alzánse,
ecos de gargantas ahogadas en sobresaltos;
que fúganse del tímpano idiota,
y recaen como supercherías plagadas en basteza,
sobre los recovecos de la putrefacción,
de la carne y su razón;
el eco evoca,
aquellas petulantes miradas,
que los hoy ahora esclavos de ensoñaciones,
ostentaban, ante el débil;
y hoy el débil,
en espíritu permanece afianzado,
a una ligera convicción;
"débiles ellos!
sus pasos solo acarrean,
meras pretensiones de codicia"
su delirio,
eliminó la cordura;
dejando,
solo;
esporádicos espasmos de realidad en fantasías;
y ante el temor a la insensatez
irónicamente, presumen su realidad adormecida!
mientras se resquebraja a piel;
y un desierto nace de ella,
donde su oasis,
cae del cielo;
desde el tanteo lagrimal,
de una realización;
que da cuenta,
que el sueño,
despertó;
enajenación;
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