la curiosidad de la mirada ajena
ansía conocer a mi yo póstumo;
efectuará su huida la conciencia,
y se deconstruye mi vida,
dando paso a la creación de mi recuerdo;
oh, y como alma anhelo;
anhelo que mi sangre,
le de cobijo cuerpo,
entre la tierra brille mi piel,
y dancen mis huesos;
anhelo ser la luz posada en cielo,
y la encriptación en un enigma,
poco a poco,
convirtiéndome en silencio;
presentándome cual espíritu de nada,
sin palabra que me quebrante,
estaré de muerte,
y danzaré con mis huesos,
y brillaré con mi piel;
el descanso solo será sepelio,
estaré con el mundo, pendiente a conocer;
pero olvidaré el anhelo,
huiré en mi conciencia,
olvidaré mi recuerdo;
y purgaré en mi,
puesto seré alma,
y estaré de muerte;
y la muerte no venera al deseo;
seré la purga,
del placer humano;
convirtiéndome en silencio;
y como tal,
me haré presente en el diálogo,
callando a dos cuerpos,
pero como muerte y también silencio,
habré de hacerme a mi mismo, en ellos, eterno;
para alimentar,
y luego callar;
el deseo de aquellos cuerpos;
pronto serán silencio,
y a otros habrán de callar,
tal vez, cuando purguen en si mismos, dancen con sus huesos,
y desde la tierra,
quizás;
vean su piel brillar,
bajo la misma,
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