¿dónde yacerá hoy el recuerdo de los pueblos que han sido,
y han muerto al pie de un balcón?
ríe el tiempo, que consigo se ha llevado,
vidas enteras, que él mismo ha transformado en eternidad,
me he negado a ser cofrade del minuto;
el reloj, deja oír del péndulo, su latido,
que palpitación tras palpitación,
su corazón, intenta seducirme;
no seré sosegado por constancia ni por amor,
ni seré cegado por el sol;
aquel, que ensangrenta al ocaso
[noche]
el reloj detendrá su marcha,
me aferraré a esta falta de tiempo,
abrazo la transición de un día al otro,
que se muestra eterna para el mismo reloj;
que atravesará el día con dificultad,
retomando su marcha;
despojándome de mi pausa,
casi eterna;
sangra el sol sobre el crepúsculo,
[alba]
¿dónde yacerá mañana mi recuerdo tras haber sido?
moriré en mi balcón, de pie,
[nunca seré tiempo]
latirá el corazón del reloj,
siempre vivo,
el mío, en contrapunto,
cesará
[jamás seré minuto,
jamás volveré a ser]
viernes, 28 de agosto de 2015
jueves, 27 de agosto de 2015
Detrás del Sol
¿que me aguardará tras la luz?
ácaros hambrientos,
han de visitar,
el confín de mi sentimiento más remoto,
para hacerme vivir;
a través la luz que brilla detrás del sol,
aquella,
que quemará mi cuerpo,
liberando mi alma,
que alguna vez fue flor,
pero que hoy, es solo un pétalo marchito;
siendo así,
solo lloraré mi tristeza más verdadera,
y de su brillo, desistirá el astro;
la desolación intentará cavar parte de mi tumba,
y,
cesará,
el día;
el sol se desvanece en eternidades,
así también, la desgracia que camina junto a mi,
reflejo de mi cuerpo;
pronto será de noche;
¿y que luz me dará sombra,
cuando ésta caiga?
cuando las horas pasen,
y sea yo, el único despierto,
cuando todo lo demás duerma;
lloraré viendo a mi vida dormir,
en pensamientos,
me preguntaré que sueña,
y le robaré un cariño,
antes de irme;
mi tristeza será calma,
y mi fidelidad,
será traición;
(tal vez sea partícipe de la pesadilla,
que sueña, atemorizada la vida)
pero en contrapunto a ella,
bailando estaré con la muerte,
y danzaré hasta el hartazgo;
y nunca, la vida se habrá enterado de mi traición,
hasta que sea demasiado tarde,
y sea yo la luz que brille, detrás del sol;
ácaros hambrientos,
han de visitar,
el confín de mi sentimiento más remoto,
para hacerme vivir;
a través la luz que brilla detrás del sol,
aquella,
que quemará mi cuerpo,
liberando mi alma,
que alguna vez fue flor,
pero que hoy, es solo un pétalo marchito;
siendo así,
solo lloraré mi tristeza más verdadera,
y de su brillo, desistirá el astro;
la desolación intentará cavar parte de mi tumba,
y,
cesará,
el día;
el sol se desvanece en eternidades,
así también, la desgracia que camina junto a mi,
reflejo de mi cuerpo;
pronto será de noche;
¿y que luz me dará sombra,
cuando ésta caiga?
cuando las horas pasen,
y sea yo, el único despierto,
cuando todo lo demás duerma;
lloraré viendo a mi vida dormir,
en pensamientos,
me preguntaré que sueña,
y le robaré un cariño,
antes de irme;
mi tristeza será calma,
y mi fidelidad,
será traición;
(tal vez sea partícipe de la pesadilla,
que sueña, atemorizada la vida)
pero en contrapunto a ella,
bailando estaré con la muerte,
y danzaré hasta el hartazgo;
y nunca, la vida se habrá enterado de mi traición,
hasta que sea demasiado tarde,
y sea yo la luz que brille, detrás del sol;
martes, 25 de agosto de 2015
Purgatorio
;
fui calma,
fui olvido
y luego recuerdo;
y finalmente, fui olvidado,
no me conmovieron,
ni aún, los sentires más verdaderos;
ni un sentimiento se esbozo en mi forma pasada,
y yo, hoy luz de lúgubre fulgor;
observo mi cuerpo,
tendido en olvido, con cierta nostalgia;
y atisbo mi sangre,
entremezclada con la forma de vida primera,
que juntos, harán brotar seres de ésta tierra;
pronto fluiré en otro cuerpo,
y me fugaré de éste interminable purgar;
a donde reine la libertad del diálogo,
y el timbre de mi voz,
que tanto anhelo;
deseo,
y solo veo,
las fauces donde en mí habitaba,
la vívida palabra,
y caigo en cuenta,
que de ellas, hoy no queda nada,
ya me he vuelto silencio;
fluiré en otro cuerpo,
y huiré de la muerte;
nunca seré luz,
ni espíritu de ella;
habré de rabiar junto al alba,
hechos uno,
seré tempestad,
y eterno recuerdo
jamás olvido,
jamás olvidado;
fui calma,
fui olvido
y luego recuerdo;
y finalmente, fui olvidado,
no me conmovieron,
ni aún, los sentires más verdaderos;
ni un sentimiento se esbozo en mi forma pasada,
y yo, hoy luz de lúgubre fulgor;
observo mi cuerpo,
tendido en olvido, con cierta nostalgia;
y atisbo mi sangre,
entremezclada con la forma de vida primera,
que juntos, harán brotar seres de ésta tierra;
pronto fluiré en otro cuerpo,
y me fugaré de éste interminable purgar;
a donde reine la libertad del diálogo,
y el timbre de mi voz,
que tanto anhelo;
deseo,
y solo veo,
las fauces donde en mí habitaba,
la vívida palabra,
y caigo en cuenta,
que de ellas, hoy no queda nada,
ya me he vuelto silencio;
fluiré en otro cuerpo,
y huiré de la muerte;
nunca seré luz,
ni espíritu de ella;
habré de rabiar junto al alba,
hechos uno,
seré tempestad,
y eterno recuerdo
jamás olvido,
jamás olvidado;
domingo, 23 de agosto de 2015
Incendio
la arbitraria seducción del viento,
acarició las ruinas,
de un cimiento devastado,
reordenándolas;
del flamante hogar,
había de surgir el nido,
donde la vida de los cofrades,
se habría de gestar;
poco a poco,
el vientre se llenó del calor,
de la vida latente,
y la luz dio a luz,
a cientos de pequeños lumbres,
que retozaban como jolgorios,
por aquel hogar, conmovido por la vida nueva;
los pequeños fulgores crecían rápido;
sus chispas, detonaban en sus tantos vaivenes,
que sobresaltaban, cada tanto,
a la edificación que los contenía,
y de alguna forma,
los apreciaba;
su fulgor se acrecentó,
las primeras llamas tantearon la superficie,
del suelo de aquella estructura,
la humedad cubrió sus paredes como sudor;
el calor,
cada vez se mostraba mas insoportable;
el tiempo como aire,
las avivaba cada vez más,
nutriendolas de la fuerza natural del fuego mismo;
pronto,
aquellos pequeños cofrades se unieron;
su cofradía,
el incendio;
quemaron hasta el sollozo mas silencioso del hogar,
que los vio crecer,
eran la única luz en la oscuridad de la lejanía,
el hogar lloró dolor,
mientras se pulverizaba su manifestación física;
el incendio,
fue apaciguándose;
el viento, expectante,
avivó las llamas débiles,
que finalizaron el siniestro;
ambos ardieron aquella noche,
luego, no quedó nada;
solo cenizas,
que fueron acariciadas,
por la arbitraria seducción del viento,
que quiso reordenarlas,
pero nada pudo hacer,
y solo se limitó a soplarlas,
más allá;
el hogar cesó su ciclo,
el incendio, buscó otro cimiento,
para quemar,
aún no hay luz en la lejanía,
tal vez se esté gestando,
en otro,
hogar
acarició las ruinas,
de un cimiento devastado,
reordenándolas;
del flamante hogar,
había de surgir el nido,
donde la vida de los cofrades,
se habría de gestar;
poco a poco,
el vientre se llenó del calor,
de la vida latente,
y la luz dio a luz,
a cientos de pequeños lumbres,
que retozaban como jolgorios,
por aquel hogar, conmovido por la vida nueva;
los pequeños fulgores crecían rápido;
sus chispas, detonaban en sus tantos vaivenes,
que sobresaltaban, cada tanto,
a la edificación que los contenía,
y de alguna forma,
los apreciaba;
su fulgor se acrecentó,
las primeras llamas tantearon la superficie,
del suelo de aquella estructura,
la humedad cubrió sus paredes como sudor;
el calor,
cada vez se mostraba mas insoportable;
el tiempo como aire,
las avivaba cada vez más,
nutriendolas de la fuerza natural del fuego mismo;
pronto,
aquellos pequeños cofrades se unieron;
su cofradía,
el incendio;
quemaron hasta el sollozo mas silencioso del hogar,
que los vio crecer,
eran la única luz en la oscuridad de la lejanía,
el hogar lloró dolor,
mientras se pulverizaba su manifestación física;
el incendio,
fue apaciguándose;
el viento, expectante,
avivó las llamas débiles,
que finalizaron el siniestro;
ambos ardieron aquella noche,
luego, no quedó nada;
solo cenizas,
que fueron acariciadas,
por la arbitraria seducción del viento,
que quiso reordenarlas,
pero nada pudo hacer,
y solo se limitó a soplarlas,
más allá;
el hogar cesó su ciclo,
el incendio, buscó otro cimiento,
para quemar,
aún no hay luz en la lejanía,
tal vez se esté gestando,
en otro,
hogar
jueves, 20 de agosto de 2015
Manos
las manos ejecutaron la mutilación,
hundiendo y ahogando la sangre y el cuerpo
diluyendo su pureza;
y extinguiendo lentamente su aullido,
luego, las causantes, efectuaron su huida;
y una luz tras el siniestro,
sobre el recuerdo del padecimiento se posó;
que cegó mi sed,
despertándola;
mi boca pues así,
chorreó del agua ensangrentada,
desvaneciéndose el pensamiento,
tras haber corrompido la divinidad de dicho elixir,
mis manos,
de mí, se alejaron miles de días;
mi mente atrapada en el presente desesperó,
pululearón las lágrimas pavorientas,
bajo el párpado indiferente,
aún así, el pensamiento,
ideo la forma de hallar la calma de donde solo se había presentado la confusión,
solo la mente sabía como;
el vaivén, del andariego pensar,
púsose en marcha nuevamente,
luego del despertar de su razón;
que inmediatamente,
engendró una idea,
aquella gesta,
digna de una narración extraordinaria,
realizó un secuestro a la movilidad de la piel,
del cuerpo;
la tersura de la misma,
permaneció estática durante la deliberación del pensar;
la mirada, no partícipe de la idea,
se enterneció con la nostalgia,
que la ausencia de las manos en el cuerpo dejaba sentir;
emanaron lágrimas sus comisuras,
y la sal alimentó mi sed saciada,
dormida,
y olvidada en algún recóndito lugar de mi cuerpo;
irónico era el contrapunto de mi ser,
fluido el pensar,
y estancado el movimiento;
estancada la piel y la mirada,
juntas, se avejentaron,
y agrietaron sus células;
la mirada, ya harta de llorar para mantenerse viva,
terminó por secarse y amigarse con la ceguera,
miles de días transcurrieron,
en tinieblas para mí;
mi mente flameaba su jovial función,
aún prevaleciendo la formación de la idea,
ya anciana como mi cuerpo
que se desmoronaba,
cayendo pedazo a pedazo;
mis manos,
estáticas como mi cuerpo,
en la continuidad del tiempo, me hallaron;
se conmovió mi mirada,
y la tristeza,
inundó el vacío donde antes estaban mis ojos;
pero dichas manos,
para ese entonces no me pertenecían,
ni a mi, ni a nadie;
sus ideas eran propias,
al igual que sus intenciones,
lo conmovedor mutó en miedo;
pavor en la piel y en la mirada inexistente,
mis reflejos permanecían estáticos,
inamovible se mostraba mi cuerpo;
el corte, dejó escapar gran parte de mi vitalidad,
la mirada aún recordaba el color rojo;
no lo veía para ese entonces,
pero lo sentía,
sentía su caída y sentía el dolor;
sintió la agonía,
la piel permaneció en silencio;
el ser fue aniquilada en instante,
del último latir del corazón,
ajeno a todo;
luego, las manos hundieron la sangre y el cuerpo
(mi sangre,
mi cuerpo)
y huyeron del agua ensangrentada,
donde fue diluida la pureza;
pero aún extinto el ser,
la idea prevaleció,
y anhelará prevalecer, como espíritu de luz,
vagando,
buscando un recuerdo para posarse en él,
al igual que tratando de hallar,
un hogar para crecer,
y darle calma a un cuerpo,
solo como la mente (la idea),
sabe como;
hundiendo y ahogando la sangre y el cuerpo
diluyendo su pureza;
y extinguiendo lentamente su aullido,
luego, las causantes, efectuaron su huida;
y una luz tras el siniestro,
sobre el recuerdo del padecimiento se posó;
que cegó mi sed,
despertándola;
mi boca pues así,
chorreó del agua ensangrentada,
desvaneciéndose el pensamiento,
tras haber corrompido la divinidad de dicho elixir,
mis manos,
de mí, se alejaron miles de días;
mi mente atrapada en el presente desesperó,
pululearón las lágrimas pavorientas,
bajo el párpado indiferente,
aún así, el pensamiento,
ideo la forma de hallar la calma de donde solo se había presentado la confusión,
solo la mente sabía como;
el vaivén, del andariego pensar,
púsose en marcha nuevamente,
luego del despertar de su razón;
que inmediatamente,
engendró una idea,
aquella gesta,
digna de una narración extraordinaria,
realizó un secuestro a la movilidad de la piel,
del cuerpo;
la tersura de la misma,
permaneció estática durante la deliberación del pensar;
la mirada, no partícipe de la idea,
se enterneció con la nostalgia,
que la ausencia de las manos en el cuerpo dejaba sentir;
emanaron lágrimas sus comisuras,
y la sal alimentó mi sed saciada,
dormida,
y olvidada en algún recóndito lugar de mi cuerpo;
irónico era el contrapunto de mi ser,
fluido el pensar,
y estancado el movimiento;
estancada la piel y la mirada,
juntas, se avejentaron,
y agrietaron sus células;
la mirada, ya harta de llorar para mantenerse viva,
terminó por secarse y amigarse con la ceguera,
miles de días transcurrieron,
en tinieblas para mí;
mi mente flameaba su jovial función,
aún prevaleciendo la formación de la idea,
ya anciana como mi cuerpo
que se desmoronaba,
cayendo pedazo a pedazo;
mis manos,
estáticas como mi cuerpo,
en la continuidad del tiempo, me hallaron;
se conmovió mi mirada,
y la tristeza,
inundó el vacío donde antes estaban mis ojos;
pero dichas manos,
para ese entonces no me pertenecían,
ni a mi, ni a nadie;
sus ideas eran propias,
al igual que sus intenciones,
lo conmovedor mutó en miedo;
pavor en la piel y en la mirada inexistente,
mis reflejos permanecían estáticos,
inamovible se mostraba mi cuerpo;
el corte, dejó escapar gran parte de mi vitalidad,
la mirada aún recordaba el color rojo;
no lo veía para ese entonces,
pero lo sentía,
sentía su caída y sentía el dolor;
sintió la agonía,
la piel permaneció en silencio;
el ser fue aniquilada en instante,
del último latir del corazón,
ajeno a todo;
luego, las manos hundieron la sangre y el cuerpo
(mi sangre,
mi cuerpo)
y huyeron del agua ensangrentada,
donde fue diluida la pureza;
pero aún extinto el ser,
la idea prevaleció,
y anhelará prevalecer, como espíritu de luz,
vagando,
buscando un recuerdo para posarse en él,
al igual que tratando de hallar,
un hogar para crecer,
y darle calma a un cuerpo,
solo como la mente (la idea),
sabe como;
miércoles, 19 de agosto de 2015
Luz de la Penumbra
el habla, idiota,
narrará la bitácora de la idea,
desnudando su misterio,
del entrecejo entumecido,
nacerá un enojo;
que agriará,
el dulzor de una piel naciente,
el alba;
la luz será eclipsada,
y eliminadas serán, todas las conjeturas,
acerca de la continuidad del fulgor;
el abismo acariciará la pretensión,
de ser la verdadera eternidad en el cielo;
las flores aún así,
brotarán, enardecidas,
y se posarán sobre el filo de aquella tiniebla;
¿ha de morir la belleza?
¿o ha de morir la penumbra?
oscilante el pensamiento,
fulminará la idea, ya desnuda;
con ella se irá la vergüenza,
y sosegará el enojo;
brillará así el dulzor de la piel naciente;
y eclipsada por la luz, se verá la tiniebla;
las flores hallarán la calma,
y su belleza prevalecerá;
el habla, idiota,
guardará su silencio;
narrará la bitácora de la idea,
desnudando su misterio,
del entrecejo entumecido,
nacerá un enojo;
que agriará,
el dulzor de una piel naciente,
el alba;
la luz será eclipsada,
y eliminadas serán, todas las conjeturas,
acerca de la continuidad del fulgor;
el abismo acariciará la pretensión,
de ser la verdadera eternidad en el cielo;
las flores aún así,
brotarán, enardecidas,
y se posarán sobre el filo de aquella tiniebla;
¿ha de morir la belleza?
¿o ha de morir la penumbra?
oscilante el pensamiento,
fulminará la idea, ya desnuda;
con ella se irá la vergüenza,
y sosegará el enojo;
brillará así el dulzor de la piel naciente;
y eclipsada por la luz, se verá la tiniebla;
las flores hallarán la calma,
y su belleza prevalecerá;
el habla, idiota,
guardará su silencio;
Viaje
el trayecto perforado,
sangra su tierra de su boca;
vaciándose hasta desvanecerse por completo,
sus despavoridos transitantes,
ante la inminencia del final,
efectuarán su huida hacia la inmutabilidad,
que el dolor sereno les dará,
en símbolo de ofrenda;
los ojos carcomidos en culpa,
como putrefacción,
cena de los cuervos;
esbozarán tristeza de sus comisuras,
en manifiesto del recuerdo,
y de la pérdida de la huella,
que sus pasos alguna vez dejaron en aquel camino;
se conmoverán almas,
se apenará el ímpetu,
y se volverá calma;
entreoiráse la agónica exhalación;
y la pérdida de una parte de este mundo,
¿dónde habrá de caminar el peregrino, ya?
las travesías próximas,
habrán de ser emprendidas,
lejos del cuerpo muerto de la tierra;
donde lo arduo de aquella futura invención,
imaginada para transitar,
el vacío que el trayecto fallecido habrá de dejar;
tiña de luto la sapiencia,
y atraiga al recuerdo a recordar;
pero nunca ha de cesar el peregrinaje,
por más dificultoso que sea el camino,
sabrán los viajantes;
que los pasos han de buscar la permanencia,
y que la tierra, ha de dejar de pretender serla;
porque pronto ambos lo serán,
como aquel trayecto,
hoy amigo de lo eterno;
compañero de la ruina de la muerte,
ya que después de todo,
la muerte,
su compañía y su tiempo;
es la única permanencia que conocemos y habremos de conocer,
sangra su tierra de su boca;
vaciándose hasta desvanecerse por completo,
sus despavoridos transitantes,
ante la inminencia del final,
efectuarán su huida hacia la inmutabilidad,
que el dolor sereno les dará,
en símbolo de ofrenda;
los ojos carcomidos en culpa,
como putrefacción,
cena de los cuervos;
esbozarán tristeza de sus comisuras,
en manifiesto del recuerdo,
y de la pérdida de la huella,
que sus pasos alguna vez dejaron en aquel camino;
se conmoverán almas,
se apenará el ímpetu,
y se volverá calma;
entreoiráse la agónica exhalación;
y la pérdida de una parte de este mundo,
¿dónde habrá de caminar el peregrino, ya?
las travesías próximas,
habrán de ser emprendidas,
lejos del cuerpo muerto de la tierra;
donde lo arduo de aquella futura invención,
imaginada para transitar,
el vacío que el trayecto fallecido habrá de dejar;
tiña de luto la sapiencia,
y atraiga al recuerdo a recordar;
pero nunca ha de cesar el peregrinaje,
por más dificultoso que sea el camino,
sabrán los viajantes;
que los pasos han de buscar la permanencia,
y que la tierra, ha de dejar de pretender serla;
porque pronto ambos lo serán,
como aquel trayecto,
hoy amigo de lo eterno;
compañero de la ruina de la muerte,
ya que después de todo,
la muerte,
su compañía y su tiempo;
es la única permanencia que conocemos y habremos de conocer,
martes, 18 de agosto de 2015
Nulidad
frágil denotase la realidad de la existencia,
ha de perecer, finalmente, ante lo continuo,
y habrá de ser velada su memoria,
con nuestras vidas, viviendo el primer momento póstumo a ella;
con aquel primer momento de irrealidad,
donde la lógica comenzará,
a desentender su razonamiento,
y confundida, no tendrá razón de ser,
posicionando al instinto, próximo a implosionar la piel del hombre,
para liberarse de su confinación;
que libre, abanicará aquellos aires húmedos infestados en caos,
permitiéndole a la humanidad respirar la naturaleza en su esplendor;
transformando al orden de dicha naturaleza,
liberándolo de su cautiverio, coronándolo como la realidad sin realidad;
lo surreal,
condenará a la moral, a cavar su sepulcro ante las miradas penetrantes,
de las intuiciones humanas, liberadas;
relegando así,
el recuerdo de la realidad a otro plano secundario;
la efusión de los gesticuladores desinhibidos,
tendrá mas vida que aquellas muecas sosegadas,
que los seres habrían de regalarse mutuamente;
y pronto, la condena;
la liberación,
el orden del caos,
el caos del mismo;
la enajenada matanza entre iguales,
las lágrimas de los vivos;
y la erosión de los cuerpos;
la conjetura entre los sobrevivientes,
el diálogo inconexo,
la carnicería de los desesperados,
el tanteo de la angustia máxima entre los escasos vivos;
la socapa de esperanza,
la últimación de los últimos,
la desolada victoria del último ser aún con vida;
su espera ante la muerte,
y finalmente la nada;
la nada, y la erosión de la misma;
mediante los aires húmedos, abanicados por un vendaval,
que sepultará lo funesto de la guerra entre los seres,
que ya habrán huido de esta vida;
la nada tanteará la aspereza de la tierra,
que se verá cada vez más y más debilitada,
ante lo continuo del tiempo;
exhalará su último aire,
y fallecerá;
explotando en un impulso,
que detendrá al tiempo;
y dejará a entrever,
lo que en verdad el universo es,
fue,
y será;
simplemente, nada,
ha de perecer, finalmente, ante lo continuo,
y habrá de ser velada su memoria,
con nuestras vidas, viviendo el primer momento póstumo a ella;
con aquel primer momento de irrealidad,
donde la lógica comenzará,
a desentender su razonamiento,
y confundida, no tendrá razón de ser,
posicionando al instinto, próximo a implosionar la piel del hombre,
para liberarse de su confinación;
que libre, abanicará aquellos aires húmedos infestados en caos,
permitiéndole a la humanidad respirar la naturaleza en su esplendor;
transformando al orden de dicha naturaleza,
liberándolo de su cautiverio, coronándolo como la realidad sin realidad;
lo surreal,
condenará a la moral, a cavar su sepulcro ante las miradas penetrantes,
de las intuiciones humanas, liberadas;
relegando así,
el recuerdo de la realidad a otro plano secundario;
la efusión de los gesticuladores desinhibidos,
tendrá mas vida que aquellas muecas sosegadas,
que los seres habrían de regalarse mutuamente;
y pronto, la condena;
la liberación,
el orden del caos,
el caos del mismo;
la enajenada matanza entre iguales,
las lágrimas de los vivos;
y la erosión de los cuerpos;
la conjetura entre los sobrevivientes,
el diálogo inconexo,
la carnicería de los desesperados,
el tanteo de la angustia máxima entre los escasos vivos;
la socapa de esperanza,
la últimación de los últimos,
la desolada victoria del último ser aún con vida;
su espera ante la muerte,
y finalmente la nada;
la nada, y la erosión de la misma;
mediante los aires húmedos, abanicados por un vendaval,
que sepultará lo funesto de la guerra entre los seres,
que ya habrán huido de esta vida;
la nada tanteará la aspereza de la tierra,
que se verá cada vez más y más debilitada,
ante lo continuo del tiempo;
exhalará su último aire,
y fallecerá;
explotando en un impulso,
que detendrá al tiempo;
y dejará a entrever,
lo que en verdad el universo es,
fue,
y será;
simplemente, nada,
lunes, 17 de agosto de 2015
Vendavales
la ventisca arrasa todo a su paso,
y con su canto aireado,
sabe enternecer aún a la roca más recia,
posada allí,
el suelo se muestra como lo único que posee permanencia,
intacto así, éste se muestra,
al momento de hacerse presente la calma,
el paisaje confecciona su propia sanación,
y atesora las heridas que el temporal le produjo,
bajo su tierra;
que agrietada, ruega se entristezca el cielo,
y sobre ella retoce la lluvia;
próximos los vendavales,
besarán el aire de esta tierra;
lentamente, se debilitará el paisaje;
y el aire de aquellos malos tiempos,
se filtrará por las grietas terrenales,
y hará respirar a aquel pulmón escondido bajo ellas;
la permanencia del suelo se esfumará;
y éste habrá de creerse pecho,
imitando el movimiento de la respiración;
las ventiscas habrán de caer reiteradas veces,
sobre este paisaje que mutará su apariencia;
ni el horizonte será siempre el mismo;
el cielo se entristecerá,
y ahogará al órgano escondido;
que expulsará aquella lluvia,
a su superficie;
el tiempo, en su facultad;
pasará,
y correrá, escapando siempre del presente,
aún viéndose atado a él;
la respiración de la tierra,
comenzará a debilitarse,
y jadeará;
la confección de su salud,
se ralentizará, y nunca llegará a recobrarse del todo;
el respirar habrá de acelerarse,
y la tierra se moverá excesivamente;
el pecho no podrá contener todo el aire,
que filtrado por las grietas,
atiborró al pulmón;
el último temporal que caerá sobre aquella tierra,
será el más fuerte de todos;
los relámpagos cegarán a todo ser vivo,
por mas diminuto que sea su tamaño;
la tierra empezará a resquebrajarse mucho mas de lo que estaba;
el jadeo se ahogará en la tristeza del cielo,
que llorará toda su pena,
mientras un huracán arrasa con todo lo que la ventisca,
antes no pudo;
se enternecerán todas las rocas,
y el mismo suelo agrietado;
pronto alcanzará, aquella catástrofe,
su clímax;
y el ruido natural se silenciará;
se paralizarán ambos, tiempo y presente;
y el suelo, rendido ante la vida,
estallará;
la tierra, desplomada por el aire,
difuminarán las nubes negras en el cielo;
y el agua antes retozando en tierra,
habrá de llover hacia arriba;
y el aire guardado en el pulmón que habrá de estar destrozado;
soplará con todas sus fuerzas, lejos de lo que antes era su hogar;
y viajará,
como un nuevo vendaval,
una flamante ventisca;
buscando rocas que enternecer,
un horizonte a donde soplar;
y un suelo agrietado,
donde se esconda un pulmón,
que el aire de sus corrientes,
haga despertar;
para no dejar a aquel pobre suelo subyugado ante su eternidad insípida,
donde la permanencia reine;
si no,
para poder regalarle la vida a esta tierra,
y luego quitársela;
para imitar su fugacidad,
y recrear la esencia de la existencia misma;
y con su canto aireado,
sabe enternecer aún a la roca más recia,
posada allí,
el suelo se muestra como lo único que posee permanencia,
intacto así, éste se muestra,
al momento de hacerse presente la calma,
el paisaje confecciona su propia sanación,
y atesora las heridas que el temporal le produjo,
bajo su tierra;
que agrietada, ruega se entristezca el cielo,
y sobre ella retoce la lluvia;
próximos los vendavales,
besarán el aire de esta tierra;
lentamente, se debilitará el paisaje;
y el aire de aquellos malos tiempos,
se filtrará por las grietas terrenales,
y hará respirar a aquel pulmón escondido bajo ellas;
la permanencia del suelo se esfumará;
y éste habrá de creerse pecho,
imitando el movimiento de la respiración;
las ventiscas habrán de caer reiteradas veces,
sobre este paisaje que mutará su apariencia;
ni el horizonte será siempre el mismo;
el cielo se entristecerá,
y ahogará al órgano escondido;
que expulsará aquella lluvia,
a su superficie;
el tiempo, en su facultad;
pasará,
y correrá, escapando siempre del presente,
aún viéndose atado a él;
la respiración de la tierra,
comenzará a debilitarse,
y jadeará;
la confección de su salud,
se ralentizará, y nunca llegará a recobrarse del todo;
el respirar habrá de acelerarse,
y la tierra se moverá excesivamente;
el pecho no podrá contener todo el aire,
que filtrado por las grietas,
atiborró al pulmón;
el último temporal que caerá sobre aquella tierra,
será el más fuerte de todos;
los relámpagos cegarán a todo ser vivo,
por mas diminuto que sea su tamaño;
la tierra empezará a resquebrajarse mucho mas de lo que estaba;
el jadeo se ahogará en la tristeza del cielo,
que llorará toda su pena,
mientras un huracán arrasa con todo lo que la ventisca,
antes no pudo;
se enternecerán todas las rocas,
y el mismo suelo agrietado;
pronto alcanzará, aquella catástrofe,
su clímax;
y el ruido natural se silenciará;
se paralizarán ambos, tiempo y presente;
y el suelo, rendido ante la vida,
estallará;
la tierra, desplomada por el aire,
difuminarán las nubes negras en el cielo;
y el agua antes retozando en tierra,
habrá de llover hacia arriba;
y el aire guardado en el pulmón que habrá de estar destrozado;
soplará con todas sus fuerzas, lejos de lo que antes era su hogar;
y viajará,
como un nuevo vendaval,
una flamante ventisca;
buscando rocas que enternecer,
un horizonte a donde soplar;
y un suelo agrietado,
donde se esconda un pulmón,
que el aire de sus corrientes,
haga despertar;
para no dejar a aquel pobre suelo subyugado ante su eternidad insípida,
donde la permanencia reine;
si no,
para poder regalarle la vida a esta tierra,
y luego quitársela;
para imitar su fugacidad,
y recrear la esencia de la existencia misma;
viernes, 14 de agosto de 2015
Acercándose y Yéndose
se entreverá,
la delicadeza en aquella flor casi marchita;
desfalleciéndose a su lado;
sabe amargo su final,
y en su belleza,
casi ultimada por la vida,
entrelucese su sufrir,
al son del estertor;
y próximo a su culmine,
éstas manos enterrarán al pétalo muerto;
cubriéndose de rosas,
que enmascararán al rostro;
ocultando al gesticulador en la putrefacción,
de la gracia de la rosa
ya que se verá atemorizado por la crueldad,
acechante en los troncos,
de los árboles ya muertos;
moviéndose,
acercándose y yéndose;
haciéndome llorar;
y de la plegaria que daré, en un último intento,
el nogal la entreoirá;
cobijando mi cuerpo,
con el calor de su agonía;
su madera, frágil,
me regalará un sueño más,
y a si misma se dará,
un sueño eterno;
éstas manos se cubrirán de fragilidad,
enterrando al difunto ser;
del cual aún su sombra, perdurará;
y ya muerto, aquel nogal,
no habrá acecho;
y acercándose,
y yéndose,
la crueldad huirá, por fin;
y miraré mis manos, ya resquebrajadas,
que derramarán toda belleza de mi rostro;
será la ofrenda a la rosa y al nogal,
los pétalos muertos, clamando belleza,
arremeterán contra el suelo en lentitud;
y enmascararé la desnudez de mi mirada,
con mis manos;
el frágil velo de mi rostro;
se quebrará,
y yo lo haré con él,
el último pétalo restante,
se desfallecerá junto a mi,
mi agonía sabrá amarga,
el estertor se hará presente,
y el último suspiro,
se aferrará a una flor naciente,
se volverá pétalo mi vida,
y la rosa, flamante de vitalidad,
crecerá,
hasta marchitarse,
y hasta que otras manos,
la vuelvan a enterrar;
junto a mi;
la delicadeza en aquella flor casi marchita;
desfalleciéndose a su lado;
sabe amargo su final,
y en su belleza,
casi ultimada por la vida,
entrelucese su sufrir,
al son del estertor;
y próximo a su culmine,
éstas manos enterrarán al pétalo muerto;
cubriéndose de rosas,
que enmascararán al rostro;
ocultando al gesticulador en la putrefacción,
de la gracia de la rosa
ya que se verá atemorizado por la crueldad,
acechante en los troncos,
de los árboles ya muertos;
moviéndose,
acercándose y yéndose;
haciéndome llorar;
y de la plegaria que daré, en un último intento,
el nogal la entreoirá;
cobijando mi cuerpo,
con el calor de su agonía;
su madera, frágil,
me regalará un sueño más,
y a si misma se dará,
un sueño eterno;
éstas manos se cubrirán de fragilidad,
enterrando al difunto ser;
del cual aún su sombra, perdurará;
y ya muerto, aquel nogal,
no habrá acecho;
y acercándose,
y yéndose,
la crueldad huirá, por fin;
y miraré mis manos, ya resquebrajadas,
que derramarán toda belleza de mi rostro;
será la ofrenda a la rosa y al nogal,
los pétalos muertos, clamando belleza,
arremeterán contra el suelo en lentitud;
y enmascararé la desnudez de mi mirada,
con mis manos;
el frágil velo de mi rostro;
se quebrará,
y yo lo haré con él,
el último pétalo restante,
se desfallecerá junto a mi,
mi agonía sabrá amarga,
el estertor se hará presente,
y el último suspiro,
se aferrará a una flor naciente,
se volverá pétalo mi vida,
y la rosa, flamante de vitalidad,
crecerá,
hasta marchitarse,
y hasta que otras manos,
la vuelvan a enterrar;
junto a mi;
miércoles, 12 de agosto de 2015
El Desmemoriado
entreabierto en una herida, se abre el pecho,
el pulmón, respira pureza;
ahogándose de tanto aire,
y la pérdida en la sangre,
tiñendo tanto a la tierra como al cielo,
agraciará de vida,
pero tanteando la lejanía,
se atisbará la construcción de un miedo,
la huida del recuerdo;
y la serenidad,
de nuevo,
el desmemoriado ante el olvido, serenará su ceño,
y enfundará su ser en un terror sereno,
dibujándose a si mismo en el espejo,
en el que la reiteración de sus días, se transcribirá;
y pretenderá reflejarse,
lentamente borrándose,
junto al juicio de aquel hombre careciente de vestigio,
que terminará su peregrinaje terrestrial,
abrazado a la desequilibrada agonía,
que tanto lo aqueja, y lo hace vivir acorde a lo que ven sus ojos;
pero el lapso antes del óbito,
habrá de tentar a los peldaños mas viejos a guardar el quejido,
de su madera podrida;
así se habrá de oír el alboroto del silencio,
y aquella cofradía,
de seres que cobijados en aquel rumor;
con el filo de su metal,
verdugos serán de ellos mismos;
distarán de lo íntimo,
y su sangre se secará,
en el recuerdo pronto a extinguirse,
de aquel ser;
pero aquel rumor, adjudicándose las muertes de aquellos pobres incautos,
junto a sus pulmones,
ahogados de tanto aire respirado,
habrán de crear ámbar de los restos memoriales,
de su conífera vestigial,
el bosque mental se teñirá de miel,
y el recuerdo será sangre,
el ceño, así,
no habrá de serenarse;
y el desmemoriado, a lo lejos,
furioso en pena, arrojará sus lágrimas al suelo,
con las que la maleza hará crecer un odio;
que en su punto justo, será el filo,
que atravesará el pecho del aquejado ser,
respirará su pulmón hasta ahogarse,
y en el crepúsculo vespertino,
el corazón delatará su último latir;
y el recobro de la memoria,
solo habrá vuelto a aquel desmemoriado,
sangre,
y así,
en su mente,
un recuerdo;
el pulmón, respira pureza;
ahogándose de tanto aire,
y la pérdida en la sangre,
tiñendo tanto a la tierra como al cielo,
agraciará de vida,
pero tanteando la lejanía,
se atisbará la construcción de un miedo,
la huida del recuerdo;
y la serenidad,
de nuevo,
el desmemoriado ante el olvido, serenará su ceño,
y enfundará su ser en un terror sereno,
dibujándose a si mismo en el espejo,
en el que la reiteración de sus días, se transcribirá;
y pretenderá reflejarse,
lentamente borrándose,
junto al juicio de aquel hombre careciente de vestigio,
que terminará su peregrinaje terrestrial,
abrazado a la desequilibrada agonía,
que tanto lo aqueja, y lo hace vivir acorde a lo que ven sus ojos;
pero el lapso antes del óbito,
habrá de tentar a los peldaños mas viejos a guardar el quejido,
de su madera podrida;
así se habrá de oír el alboroto del silencio,
y aquella cofradía,
de seres que cobijados en aquel rumor;
con el filo de su metal,
verdugos serán de ellos mismos;
distarán de lo íntimo,
y su sangre se secará,
en el recuerdo pronto a extinguirse,
de aquel ser;
pero aquel rumor, adjudicándose las muertes de aquellos pobres incautos,
junto a sus pulmones,
ahogados de tanto aire respirado,
habrán de crear ámbar de los restos memoriales,
de su conífera vestigial,
el bosque mental se teñirá de miel,
y el recuerdo será sangre,
el ceño, así,
no habrá de serenarse;
y el desmemoriado, a lo lejos,
furioso en pena, arrojará sus lágrimas al suelo,
con las que la maleza hará crecer un odio;
que en su punto justo, será el filo,
que atravesará el pecho del aquejado ser,
respirará su pulmón hasta ahogarse,
y en el crepúsculo vespertino,
el corazón delatará su último latir;
y el recobro de la memoria,
solo habrá vuelto a aquel desmemoriado,
sangre,
y así,
en su mente,
un recuerdo;
martes, 11 de agosto de 2015
Póstumo
la curiosidad de la mirada ajena
ansía conocer a mi yo póstumo;
efectuará su huida la conciencia,
y se deconstruye mi vida,
dando paso a la creación de mi recuerdo;
oh, y como alma anhelo;
anhelo que mi sangre,
le de cobijo cuerpo,
entre la tierra brille mi piel,
y dancen mis huesos;
anhelo ser la luz posada en cielo,
y la encriptación en un enigma,
poco a poco,
convirtiéndome en silencio;
presentándome cual espíritu de nada,
sin palabra que me quebrante,
estaré de muerte,
y danzaré con mis huesos,
y brillaré con mi piel;
el descanso solo será sepelio,
estaré con el mundo, pendiente a conocer;
pero olvidaré el anhelo,
huiré en mi conciencia,
olvidaré mi recuerdo;
y purgaré en mi,
puesto seré alma,
y estaré de muerte;
y la muerte no venera al deseo;
seré la purga,
del placer humano;
convirtiéndome en silencio;
y como tal,
me haré presente en el diálogo,
callando a dos cuerpos,
pero como muerte y también silencio,
habré de hacerme a mi mismo, en ellos, eterno;
para alimentar,
y luego callar;
el deseo de aquellos cuerpos;
pronto serán silencio,
y a otros habrán de callar,
tal vez, cuando purguen en si mismos, dancen con sus huesos,
y desde la tierra,
quizás;
vean su piel brillar,
bajo la misma,
ansía conocer a mi yo póstumo;
efectuará su huida la conciencia,
y se deconstruye mi vida,
dando paso a la creación de mi recuerdo;
oh, y como alma anhelo;
anhelo que mi sangre,
le de cobijo cuerpo,
entre la tierra brille mi piel,
y dancen mis huesos;
anhelo ser la luz posada en cielo,
y la encriptación en un enigma,
poco a poco,
convirtiéndome en silencio;
presentándome cual espíritu de nada,
sin palabra que me quebrante,
estaré de muerte,
y danzaré con mis huesos,
y brillaré con mi piel;
el descanso solo será sepelio,
estaré con el mundo, pendiente a conocer;
pero olvidaré el anhelo,
huiré en mi conciencia,
olvidaré mi recuerdo;
y purgaré en mi,
puesto seré alma,
y estaré de muerte;
y la muerte no venera al deseo;
seré la purga,
del placer humano;
convirtiéndome en silencio;
y como tal,
me haré presente en el diálogo,
callando a dos cuerpos,
pero como muerte y también silencio,
habré de hacerme a mi mismo, en ellos, eterno;
para alimentar,
y luego callar;
el deseo de aquellos cuerpos;
pronto serán silencio,
y a otros habrán de callar,
tal vez, cuando purguen en si mismos, dancen con sus huesos,
y desde la tierra,
quizás;
vean su piel brillar,
bajo la misma,
lunes, 10 de agosto de 2015
Voz
entreabierta la boca,
le insta a su interior,
por un decir;
que los pliegues vocales,
vehemente, le concederán,
aun a pesar del agotamiento;
y saciado así, el impetuoso intento,
de asesinar lo que resta del silencio,
la palabra liberada,
escapará de su enunciante, indiferente a ella;
y contemplará el abismo;
tan tentador el vacío,
la hará desordenarse,
y resbalar;
pronto,
lloraremos a la incoherencia,
con sus letras muertas, encarnadas en nuestra piel;
y su cuerpo,
incomprensible,
que la voz llorará,
sin lágrimas, pero con palabras tristes,
y el luto será la mudez;
los labios secos,
romperán su tersura;
y la sangre, llorará de nuevo la pérdida;
luego, al momento de sanar,
pretenderá entreabrirse la boca,
pero las cuerdas se habrán de cortar a sí mismas;
para evitar otra tragedia igual,
y cerradas las comisuras de la boca,
tantearán el silencio;
e instarán por un decir,
que se les será negado,
y la voz,
resguardará sus propias palabras,
reordenándolas,
creando relatos, o simplemente contemplándolas;
hasta que ésta, sepa fallecer,
y aquellas escapen de la piel carcomida por el tiempo;
para ser liberadas del cautiverio del cariño,
y serán,
junto al luto de aquella voz;
eternas,
le insta a su interior,
por un decir;
que los pliegues vocales,
vehemente, le concederán,
aun a pesar del agotamiento;
y saciado así, el impetuoso intento,
de asesinar lo que resta del silencio,
la palabra liberada,
escapará de su enunciante, indiferente a ella;
y contemplará el abismo;
tan tentador el vacío,
la hará desordenarse,
y resbalar;
pronto,
lloraremos a la incoherencia,
con sus letras muertas, encarnadas en nuestra piel;
y su cuerpo,
incomprensible,
que la voz llorará,
sin lágrimas, pero con palabras tristes,
y el luto será la mudez;
los labios secos,
romperán su tersura;
y la sangre, llorará de nuevo la pérdida;
luego, al momento de sanar,
pretenderá entreabrirse la boca,
pero las cuerdas se habrán de cortar a sí mismas;
para evitar otra tragedia igual,
y cerradas las comisuras de la boca,
tantearán el silencio;
e instarán por un decir,
que se les será negado,
y la voz,
resguardará sus propias palabras,
reordenándolas,
creando relatos, o simplemente contemplándolas;
hasta que ésta, sepa fallecer,
y aquellas escapen de la piel carcomida por el tiempo;
para ser liberadas del cautiverio del cariño,
y serán,
junto al luto de aquella voz;
eternas,
domingo, 9 de agosto de 2015
Seré
sacia su sed, la continuidad,
con el agua que diluvia este despertar;
ya inundado;
enteléquico el escenario,
se desmorona el párpado dormido;
y se ahoga el cuerpo,
la continuidad en la piel es perpetua,
pero la mente paralizada se muestra,
ante la idea del pensamiento;
y aquel mal encarnado en ella,
ejecutará cientos de ocurrencias prematuras;
nublado el ser;
tantearé en su interior,
aquellos signos que adviertan,
que aquí antes existió una vida y un hambre;
un hambre de saber,
de vivir,
pero aquel idealismo de vivencia hambrienta,
sucumbió ante el egoísmo de la persistencia;
que dejó seco al despertar del ser,
y a éste, dormido para siempre;
permaneciendo así,
hasta que una mañana el diluvio clareé de nuevo sobre él,
y sepa descubrir,
las arrugas en su cuerpo, que nunca antes vio;
la piel en continuo movimiento,
dejó atrás a la idea,
que estática,
y hoy despierta, se desfallece ante la confusión;
ante lo inconexo del cuerpo y la voz,
que decrepita se oye ante sus oídos,
y mi decir,
ante el consuelo del pellejo viejo y mente vivaz
tanteará los rincones del aquel cuerpo casi muerto;
y fallecerá mi voz,
en el momento la vejez de aquella piel se desvanezca sobre mi;
y la continuidad,
sedienta, una vez más,
acechará mi caminar,
la atisbaré en mi cama,
pero dormido caeré, antes de poder hacer algo;
y beberá el agua de mi despertar;
seguirá añejándose la piel,
y seguirá paralizada la idea,
hasta que el diluviar,
caiga sobre mi,
y encuentre así, a mi cuerpo decrepito,
sucumbiendo sobre una piel vivaz;
seré, luego de fallecer,
la sed de la continuidad,
clamando venganza;
con el agua que diluvia este despertar;
ya inundado;
enteléquico el escenario,
se desmorona el párpado dormido;
y se ahoga el cuerpo,
la continuidad en la piel es perpetua,
pero la mente paralizada se muestra,
ante la idea del pensamiento;
y aquel mal encarnado en ella,
ejecutará cientos de ocurrencias prematuras;
nublado el ser;
tantearé en su interior,
aquellos signos que adviertan,
que aquí antes existió una vida y un hambre;
un hambre de saber,
de vivir,
pero aquel idealismo de vivencia hambrienta,
sucumbió ante el egoísmo de la persistencia;
que dejó seco al despertar del ser,
y a éste, dormido para siempre;
permaneciendo así,
hasta que una mañana el diluvio clareé de nuevo sobre él,
y sepa descubrir,
las arrugas en su cuerpo, que nunca antes vio;
la piel en continuo movimiento,
dejó atrás a la idea,
que estática,
y hoy despierta, se desfallece ante la confusión;
ante lo inconexo del cuerpo y la voz,
que decrepita se oye ante sus oídos,
y mi decir,
ante el consuelo del pellejo viejo y mente vivaz
tanteará los rincones del aquel cuerpo casi muerto;
y fallecerá mi voz,
en el momento la vejez de aquella piel se desvanezca sobre mi;
y la continuidad,
sedienta, una vez más,
acechará mi caminar,
la atisbaré en mi cama,
pero dormido caeré, antes de poder hacer algo;
y beberá el agua de mi despertar;
seguirá añejándose la piel,
y seguirá paralizada la idea,
hasta que el diluviar,
caiga sobre mi,
y encuentre así, a mi cuerpo decrepito,
sucumbiendo sobre una piel vivaz;
seré, luego de fallecer,
la sed de la continuidad,
clamando venganza;
jueves, 6 de agosto de 2015
Sosegar
no habrá de sosegarse en mi,
la aflicción, de nuevo;
mi piel tejerá la contradicción,
que terminará por confundirla,
y aniquilarla ante la mirada de sus vástagos,
aquellos lamentos,
que en resarcimiento,
fulminarán mi ropaje,
y me harán caer desnudo,
en un desliz,
hacia mi piel,
viéndome posado sobre mi mismo;
incapaz de reconocer mi propia carne,
el presagio vívido de lo funesto;
así, despojado de mi vitalidad,
idiota es el cuerpo solo,
y frágil la mente desnuda;
refugio he de hallar en mi sombra,
para ya no verme mas;
mis lágrimas, solo caen,
tus lágrimas,
diluvian mi vivir,
como el llanto de dos planetas,
orbitando,
sobre mi carne, ya boba,
deshumanizada;
y falta de sentir alguno,
ya no queda nada más,
mi pena escurre de mi forma humana,
y abandono mi antigua forma;
eterno crepúsculo,
extingue mi fe,
y me veo convertido en aflicción,
sosiego sobre mi piel,
y me hago amigo de lo eterno;
emerge mi penumbra de la contradicción;
venganza en mis lamentos,
cada vez,
mas pequeño;
ciclo;
la aflicción, de nuevo;
mi piel tejerá la contradicción,
que terminará por confundirla,
y aniquilarla ante la mirada de sus vástagos,
aquellos lamentos,
que en resarcimiento,
fulminarán mi ropaje,
y me harán caer desnudo,
en un desliz,
hacia mi piel,
viéndome posado sobre mi mismo;
incapaz de reconocer mi propia carne,
el presagio vívido de lo funesto;
así, despojado de mi vitalidad,
idiota es el cuerpo solo,
y frágil la mente desnuda;
refugio he de hallar en mi sombra,
para ya no verme mas;
mis lágrimas, solo caen,
tus lágrimas,
diluvian mi vivir,
como el llanto de dos planetas,
orbitando,
sobre mi carne, ya boba,
deshumanizada;
y falta de sentir alguno,
ya no queda nada más,
mi pena escurre de mi forma humana,
y abandono mi antigua forma;
eterno crepúsculo,
extingue mi fe,
y me veo convertido en aflicción,
sosiego sobre mi piel,
y me hago amigo de lo eterno;
emerge mi penumbra de la contradicción;
venganza en mis lamentos,
cada vez,
mas pequeño;
ciclo;
miércoles, 5 de agosto de 2015
Color Desvaneciéndose
el color ya se ha fugado,
grises así, las manos,
enumeran cada uno de los filamentos,
que constituyen al ser;
su humanidad,
tan frágil ha de sentirse;
la inmensidad mas pequeña,
que llega a obnubilar la vista
pero ésta, aún ciega,
sabe atisbar el humo;
sigue siendo negro,
en aquel grisáceo incendio,
la meca de lo absurdo,
y en llamas,
yace el cuerpo;
desvaneciéndose por el aire,
arremetiendo contra la desesperación;
pero siempre subyugado por ella,
el llanto forzado de la monotonía,
de los seres,
que ansían sentir algo de nuevo,
que junto con el jadear del color ausente;
y de aquel hombre del incendio, desfalleciéndose,
solo los vuelve hipócritas ante el sentimiento,
así la vida de aquel hombre incendiario,
permanecerá como recuerdo de la simulación humana;
terminándose por eclipsarse completamente la expresión del sentir;
y eternamente, mi vida,
por lo que como intento de alivio,
en llamas,
abrazo hoy mi cuerpo,
y arremeto contra la desesperación;
me desvanezco por el aire;
mi agonía percibe lagrimas ajenas sobre el asfalto y sobre mi cuerpo,
y mi sangre muriéndose de risa;
me comenta, sobre la viva hipocresía,
con la que estos seres,
atesorarán mi muerte en su recuerdo;
y luego de haber cesado la agonía, junto al color,
me habré fugado;
grises así, las manos,
enumeran cada uno de los filamentos,
que constituyen al ser;
su humanidad,
tan frágil ha de sentirse;
la inmensidad mas pequeña,
que llega a obnubilar la vista
pero ésta, aún ciega,
sabe atisbar el humo;
sigue siendo negro,
en aquel grisáceo incendio,
la meca de lo absurdo,
y en llamas,
yace el cuerpo;
desvaneciéndose por el aire,
arremetiendo contra la desesperación;
pero siempre subyugado por ella,
el llanto forzado de la monotonía,
de los seres,
que ansían sentir algo de nuevo,
que junto con el jadear del color ausente;
y de aquel hombre del incendio, desfalleciéndose,
solo los vuelve hipócritas ante el sentimiento,
así la vida de aquel hombre incendiario,
permanecerá como recuerdo de la simulación humana;
terminándose por eclipsarse completamente la expresión del sentir;
y eternamente, mi vida,
por lo que como intento de alivio,
en llamas,
abrazo hoy mi cuerpo,
y arremeto contra la desesperación;
me desvanezco por el aire;
mi agonía percibe lagrimas ajenas sobre el asfalto y sobre mi cuerpo,
y mi sangre muriéndose de risa;
me comenta, sobre la viva hipocresía,
con la que estos seres,
atesorarán mi muerte en su recuerdo;
y luego de haber cesado la agonía, junto al color,
me habré fugado;
martes, 4 de agosto de 2015
Un Cometa es un Sol Muerto
efectuada su trepanación,
el sol desangra su luz sobre sus huesos;
y corrompido el esqueleto,
se deshace el cuerpo,
y cae la noche;
lumínica la sangre,
derrama consigo, la violenta esencia,
del fulgor en puro estado,
que cae al vacío,
sabiendo rozar el fin de esta tierra;
así, mártir el hielo del polo mas alejado,
muta en muerte,
camuflada en un flamante mar;
que pretende hallar compañía,
para su vagar eterno;
así, ahogados los espíritus en el ímpetu de la corriente,
ahora, en la orilla solo yacen cuerpos,
y el agua mas fría,
que proviene de las comisuras oculares de las personas,
que hoy abrazan su vida,
en orden para hallar un consuelo a su desolación;
y la luz causante ha sido casi olvidada,
ya desaparecida,
aún sin estar oculta;
desvaneciéndose lentamente de esta tierra
engañando a las miradas distraídas,
que aún miran al cielo,
esperando al sol;
el sol desangra su luz sobre sus huesos;
y corrompido el esqueleto,
se deshace el cuerpo,
y cae la noche;
lumínica la sangre,
derrama consigo, la violenta esencia,
del fulgor en puro estado,
que cae al vacío,
sabiendo rozar el fin de esta tierra;
así, mártir el hielo del polo mas alejado,
muta en muerte,
camuflada en un flamante mar;
que pretende hallar compañía,
para su vagar eterno;
así, ahogados los espíritus en el ímpetu de la corriente,
ahora, en la orilla solo yacen cuerpos,
y el agua mas fría,
que proviene de las comisuras oculares de las personas,
que hoy abrazan su vida,
en orden para hallar un consuelo a su desolación;
y la luz causante ha sido casi olvidada,
ya desaparecida,
aún sin estar oculta;
desvaneciéndose lentamente de esta tierra
engañando a las miradas distraídas,
que aún miran al cielo,
esperando al sol;
lunes, 3 de agosto de 2015
Sentir Equilibrado
el sol atravesará esta ceguera,
e iluminará esta mente,
será divina la ejecución del pensamiento;
pero el frío,
cubriendo mi cuerpo,
como ocaso en mi piel,
cegará todo en mi,
menos mi mirar;
caerá la noche en la mirada,
y los párpados se cerrarán,
en el exacto momento de la huida del último haz de luz,
de su campo visual;
y en aquel breve momento donde aún,
tanto mi cuerpo como mi mirada permanecen iluminadas,
atesoraré mi eternidad;
fugaz, aquella,
se desvanece,
pronto, se ilumina todo el resto de mi ser,
y vuelvo a sentir;
sensibilidad en la ceguera;
ansiando cada momento donde no soy eterno,
el clarear del sol,
con plegarias,
que arraigadas a mi carne,
claman, por el retorno a lo perpetuo del ser;
por el sentir,
equilibrado;
e iluminará esta mente,
será divina la ejecución del pensamiento;
pero el frío,
cubriendo mi cuerpo,
como ocaso en mi piel,
cegará todo en mi,
menos mi mirar;
caerá la noche en la mirada,
y los párpados se cerrarán,
en el exacto momento de la huida del último haz de luz,
de su campo visual;
y en aquel breve momento donde aún,
tanto mi cuerpo como mi mirada permanecen iluminadas,
atesoraré mi eternidad;
fugaz, aquella,
se desvanece,
pronto, se ilumina todo el resto de mi ser,
y vuelvo a sentir;
sensibilidad en la ceguera;
ansiando cada momento donde no soy eterno,
el clarear del sol,
con plegarias,
que arraigadas a mi carne,
claman, por el retorno a lo perpetuo del ser;
por el sentir,
equilibrado;
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