I
se descomponen.
se descomponen.
todas aquellas ideas que tengo, lentamente, volviéndose solo palabras sueltas en mi mente.
y su inevitable necesidad de unirse con una de las suyas.
crean la incoherencia en mi.
volviéndome la antítesis de la sintaxis.
confundiéndome, al sentir el nadar de mi lengua a lo largo y ancho de un mar de posibilidades verbales.
o al menos su intento.
porque se ahoga, y con ella se esfuma mi cohesión y mi coherencia.
balbuceo, y no pienso.
el azar se encarga de lo que digo por mi.
desvirtuando todo lo que en un principio quería decir.
obnubilando mis ideas, ofuscando las palabras.
convirtiéndome en un loco para los ajenos a mis pensamientos que desconocen la situación dentro de mi mente.
y no puedo llegar a explicarles que soy alguien normal.
en cambio, les hablo de como una princesa derribó su castillo solo para abrazar a un nogal.
de como las hadas sentían aquellos calambres en sus alas, empezando a caminar.
y de como me hacía sentir despertarme de mi cama, solo para volver a soñar.
poetizaba la ridiculez.
eran los absurdos más bellos que podría haber emanado.
pero me hartaba desvariar.
me hartaba no poder acomodar las palabras.
de no poder explayarme, y de no poder liberar a aquellas ideas que tanto deseaban, que necesitaban ser libres.
y que yo no dejaba ser.
pensé.
para finalmente, decidir enmudecerme.
confinando mi lengua a una prisión húmeda y desagradable.
con guardias amarillentos, que le impedirían que volviese a cometer el crímen del que estaba acusada.
y me limité a escribir.
a explorar la literatura.
pensé que era la forma más prudente para expresarme.
y que podría tener total manipulación ante mis palabras de papel.
parecía una buena opción, o al menos la más viable.
II
días transcurrieron apaciblemente.
mi mano se encontraba deslizándose mientras dibujaba rápidas siluetas invisibles sobre el papel.
marcando el camino de la tinta, que se impregnaba sobre la hoja.
cada día era un recorrido distinto.
en aquella ocasión narraba una historia sobre gente aprisionada en los corazones de otros.
nada muy elaborado, más bien meloso.
pero pasó.
la misma vivencia, repitiéndose.
el azar tomo el control de mi mano, escribiendo todo, menos lo que quería.
desvirtuando mi precaria narración, en un poema de una sola línea sobre lo más horripilante del mundo.
"extrañar" decía, en un desesperado y fallido intento de un romántico en decadencia, para aparentar sentir algo.
también, un cuento de como las estrellas alumbraban un campo durante el día.
como los astros permanecían, mientras la luna se escondía del sol.
parecía estar jugando en contra mía.
aquel destino que una vez amé.
y me controló.
pero ahora, tras su traición, había desertado de su consciente dominancia.
o en parte.
no podía manejar las palabras, apenas la punta de la birome rozaba suavemente aquel espacio blanco de posibilidades.
de nuevo la misma impotencia, sentía recorrer dentro mío.
no poder decir lo que quería.
pensé, y pensé.
alejado de mi escritorio.
y tras barrer las hojas, las lapiceras que había en la mesa.
me auto censuré.
no volvería a escribir, y me limitaría a escuchar.
III
arduos días se fueron.
y yo cargaba con el peso de mis pensamientos.
estaba aturdido.
pero aquel día, había salido a la calle.
para oír plácidamente a los demás.
sus conversaciones.
sus anécdotas.
sus poemas, que recitaban sin saber que lo eran.
algo ajeno a mi.
algo que me hiciera sentir como si yo fuese el que se estuviese expresando.
ante mi imposibilidad de hacerlo.
oía tantas voces.
que acariciaba el éxtasis por segundos.
quería abrazar a cada cuerda vocal, de cada individuo que se infiltraba por mis oídos.
extrañaba, y por poco me olvidaba de como era una voz.
de sus tonos, de sus modulaciones.
del movimiento de los labios al pronunciar distintas palabras.
era algo conocido, pero que resultaba ser tan nuevo.
me encontraba fascinado.
hasta que observando de reojo a una señora que se encontraba sentada a mi lado, para que no se diese cuenta.
escuché su voz, pero noté que no había abierto la boca.
comprendí.
maldecí.
¡me había perseguido aquel desesperado y maldito azar, para corromper todo lo que podía llegar a amar!
¿por que?
¿que había hecho yo?
deseaba con fervor, que aquella particularidad, fuese imaginación mía.
pero no.
mis ojos estaban por brotar una lágrima, que era producto de la impotencia, de la tristeza y del enojo.
como las voces de todos eran profanadas por historias que sus labios no contaban.
como la de aquel viejo hombre, que me contaba un cuento de quien sabe quien, que hacía quien sabe que, en quien sabe donde.
o la de aquella señora, que me contaba una anécdota con tintes victorianos, de como una familia de héroes, se enfrentaba a una de villanos, de una forma muy snob.
y era él.
era el azar, personificándose en cada uno de ellos.
omnipresente.
y decidí, tras aturdirme por completo, antes de quebrarme y ponerme a llorar.
que nada mas habría de escuchar.
que el azar si quería tenerme, me tendría que matar.
acallé mis oídos.
y silencié a los demás.
conocí a un muy buen intento de silencio absoluto.
que era imposibilitado por el correr de mi sangre en mis venas.
y sentí, de nuevo, tranquilidad al verme en paz.
IV
espantosos, penosos, atormentadores días, ¿pasaron?
no podía.
no podía estar en silencio.
no podía estar en compañía de lo que pensaba todo el tiempo.
no pensaba nada muy importante, ni me auto-destruía.
pero era una pérdida de tiempo.
y no me callaba nunca.
quería tranquilidad, y estaba tan cerca de obtenerla.
había resultado ser mudo y sordo por voluntad propia.
había dejado de expresarme.
casi había dejado de ser.
pero mis pensamientos me mantenían cuerdos.
pero si estaba con ellos un poco más, acabarían con dicha cordura.
lamentablemente, el azar tomó control de ellos primero.
pero no me afecto a mi, si no a mi capacidad de hablar.
porque aquel planificadora esencia, era lista.
sabía que si dejaba que me carcomieran mis ideas, hubiese desaparecido hace tanto.
me quería tener a su merced.
tomando control de mi.
en cada aspecto.
y me silencié.
me auto-censuré.
y acallé a todos los demás.
solo para hallar un escape de sus controladores planes.
pero no lo hallaba.
y ahora no hallaba escape de mi mismo.
era tan inteligente.
podía más.
podía más que yo.
no era más que nadie para él.
pero no podía soportar que no tuviese control sobre la vida de nadie.
sobre mi vida.
pero decidí, por fin, sorprender al azar.
ambientando mi habitación, con la última melodía del polvoriento humo.
pintando las paredes con un rojo carmín.
y desplomándome.
en el suelo, cual cadáver.
siendo el azar, para el mismo azar.
siendo el destino, para el mismo destino.
siendo lo sorprendente, para lo sorprendente.
y con aquel acto.
había logrado expresarme como nunca antes.
pintando en mis paredes, recitando cuentos incoherentes.
al momento de besar el piso eternamente.
liberándome del control del destino.
para condenarme a la muerte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario