dame.
dame un mañana.
y de ese mañana, dame una eternidad.
una eternidad tan corta.
tan corta, como lo que una vida puede llegar a durar.
un segundo.
o quizás, quien sabe, un poco más.
pero nuestro tiempo, siempre se escurre de nuestras manos como arena.
a veces un poco más densa.
a veces un poco más ligera.
pero a la larga se esfumará.
quedando de aquella arena.
pequeños granos olvidados en las líneas de nuestras palmas.
aferrados a nuestras manos.
evitando despegarse de nosotros.
porque se les hace imposible abandonarnos.
pero el viento no cumple deseos.
arrastrándolos hacia el suelo, para que la arena esté completa de nuevo.
mientra nosotros yacemos tan débiles, que no podemos protegerlos.
y vemos en nuestros últimos instantes, como él último grano cae lentamente.
y toca el suelo.
nublandonos la vista.
para siempre.
volviéndonos parte de dicha arena.
para que otras débiles manos, agarren un puñado de ella.
como también de nosotros.
y se fortalezcan, solo para debilitarse de nuevo.
y más granos caigan, sobre la extensa playa del tiempo.
ansiando por caer como una cascada desde otras manos.
ansiando por conocer otra vida.
pero antes, por favor.
dame.
dame un ayer.
y de ese ayer, dame una memoria.
una memoria tan bella.
una memoria tan lejana, que haga que la sienta tan próxima.
para recordarme a mi mismo.
que aquellos granos que besaron por tanto tiempo mis manos.
no se estrellaron contra el piso en vano.
y para recordarme.
como una vida puede ser tan hermosa.
tan larga, y a la vez tan corta.
para suavizar mi caída.
cuando yo, cuando mi momento culmine.
y vuelva a la espera.
a la espera de otras manos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario