viernes, 12 de septiembre de 2014

Asqueroso poema de 5 minutos

Negro.
Negro como lo que veo al espiar a través de una cerradura.
Negro como el vacío.
Negro, siempre negro.
Nunca blanco, nunca gris.
Siempre, siempre negro.
Ciego.
Incapaz de ver más allá del color que absorbió toda luz.
Miedo.
Algo puede existir en ésta oscuridad, que atente contra mi.
Ambigüedad.
Mis sentidos se mezclan.
El tacto se convierte en mi visión.
Mi oído se agudiza.
El gusto en mi boca siempre es el mismo.
Ambigüedad.
Al igual que mi verdadera vista.
Oscuridad.
Absorbe mi luz, no haciendo una excepción ante todas las demás.
Me vuelvo parte de él.
Pero no completamente.
Mi cuerpo se entrega.
Pero mi mente prevalece.
Por lo menos un tanto más.
Mantenerse cuerdo en la oscuridad.
Solo soy pensamientos.
Mi yo físico fue seducido por los sombríos tonos.
Y aquellas ideas, poco a poco se anegran.
Convirtiéndome en parte de él.
Me rehúso.
No quiero.
Pero.
Es inevitable.
Me convierto en parte de la negrura total.
Que me despoja de mi luz.
Y me deja sin brazos con los que nadar.
En aquel mar.
De completa oscuridad.

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