todo lo que representa,
se ve alimentada por estos dos factores,
quienes la construyen y deconstruyen;
mientras que nuestros ojos,
se abren a la par de las comisuras de nuestras bocas,
al presenciar ellas,
un espectáculo de esta índole,
la creación, el nacimiento,
afianzados y correlativos, a la destrucción y la muerte;
y se sorprenden,
cada tanto,
de lo que pasa entremedio;

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