viernes, 12 de septiembre de 2014

Poema hecho con Homero II

Al abrirse una puerta.
El sonido de aquellas oxidadas bisagras, acallaron a todo aquel ruido que antes se encontraba presente.
Para luego, darle paso a un cuasi-perpetuo silencio.
Las sonrisas que se dibujaban en las variadas caras de la multitud.
Se volvieron indiferentes, al igual que sus ojos.
Que en un precario intento por evitar observar.
Con incierta inquietud admiraban el más mínimo detalle de la habitación.
Asegurándose que sus ojos cambiasen de dirección cada determinado lapso de tiempo.
Pensando que aquello volvía a su calumnia, un tanto más verídica.
¿Es demasiado pronto par anunciar la inminente segmentación de un alma despojada de su libertad?
Quizás haya cometido algún error, un tiempo atrás. 
Me pregunto entonces, cuánto tiempo habrá transcurrido desde aquel pasado, para que los frutos del presente se encuentren tan podridos. 
¿Cuánto tiempo lleva ese alma sin que miren por su ventana? 
¿Es que nadie piensa mirarla a los ojos de nuevo?
El aire se vuelve denso, contaminado de una incomodidad que solo los cerebros pueden irradiar.
Su pecho se expande.
Pareciese no poder respirar.
Tóxico es el aire, que los demás han de emanar.
Pero siguen su charla, ignorando por completo la situación.
Mientras la pobre alma yace, escondida en el más recóndito lugar, mendigando un mísero suspiro.
Que le haga volver a sentir algo.
Y aunque inocuos son sus pensamientos, para los demás, claro está.
Para su espíritu son mortales.
Fragmentándose con cada lamento.
Sollozando con cada recuerdo inoportuno.
Gritando con cada silencio.
Con la esperanza de que alguien la note.
Y hacerla saber que existe.
Pero el ignorar que se encuentra entre toda la gente.
La hace sentir por cada persona, un poco más muerta.
Tanta es la capacidad que tienen esas personas para ignorarla, que ella empieza a dudar si de verdad está viva.
Puede ver su reflejo en los ojos de la multitud, pero eso no significa nada. 
Para ellos, la mujer es transparente.
Desesperada por la indiferencia, se acerca hacia la pared mas cercana y comienza a golpear su cabeza contra el muro. 
Lo hace para llamar la atención, claro está, pero también para probarse a si misma que no está en un sueño.
No le duele.
Pero no parece despertar.
¿Es esto un sueño?
¿O solo la trágica realidad?
La amarga y constante verdad de una difunta esencia que quiere sentirse real.
Que anhela sentirse viva.
Que no pudo soportar la muerte.
Y ella no sabe que los demás la pueden ver, pero que solo pasan a su lado como si nada.
Como si ella fuese nada.
¿Lo es?
Grita, pero las voces ajenas no le permiten escuchar.
¿Todas sus palabras fueron dichas, o solo eso prefiere pensar?
Todo parece ser una de las más atroces pesadillas.
Pero no parece despertar.
¿Es esto un sueño?
¿O solo la trágica realidad?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario