frágil denotase la realidad de la existencia,
ha de perecer, finalmente, ante lo continuo,
y habrá de ser velada su memoria,
con nuestras vidas, viviendo el primer momento póstumo a ella;
con aquel primer momento de irrealidad,
donde la lógica comenzará,
a desentender su razonamiento,
y confundida, no tendrá razón de ser,
posicionando al instinto, próximo a implosionar la piel del hombre,
para liberarse de su confinación;
que libre, abanicará aquellos aires húmedos infestados en caos,
permitiéndole a la humanidad respirar la naturaleza en su esplendor;
transformando al orden de dicha naturaleza,
liberándolo de su cautiverio, coronándolo como la realidad sin realidad;
lo surreal,
condenará a la moral, a cavar su sepulcro ante las miradas penetrantes,
de las intuiciones humanas, liberadas;
relegando así,
el recuerdo de la realidad a otro plano secundario;
la efusión de los gesticuladores desinhibidos,
tendrá mas vida que aquellas muecas sosegadas,
que los seres habrían de regalarse mutuamente;
y pronto, la condena;
la liberación,
el orden del caos,
el caos del mismo;
la enajenada matanza entre iguales,
las lágrimas de los vivos;
y la erosión de los cuerpos;
la conjetura entre los sobrevivientes,
el diálogo inconexo,
la carnicería de los desesperados,
el tanteo de la angustia máxima entre los escasos vivos;
la socapa de esperanza,
la últimación de los últimos,
la desolada victoria del último ser aún con vida;
su espera ante la muerte,
y finalmente la nada;
la nada, y la erosión de la misma;
mediante los aires húmedos, abanicados por un vendaval,
que sepultará lo funesto de la guerra entre los seres,
que ya habrán huido de esta vida;
la nada tanteará la aspereza de la tierra,
que se verá cada vez más y más debilitada,
ante lo continuo del tiempo;
exhalará su último aire,
y fallecerá;
explotando en un impulso,
que detendrá al tiempo;
y dejará a entrever,
lo que en verdad el universo es,
fue,
y será;
simplemente, nada,
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