miércoles, 19 de agosto de 2015

Viaje

el trayecto perforado,
sangra su tierra de su boca;

vaciándose hasta desvanecerse por completo,

sus despavoridos transitantes,
ante la inminencia del final,

efectuarán su huida hacia la inmutabilidad,
que el dolor sereno les dará,

en símbolo de ofrenda;

los ojos carcomidos en culpa,
como putrefacción,

cena de los cuervos;

esbozarán tristeza de sus comisuras,
en manifiesto del recuerdo,

y de la pérdida de la huella,

que sus pasos alguna vez dejaron en aquel camino;

se conmoverán almas,

se apenará el ímpetu, 
y se volverá calma;

entreoiráse la agónica exhalación;

y la pérdida de una parte de este mundo,

¿dónde habrá de caminar el peregrino, ya?

las travesías próximas,
habrán de ser emprendidas,

lejos del cuerpo muerto de la tierra;

donde lo arduo de aquella futura invención,
imaginada para transitar,

el vacío que el trayecto fallecido habrá de dejar;

tiña de luto la sapiencia,

y atraiga al recuerdo a recordar;

pero nunca ha de cesar el peregrinaje,
por más dificultoso que sea el camino,

sabrán los viajantes;

que los pasos han de buscar la permanencia,

y que la tierra, ha de dejar de pretender serla;

porque pronto ambos lo serán,

como aquel trayecto,

hoy amigo de lo eterno;

compañero de la ruina de la muerte,

ya que después de todo,

la muerte,
su compañía y su tiempo;

es la única permanencia que conocemos y habremos de conocer,

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