a dónde es que aguarda la realidad,
por un cuerpo que la habite?
en mi piel ya se siente su deseo,
y su tristeza, desprendiéndose,
deslizándose,
pena a pena, hacia mi ser;
ahogándome en lágrimas de penumbra;
haciendo de mi ser un lamento,
y soy ese lamento,
que el mismo desconcierto,
que causa la lejanía de realidad,
genera;
y aún así,
en toda mi pesadez,
casi despojado de razón alguna,
respondo a todo llamado,
que la verdad me haga;
porque soy el hijo del dudar;
y en una remembranza,
atisbo allá mi hogar,
un plano etéreo,
donde mi carne creciente,
oscilaba,
entre la nada y el ser;
y soy el ser de la nada misma;
que me ahogen las penas de la realidad,
mientras mi constante duda me aqueja;
quiero que mi piel,
pueda sentirse a si misma,
y que mi carne,
ya sea oscilante entre debilidad o la fortaleza,
se desgarre a si misma, para liberar mi alma;
y que aquella, quede resguardada,
en un vestigio de verdad;
porque sé que si mi cuerpo se pudre,
al conocerse con el tiempo y su apresurado paso;
mi esencia perdurará,
en un constante peregrinaje,
extrañando su forma,
y llorando cual lamento,
abrazándose, como consuelo,
con la misma realidad,
puesto que para ese entonces,
las dos estarán solas,
y llorarán,
por compañía,
dejando su deseo en alguna piel desesperada;
que volverán lamento, pena,
y ser eterno,
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