viernes, 12 de septiembre de 2014

Aquella obra de teatro tan mórbida

inocuas quemaduras de cigarrillos.
borran cualquier rastro de mi piel.
en un encuentro tan fugaz.
pero que me parece tan eterno.
y cuento las asperezas que me causo a mi mismo.
y finjo que su nocivo trato, no es más que algo inofensivo.
solo para volverme a mentir.
así puedo verme victimizado ante mi persona.
quizás, de esa manera, logre que mi peor enemigo tenga compasión de mi.
compasión.
con pasión.
con pasión me conduzco a mi mismo hacia mis mayores penas.
y con inclemencia, ignoro los llantos de auxilio.
provenientes desde el más leve suspiro.
que es lo único que puede salir de mi boca.
ya que la agonía acalla todo lo demás.
ansío poder liberarme de la constante perversión que me provoco cada día.
acarreo con los dolores de mil esclavos.
y yo soy mi propio faraón.
soy mi tirano.
pero, a decir verdad, me aterra alejarme de la rutina.
el padecimiento, oh, dulce padecimiento, se volvió tan cotidiano.
y yo me volví tan dependiente.
que cada momento sin el.
es un momento en el que me canso de extrañarlo.
me altera el solo pensar en la auto-indulgencia.
y siempre creo más excusas para aborrecerme un poco más.
hasta convertirme en la peor de las mentiras.
y aquellos mil esclavos.
sumaron un semejante más.
cuando me vi sometido, ante las acciones más vulgares.
cuando me vi subyugado ante las emociones.
ante los pensamientos.
ante las depravaciones.
ante las acusaciones, que yo mismo generaba, para verme cada vez, más cerca de la expiración.
pero impidiéndome alcanzarla.
encerrándome y obligándome a permanecer en un perpetuo calvario.
volviéndome un títere más, entre tantos otros.
actuando en la función más mórbida, y enfermiza.
la cual en sus anuncios podía leerse ésta leyenda:
"PRESENTANDO CON USTEDES: el atrofiado encanto de la bella vida misma o los hombres que perdieron el dominio de si mismos, y se condenaron a vivir sumisos de su persona, y de su inestabilidad emocional"
las luces que el cartel producía, podían alumbrar a un callejón que dejaba de ser negro, pero que seguía sin tener salida.
donde los actores de la ambiciosa producción.
iban a descansar, sin descuidar sus pesares.
"oh bella vida.
oh, a donde te has marchado?
aquí solo me encuentro.
me has dejado abandonado.
y podría perdonártelo.
solo si vuelvo a verte otra vez.
esclavo tuyo siempre.
y por siempre mio también.
te extraño.
te extraño.
por favor, déjate ver.
por favor, déjame ver."
exclamaban tristemente, volviéndose realidad, lo que el guión les había obligado a hacer.
y les narro a continuación, el párrafo cinco, de escena seis
"todos yacen ahogados en lágrimas.
pero las gotas ostentan más peligro que el que un océano pudiese llegar a generar.
el vidrio abre mi piel, cual tijeras rebanando un papel.
oh poderoso dios, otra vez, oh, otra vez he vuelto a caer.
me castigo a mi mismo.
castigo lo que soy.
esperando enmendarme.
pero se que no va a pasar.
sé que soy lo más bajo de este mundo.
sé que nunca me podré elevar"
sin perder la costumbre.
tristes, los actores volvieron al escenario.
a presentar la quinta actuación del día.
la función de las cuatro.
y esta obra era un éxito, para quienes pensaban que eran ellos mismos.
para quienes les era desconocido el sufrimiento auto infringido.
oh, pobres almas en pena.
no sabían lo que realmente eran.
viviendo su vida sin preocupación alguna.
prometiendo no cuestionar sus dudas si surgían en su mente.
viviendo en armonía con quien realmente los gobernaba.
y a quienes se revelaban contra aquel absurdo totalitarismo personal.
se les era dada la pena máxima.
ser ordenado por las órdenes de su superior.
aquel que no debía ser nombrado.
aquel, que era yo.

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