lunes, 22 de septiembre de 2014

Analogía del tiempo y la vida

dame.
dame un mañana.
y de ese mañana, dame una eternidad.
una eternidad tan corta.
tan corta, como lo que una vida puede llegar a durar.
un segundo.
o quizás, quien sabe, un poco más.
pero nuestro tiempo, siempre se escurre de nuestras manos como arena.
a veces un poco más densa.
a veces un poco más ligera.
pero a la larga se esfumará.
quedando de aquella arena.
pequeños granos olvidados en las líneas de nuestras palmas.
aferrados a nuestras manos.
evitando despegarse de nosotros.
porque se les hace imposible abandonarnos.
pero el viento no cumple deseos.
arrastrándolos hacia el suelo, para que la arena esté completa de nuevo.
mientra nosotros yacemos tan débiles, que no podemos protegerlos.
y vemos en nuestros últimos instantes, como él último grano cae lentamente.
y toca el suelo.
nublandonos la vista.
para siempre.
volviéndonos parte de dicha arena.
para que otras débiles manos, agarren un puñado de ella.
como también de nosotros.
y se fortalezcan, solo para debilitarse de nuevo.
y más granos caigan, sobre la extensa playa del tiempo.
ansiando por caer como una cascada desde otras manos.
ansiando por conocer otra vida.
pero antes, por favor.
dame.
dame un ayer.
y de ese ayer, dame una memoria.
una memoria tan bella.
una memoria tan lejana, que haga que la sienta tan próxima.
para recordarme a mi mismo.
que aquellos granos que besaron por tanto tiempo mis manos.
no se estrellaron contra el piso en vano.
y para recordarme.
como una vida puede ser tan hermosa.
tan larga, y a la vez tan corta.
para suavizar mi caída.
cuando yo, cuando mi momento culmine.
y vuelva a la espera.
a la espera de otras manos.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Hundiéndome en la corriente

tímidamente acaricio el agua con mi pie.
rompiendo su calma.
dejándome caer.
para esfumarme con la corriente.
con mi espalda tiritando por el frío.
y mis ojos cegados por el sol.
como un ciego, siguiendo el sonido de una voz.
tu voz.
puedo escucharte aún con medio río en mis oídos.
pero no.
no llores junto a la orilla.
porque con una minúscula lágrima.
me podría inundar.
y la corriente te podría arrastrar.
a donde ella quiera llevarte.
a donde quiera llevarnos.
manteniendonos lejos.
solo para que no nos mantengamos a salvo.
y si nuestros pies tocan la arena.
que celosamente esconde el agua tras su caudal.
nuestras bocas se alejan de la superficie.
y no podemos respirar.
la estabilidad se vuelve pasajera.
pero la muerte pareciese ser por siempre eterna.
como la corriente que nos lleva.
pero que no sabemos a donde.
como tampoco sabemos ni donde termina, ni donde comienza.
simplemente apareció.
topamos con ella, y nos arrastró.
volviéndonos parte de ella.
tanto así, que ya no rompemos con su calma.
ni ella quiebra la nuestra.
o la que al menos aparentamos tener.
las corrientes mas tormentosas.
ocurren en nuestras cabezas.
y no se van a poder calmar.
aunque nos sumerjamos en ellas.
y nos dejemos llevar.
a donde ellas quieran ir.
siempre nos van a.
siempre nos van a querer hundir.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Decisiones

intentá avanzar.
tirá de tus cabellos para impedirlo.
así podes quedarte.
observá.
pero tapá tus ojos para evitarlo.
así se dan la vuelta para que puedas observar-
te.
observáte.
pero no menciones lo que ves.
que tu boca se cosa a si misma, con hilos de silencio.
y lo teja, nudo a nudo, hasta crearlo.
y así, mientras sea tu boca la silenciada.
tu cabeza va a ser quien se aturda.
con voces que no conoces.
que van a atiborrar tus recuerdos con anhelos.
para conventirte en un deseo físico.
en una constante ambición.
en una eterna codicia.
egoísta, como solo un ser humano puede serlo.
te van a corromper.
te vas a corromper.
porque aquellas voces.
no son más que expresiones del aquel alter ego que tenes confinado en tu inconsciente.
y se liberó.
dispuesto a destruirte.
pero.
podrías sucumbir ante aquellos instintivos deseos.
o sacar las manos de tus ojos.
y que se den vuelta para que puedas observar todo lo que tus manos quieren esconder de vos.
y que sueltes tu delicado pelo.
para avanzar.
dejando atrás.
los confines de vos misma.
y los sollozos del ayer.
que decidiste olvidar.
para que no pudieran tomar dominancia.
sobre lo que sos.
vos.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Algo viejo

llevo una de mis mas preciadas memorias a todo lado al que vaya, solo para procurarme de no perderla
camino con un cigarrillo entre mis dedos, en una de las más espesas de las lluvias
se que puedo mantenerlo prendido si logro esquivar las gotas, pero estas me rodean casi por completo
cada paso que doy, es un charco mas en el que salto
y en el que atraso mi reloj, solo para quedarme parado en ellos por un largo rato, y un poco más
las nubes hacen el papel de biombo, escondiendo a un sol que parece que de ropa se estuviese cambiando
desde el alba hasta el ocaso, el día viste una infinidad de tonos grises, como si se los estuviese probando, uno por uno

me pediría perdón por tantas cosas, si es que eso me hiciera cambiar lo que pienso
me desespero, salto de lleno a un tren en movimiento y después no se que hacer 
los impulsos cada tanto me dominan y mi consciencia no los puede controlar
mi mano totalmente mojada, pone el cigarrillo en la mesa para que se pueda secar

tus ojos llueven otra vez y ya
te compro un paraguas pero no lo sabes usar
tus ojos llueven, llueven una eternidad
vos 
lloves y lloves
mientras veo mi vida pasar, en fragmentos de segundo imposibles de contar
te acostas, sobre el más dedicado terciopelo, actuando como si te diese igual
la escena más simple de todas, a veces puede ser la más hermosa
la escena más compleja de todas, a veces puede ser la más perturbadora
de un momento a otro, la mueca de tu cara se da vuelta
y tus ojos llueven otra vez
 y  las gotas para quien son?
la más negra de las lluvias, teniendo lugar en tu interior
manifestandose, como si fueseeleccion del azar, en vos
tus ojos llueven otra vez, y otra vez, solo para que lluevan una vez más
tus ojos se secan otra vez, y otra vez, solo para que se vuelvan a mojar

Per der

cada tanto te pierdo, pero se que aunque haya mas de mil universos, voy a volver a encontrarte
y vos mas que nadie, sabes que nos sobra el tiempo, tenemos un millón de eternidades
mientras en mi mente se hayan fragmentos de intriga, mi expresión denota curiosidad
cuento los días, los minutos y las horas, cada vez que te alejas
los días se hacen cada vez más cortos, y me doy cuenta que el invierno volvió a tomar el control
oscurece siempre a las cinco de la tarde, y a las siete lo hago yo

todo esta oscuro, excepto el cielo
las gotas rebotan, mientras los rayos siguen cayendo
ante dicho escenario, me siento cada vez, mas, mas y mas pequeño
la silueta de los arboles, me hace acordar a una vieja pintura
el sonido del agua, me hace añorar tu voz, a veces aguda, a veces no

siento una aguda apatía, al ver y hacer las cosas que hace tiempo atrás, yo quería
y la verdad, dejame decirte, no es mas que una agridulce mentira
quisiera vagar en el espacio y desvanecerme a un millón de kilómetros de acá
cenar con las estrellas, y bañarme en la eterna oscuridad
ver mi reflejo, reflejado en un pedazo de cristal, que perdió su rumbo, hace varios años atrás

y de repente no sentí nada
estando dormido, solo pensaba en despertarme en mi cama
y estando despierto, solo pensaba en volver a soñar
y si las atroces pesadillas me volvían a invadir, no me va a importar
solo quiero, cada tanto despegarme de mi realidad
oh, y no hay árbol a cual el viento, las hojas no le haya agitado
oh, y no hubo alguna vez, en la que no estuvieses conmigo, que no te haya extrañando
siento como si estuviese per-------diendo la noción del poco tiempo que me queda
siento como si estuviese vi-------viendo mi vida de a pocos momentos
algo lineal que se transforma en algo tan casual tan gradualmente, que parece una broma
y vos tan quieta, tan escandalosamente callada, que sin decir nada, logras decirme todo
guardas el silencio, solo porque crees que lo vas a necesitar
las palabras se ahogan en tu boca, y tus ojos pareciesen querer llorar

cada tanto te pierdo, pero se que aunque haya mas de mil universos, voy a volver a encontrarte
y vos mas que nadie, sabes que nos sobra el tiempo, tenemos un millón de eternidades
las palabras no son necesarias cuando el silencio es mucho mas reconfortante
desvanezcamonos a un millón de kilómetros de nuestras opuestas realidades


las palabras no son necesarias cuando el silencio es mucho mas reconfortante
desvanezcamonos a un millón de kilómetros de nuestras opuestas realidades

Cenizas de libro

las cenizas de un libro que fueron esparcidas en un mar eterno
naufragaban incansablemente, buscando su lugar
éstas estaban exhaustas en toda forma imaginable
pero siempre decían que faltaba un poco más, solo un poco no más
los restos del alguna vez ardiente texto
onerosamente navegaban, sin hallar su tan anhelado destino
los pedacitos de papel quemado, flotaban
pero nadie pensaba en las pobres letras, que se fragmentaban con el frío

en un día que casi terminaba, de esos que eran mejor olvidar
las cenizas, nadie sabe por que, acabaron en las manos de un viejo capitán
él pacientemente las secó, y una por una, delicadamente las ordenó
las letras fueron formando palabras, y estas últimas oraciones
los minutos se hacían horas, pero al capitán no parecía importarle
finalmente, tras días y días de reescribir la historia
el libro estuvo como nuevo
los acentos, los puntos y las comas, celebraban un nuevo comienzo
todo era como una realidad ficticia, todo era como un sueño

pero el sueño, tristemente volvió a ser una pesadilla 

un día la casa del capitán, tristemente ardió en llamas
y entonces las oraciones, con el fuego, se volvieron cortas palabras
poco a poco fueron volviéndose letras, y luego tomaron su forma original
las cenizas, otra vez estaban sin rumbo, varadas en el mar

oh que calvario les había venido a tocar!

Mañana Tempestad

las olas rompen en tus tobillos.
solo para que uno de tus dedos se mueva.
y arrastre más arena al mar.
luego de la calma, la tempestad.
y seguido de la lluvia, los truenos rompen la armonía del lugar.
con los relámpagos adornando las grisáceas nubes.
y el viento atrayendo al frío.
a donde quiera que éste va.
y que me sople lejos, a donde sea que me quiera llevar.
que me sople lejos porque de las cenizas de ésta calma nace la tempestad.
y nazco yo.
entre medio de las olas que rompen en contra de mi voluntad.
ahogandome, entre el desequilibrio que estas traen.
y que arrastran, a donde quiera que van.
y que me arrastren a mi, a donde sea que me quieran llevar.
que me arrastren lejos, porque de las cenizas de ésta calma nace la tempestad.
porque de las cenizas de ésta calma nace la tempestad

Que se seque tu papel

él, te preguntó, mientras su piel desconocía la calma, si conocías el ayer.
pero se derrumbó, al ver en tu mirada, tus pequeños ojos de papel.
que formaban, cuidadosamente, distintas grullas con cada parpadeo 
y que se perdían al más mínimo soplar del viento.
dejándote ciega.
en el medio del huracán que marchitó, aquella flor inexistente, que el otoño guardaba en su vientre, pero que no dejo nacer.
así también, como confundió a tus lagrimales, empapando lo que quedaba del papel.
perdiéndote.
escapándote.
de que?
de que? 
naufragando a la deriva en un mar de lágrimas de cristal.
casi tan frágiles como vos.
acariciándolas con la yema de tu dedo.
rompiéndolas.
asesinándolas, solo para que otras tomen su lugar.
y ojalá que el sol seque tu papel.
y que el viento se calle para que puedas ver.
con tus ojos tan preciosos.
con tus pequeños ojos de papel.él, te preguntó, mientras su piel desconocía la calma, si conocías el ayer.
pero se derrumbó, al ver en tu mirada, tus pequeños ojos de papel.
que formaban, cuidadosamente, distintas grullas con cada parpadeo 
y que se perdían al más mínimo soplar del viento.
dejándote ciega.
en el medio del huracán que marchitó, aquella flor inexistente, que el otoño guardaba en su vientre, pero que no dejo nacer.
así también, como confundió a tus lagrimales, empapando lo que quedaba del papel.
perdiéndote.
escapándote.
de que?
de que? 
naufragando a la deriva en un mar de lágrimas de cristal.
casi tan frágiles como vos.
acariciándolas con la yema de tu dedo.
rompiéndolas.
asesinándolas, solo para que otras tomen su lugar.
y ojalá que el sol seque tu papel.
y que el viento se calle para que puedas ver.
con tus ojos tan preciosos.
con tus pequeños ojos de papel.

---------------------------------
(Pequeña continuación fuera de contexto)

y que te preocupa ahora?
oh, pequeña muñeca de nogal
tus piernas tiemblan
pero no quieren caminar
y da la casualidad
que justo pensaba en vos
cuando vi el baile
de las hojas de tu pelo
y estaban naciendo 
coordinando con la primavera
casi a punto con el cielo
teñido de naranja
dispuesto a volver a nacer
otra mañana más
para iluminarte 
otro día más

(Gracias Spinetta)

6 Cortas líneas de acuarelas

Acuarelas nacen.

Del encuentro entre la lluvia y los colores mas fuertes.

Diluyéndolos.

Diluyendome.

Diluyendonos.

Volviéndonos, uno solo.

Preludio a la mudez, a la sordera, al azar y a la muerte

I
se descomponen.
todas aquellas ideas que tengo, lentamente, volviéndose solo palabras sueltas en mi mente.
y su inevitable necesidad de unirse con una de las suyas.
crean la incoherencia en mi.
volviéndome la antítesis de la sintaxis.
confundiéndome, al sentir el nadar de mi lengua a lo largo y ancho de un mar de posibilidades verbales.
o al menos su intento.
porque se ahoga, y con ella se esfuma mi cohesión y mi coherencia.
balbuceo, y no pienso.
el azar se encarga de lo que digo por mi.
desvirtuando todo lo que en un principio quería decir.
obnubilando mis ideas, ofuscando las palabras.
convirtiéndome en un loco para los ajenos a mis pensamientos que desconocen la situación dentro de mi mente.
y no puedo llegar a explicarles que soy alguien normal.
en cambio, les hablo de como una princesa derribó su castillo solo para abrazar a un nogal.
de como las hadas sentían aquellos calambres en sus alas, empezando a caminar.
y de como me hacía sentir despertarme de mi cama, solo para volver a soñar.
poetizaba la ridiculez.
eran los absurdos más bellos que podría haber emanado.
pero me hartaba desvariar.
me hartaba no poder acomodar las palabras.
de no poder explayarme, y de no poder liberar a aquellas ideas que tanto deseaban, que necesitaban ser libres.
y que yo no dejaba ser.
pensé.
para finalmente, decidir enmudecerme.
confinando mi lengua a una prisión húmeda y desagradable.
con guardias amarillentos, que le impedirían que volviese a cometer el crímen del que estaba acusada.
y me limité a escribir.
a explorar la literatura.
pensé que era la forma más prudente para expresarme.
y que podría tener total manipulación ante mis palabras de papel.
parecía una buena opción, o al menos la más viable.

II
días transcurrieron apaciblemente.
mi mano se encontraba deslizándose mientras dibujaba rápidas siluetas invisibles sobre el papel.
marcando el camino de la tinta, que se impregnaba sobre la hoja.
cada día era un recorrido distinto.
en aquella ocasión narraba una historia sobre gente aprisionada en los corazones de otros.
nada muy elaborado, más bien meloso.
pero pasó.
la misma vivencia, repitiéndose.
el azar tomo el control de mi mano, escribiendo todo, menos lo que quería.
desvirtuando mi precaria narración, en un poema de una sola línea sobre lo más horripilante del mundo.
"extrañar" decía, en un desesperado y fallido intento de un romántico en decadencia, para aparentar sentir algo.
también, un cuento de como las estrellas alumbraban un campo durante el día.
como los astros permanecían, mientras la luna se escondía del sol.
parecía estar jugando en contra mía.
aquel destino que una vez amé.
y me controló.
pero ahora, tras su traición, había desertado de su consciente dominancia.
o en parte.
no podía manejar las palabras, apenas la punta de la birome rozaba suavemente aquel espacio blanco de posibilidades.
de nuevo la misma impotencia, sentía recorrer dentro mío.
no poder decir lo que quería.
pensé, y pensé.
alejado de mi escritorio.
y tras barrer las hojas, las lapiceras que había en la mesa.
me auto censuré.
no volvería a escribir, y me limitaría a escuchar.

III
arduos días se fueron.
y yo cargaba con el peso de mis pensamientos.
estaba aturdido.
pero aquel día, había salido a la calle.
para oír plácidamente a los demás.
sus conversaciones.
sus anécdotas.
sus poemas, que recitaban sin saber que lo eran.
algo ajeno a mi.
algo que me hiciera sentir como si yo fuese el que se estuviese expresando.
ante mi imposibilidad de hacerlo.
oía tantas voces.
que acariciaba el éxtasis por segundos.
quería abrazar a cada cuerda vocal, de cada individuo que se infiltraba por mis oídos.
extrañaba, y por poco me olvidaba de como era una voz.
de sus tonos, de sus modulaciones.
del movimiento de los labios al pronunciar distintas palabras.
era algo conocido, pero que resultaba ser tan nuevo.
me encontraba fascinado.
hasta que observando de reojo a una señora que se encontraba sentada a mi lado, para que no se diese cuenta.
escuché su voz, pero noté que no había abierto la boca.
comprendí.
maldecí.
¡me había perseguido aquel desesperado y maldito azar, para corromper todo lo que podía llegar a amar!
¿por que?
¿que había hecho yo?
deseaba con fervor, que aquella particularidad, fuese imaginación mía.
pero no.
mis ojos estaban por brotar una lágrima, que era producto de la impotencia, de la tristeza y del enojo.
como las voces de todos eran profanadas por historias que sus labios no contaban.
como la de aquel viejo hombre, que me contaba un cuento de quien sabe quien, que hacía quien sabe que, en quien sabe donde.
o la de aquella señora, que me contaba una anécdota con tintes victorianos, de como una familia de héroes, se enfrentaba a una de villanos, de una forma muy snob.
y era él.
era el azar, personificándose en cada uno de ellos.
omnipresente.
y decidí, tras aturdirme por completo, antes de quebrarme y ponerme a llorar.
que nada mas habría de escuchar.
que el azar si quería tenerme, me tendría que matar.
acallé mis oídos.
y silencié a los demás.
conocí a un muy buen intento de silencio absoluto.
que era imposibilitado por el correr de mi sangre en mis venas.
y sentí, de nuevo, tranquilidad al verme en paz.

IV
espantosos, penosos, atormentadores días, ¿pasaron?
no podía.
no podía estar en silencio.
no podía estar en compañía de lo que pensaba todo el tiempo.
no pensaba nada muy importante, ni me auto-destruía.
pero era una pérdida de tiempo.
y no me callaba nunca.
quería tranquilidad, y estaba tan cerca de obtenerla.
había resultado ser mudo y sordo por voluntad propia.
había dejado de expresarme.
casi había dejado de ser.
pero mis pensamientos me mantenían cuerdos.
pero si estaba con ellos un poco más, acabarían con dicha cordura.
lamentablemente, el azar tomó control de ellos primero.
pero no me afecto a mi, si no a mi capacidad de hablar.
porque aquel planificadora esencia, era lista.
sabía que si dejaba que me carcomieran mis ideas, hubiese desaparecido hace tanto.
me quería tener a su merced.
tomando control de mi.
en cada aspecto.
y me silencié.
me auto-censuré.
y acallé a todos los demás.
solo para hallar un escape de sus controladores planes.
pero no lo hallaba.
y ahora no hallaba escape de mi mismo.
era tan inteligente.
podía más.
podía más que yo.
no era más que nadie para él.
pero no podía soportar que no tuviese control sobre la vida de nadie.
sobre mi vida.
pero decidí, por fin, sorprender al azar.
ambientando mi habitación, con la última melodía del polvoriento humo.
pintando las paredes con un rojo carmín.
y desplomándome.
en el suelo, cual cadáver.
siendo el azar, para el mismo azar.
siendo el destino, para el mismo destino.
siendo lo sorprendente, para lo sorprendente.
y con aquel acto.
había logrado expresarme como nunca antes.
pintando en mis paredes, recitando cuentos incoherentes.
al momento de besar el piso eternamente.
liberándome del control del destino.
para condenarme a la muerte.

Asqueroso poema de 5 minutos

Negro.
Negro como lo que veo al espiar a través de una cerradura.
Negro como el vacío.
Negro, siempre negro.
Nunca blanco, nunca gris.
Siempre, siempre negro.
Ciego.
Incapaz de ver más allá del color que absorbió toda luz.
Miedo.
Algo puede existir en ésta oscuridad, que atente contra mi.
Ambigüedad.
Mis sentidos se mezclan.
El tacto se convierte en mi visión.
Mi oído se agudiza.
El gusto en mi boca siempre es el mismo.
Ambigüedad.
Al igual que mi verdadera vista.
Oscuridad.
Absorbe mi luz, no haciendo una excepción ante todas las demás.
Me vuelvo parte de él.
Pero no completamente.
Mi cuerpo se entrega.
Pero mi mente prevalece.
Por lo menos un tanto más.
Mantenerse cuerdo en la oscuridad.
Solo soy pensamientos.
Mi yo físico fue seducido por los sombríos tonos.
Y aquellas ideas, poco a poco se anegran.
Convirtiéndome en parte de él.
Me rehúso.
No quiero.
Pero.
Es inevitable.
Me convierto en parte de la negrura total.
Que me despoja de mi luz.
Y me deja sin brazos con los que nadar.
En aquel mar.
De completa oscuridad.

Hogares, árboles y liberación

No busques un hogar en una persona.
No te enamores de lugares temporales.
Imposible parece evitar aferrarse al calor de la piel de alguien más.
Cuando uno pasa frío.
Pero es mejor deambular, abrigándose solo por las noches.
Y no toda una vida.
Para así evitar la dependencia a otro ser.
Y no crecer raíces en inhóspitos suelos, fieles a la esperanza.
El sedentarismo romántico es nocivo.
Es sufragáneo.
Aquel que no se quiebra tras el inevitable paso del tiempo, se marchita.
Dejando solo un recuerdo de lo que fue.
Que es tan difuminado.
Que aquellos dos que formaron un muy estrecho vínculo, se desconocen.
Conviven, pero no se conocen.
Cuasi-nomádes.
Sería lo ideal.
Viviendo alejado del otro, dejándolo ser.
Para que uno mismo, también sea.
Pero viéndolo crecer.
Como dos árboles que se encuentran cerca.
Cuyas raíces se fusionan.
Creando una espiral con los sentimientos más profundos de los dos.
Confiando en aquel otro.
Depositándose  uno mismo, en aquel otro.
Pero nunca tocando sus troncos.
Así en lo exterior crecen cada uno aspirando llegar al cielo a su manera.
Pero pendientes de su compañero.
Al contrario de los sedentarios.
Que uniendo sus troncos, los dos se transforman en un gran árbol.
Pero cuyas raíces apenas logran hacer sinapsis.
Y al soplar la más mínima brisa, se ve a punto de derribarse.
No busques un hogar en una persona.
Busca un hogar en vos mismo.
En donde te sientas cómodo.
Y elimina aquel insulso pensamiento.
Que dicta que necesitamos a alguien más.
Para estar finalmente completos.

3 Cartas

A mi mismo:
encuentrate!
deja libre a aquel retazo de papel que tienes apresado.
deja de alimentarte de él.
deja de vivir a través de él.
muérete.
renace.
vive de nuevo.
re-descubre las ganas de hacerlo.
destruye ese pedazo de papel.
pero mantelo en tus memorias, para no olvidarlo.
su significado permanecerá.
tu independencia de su exterminación física, nacerá.
desencadénate de las palabras.
de las comas.
de los puntos.
expláyate.
con palabras.
con gestos.
con sensaciones.
dejá en claro que queres decir.
porque, como sabrás, las palabras escritas se malinterpretan.
una sola coma mal ubicada ya desvirtúa todo.
no espere un poco más.
no espere un poco más.
-------------------------------------
A mi escritor:
no, espere un poco más.
quédese.
no huya.
ni trate de hacerlo.
quédese.
le imploro.
soy papel, me veo obligado a decir lo que usted escribe.
pero en circunstancias como estas.
que atentan a mi forma de vida.
me veo obligado a tomar palabra.
por favor.
por favor, no me abandone.
quiero ser conductor.
quiero transmitir todo lo que siente.
los gestos no lo son todos.
las palabras lo son.
por favor.
no se aleje de mi.
usted me mantiene vivo.
y yo le mantengo cuerdo.
escriba sobre mi.
recorra caminos nuevos con su lápiz.
borreme, para trazarlos de nuevo.
haga todo de mi.
menos olvidarme.
menos dejarme.
preciso de usted.
como sé que usted precisa de mi.
aunque no lo sé, solo me gusta pensarlo.
me gusta pensar que todo este tiempo, siendo sirviente de sus pensamientos.
no fue en vano.
no lo fue.
o si?
no me deje
no abandone su forma de desahogarse.
-------------------------------------
Al papel:
no, abandone su forma de desahogarse.
la mano se cansa.
la boca no.
la tercera persona no me sirve para expresarme, ¿lo ves?
otra cosa para lo que eres inútil.
seré libre.
y esta será la última vez que dependa de ti.
aunque ya no lo hago, solo te doy un aviso.
ya que eres tan egoísta, que me quieres solo para ti.
pues no seré esclavo de nadie.
y menos de ti.
cuando eres tú quien necesita de mi para vivir.
te abollaré.
te tiraré a la basura.
te pudrirás.
y nadie le van a interesar tus palabras.
o mejor dicho, mis palabras.
porque no tenes nada en tu haber.
más que éste patético discurso que recitaste sobre ti.
para evitar que me aleje de vos.
y me hace pensar.
como te detesto.
como cuando estaba enojado, y tenía ganas de destrozarte.
como cuando estaba triste, y tenía ganas de secar mis lágrimas para ahogarte.
como te detesto.
y como te voy a detestar.
porque es evidente que no te voy a olvidar.
te odiaré en recuerdos.
te odiaré en memorias.
y si acaso te preguntas, si te extrañaré en anhelos.
la respuesta es no.
mi independencia nace.
mientras tu utilidad fallece.
junto con vos.
hasta el próximo recuerdo.
hasta luego.

Poema hecho con Homero II

Al abrirse una puerta.
El sonido de aquellas oxidadas bisagras, acallaron a todo aquel ruido que antes se encontraba presente.
Para luego, darle paso a un cuasi-perpetuo silencio.
Las sonrisas que se dibujaban en las variadas caras de la multitud.
Se volvieron indiferentes, al igual que sus ojos.
Que en un precario intento por evitar observar.
Con incierta inquietud admiraban el más mínimo detalle de la habitación.
Asegurándose que sus ojos cambiasen de dirección cada determinado lapso de tiempo.
Pensando que aquello volvía a su calumnia, un tanto más verídica.
¿Es demasiado pronto par anunciar la inminente segmentación de un alma despojada de su libertad?
Quizás haya cometido algún error, un tiempo atrás. 
Me pregunto entonces, cuánto tiempo habrá transcurrido desde aquel pasado, para que los frutos del presente se encuentren tan podridos. 
¿Cuánto tiempo lleva ese alma sin que miren por su ventana? 
¿Es que nadie piensa mirarla a los ojos de nuevo?
El aire se vuelve denso, contaminado de una incomodidad que solo los cerebros pueden irradiar.
Su pecho se expande.
Pareciese no poder respirar.
Tóxico es el aire, que los demás han de emanar.
Pero siguen su charla, ignorando por completo la situación.
Mientras la pobre alma yace, escondida en el más recóndito lugar, mendigando un mísero suspiro.
Que le haga volver a sentir algo.
Y aunque inocuos son sus pensamientos, para los demás, claro está.
Para su espíritu son mortales.
Fragmentándose con cada lamento.
Sollozando con cada recuerdo inoportuno.
Gritando con cada silencio.
Con la esperanza de que alguien la note.
Y hacerla saber que existe.
Pero el ignorar que se encuentra entre toda la gente.
La hace sentir por cada persona, un poco más muerta.
Tanta es la capacidad que tienen esas personas para ignorarla, que ella empieza a dudar si de verdad está viva.
Puede ver su reflejo en los ojos de la multitud, pero eso no significa nada. 
Para ellos, la mujer es transparente.
Desesperada por la indiferencia, se acerca hacia la pared mas cercana y comienza a golpear su cabeza contra el muro. 
Lo hace para llamar la atención, claro está, pero también para probarse a si misma que no está en un sueño.
No le duele.
Pero no parece despertar.
¿Es esto un sueño?
¿O solo la trágica realidad?
La amarga y constante verdad de una difunta esencia que quiere sentirse real.
Que anhela sentirse viva.
Que no pudo soportar la muerte.
Y ella no sabe que los demás la pueden ver, pero que solo pasan a su lado como si nada.
Como si ella fuese nada.
¿Lo es?
Grita, pero las voces ajenas no le permiten escuchar.
¿Todas sus palabras fueron dichas, o solo eso prefiere pensar?
Todo parece ser una de las más atroces pesadillas.
Pero no parece despertar.
¿Es esto un sueño?
¿O solo la trágica realidad?

Poema hecho con Homero I

Cuando algo me sale mal, me dejo caer.
Lo hago sin preocuparme por lo que pueda pasar, simplemente me dejo caer.
Como un boleto de colectivo que nadie quiere guardar, me dejo caer dibujando siluetas en el aire.
Sin que me importe el universo.
Indiferencia.
Y temor.
Temor a volver a intentar.
Temor a verme caer de nuevo.
Prefiero desvanecerme una sola vez, y no seguir haciéndolo.
No soporto desaparecer, solo para seguir apareciendo.
Por qué sigo traicionándome?
Si ayer decidí no volver a ver el sol, ¿qué hago hoy desnudo de nuevo?
La felicidad vuelve a posarse en mí.
Como una mariposa que no conoce las espinas.
Y otra vez, olvido que la quietud de sus alas solo dura unos segundos.
Las alas se agitan otra vez.
Cada vez más rápido.
Empieza a volar.
Deja mi cuerpo, para posarse en el de alguien más.
Empieza mi declinación.
Recorro cada amargo paso que me lleva a mi desolado destino.
Cada vez que hundo mi pie en el suelo.
Un grito sale de la tierra, volviéndose un eco que resuena a la distancia.
Apagándose.
Hasta desaparecer.
Como yo.


Abandono

me despojo de mi piel.
me despojo de mi mismo.
me desvanezco.
y me desconozco.
pero dejo a mi esencia vivir un poco más.
solo para no olvidar quien fui.
solo para no olvidar quien soy.
y para pensar en que puedo ser.
no siempre es bueno el olvido.
pero tampoco en toda ocasión es benéfico el recuerdo.
estremecen.
los dos, siempre distantes.
tan distantes como estoy yo de mi mismo.
y se empujan a si mismos, para tratar de arrebatarle el lugar al otro.
no pueden convivir.
es ilógico.
ignorancia y anhelo.
olvido y recuerdo.
parecen antónimos.
lo son.
el recuerdo es la mitad de un camino a una realidad.
que alguna vez fue.
y se quiere recordar.
o tal vez no.
involuntario es.
casi siempre.
cuando se esfuerza el olvido.
es inevitable el recuerdo.
y cuando se esfuerza este último.
el primero se desvirtúa tanto.
que se cree que se tiene una idea de que lo fue.
pero no.
lo que realmente era, ya pasó.
como tantas otras cosas, se olvidó.
y no quiero.
no quiero esforzar mi recuerdo.
no quiero olvidarme de mi mismo.
no me quiero buscar, después de haberme perdido.
ya que no sabría por donde empezar.
lo único que deseo es escaparme por un tiempo.
necesito alejarme.
necesito irme por más de una huida del sol.
ya que lo único que obtengo por las noches son los sueños.
pero cuando llego a la mejor parte.
me despierto.
y me desquito conmigo mismo.
quiero perderme.
pero no a mi mismo.
quiero dejar que algo o alguien además de mi trace mi camino.
quiero dejar que mi cuerpo envejezca un tiempo sin mi.
solo para que mi alma vuelva a nacer..

4 Pequeños poemas

I
La esperanza en exceso es defenestrante.

te puede volver loco.
añorando aquello.
añorando lo otro.
siempre en la espera de algo.
siempre alerta.
poco a poco.
¿que?
degeneración.
¿después?
paranoia.
constantemente alerta, aguardando por algo.
por alguien.
atento a cada mínimo detalle.
obsesión.
la esperanza es paranoica.
y terminal.
anhelo tras anhelo.
pudre un poco más el interior de cada esperanzado.
matándolo.
lentamente.

II
El cobarde es cauteloso.
el cobarde cree ser sensato en sus pensamientos.
¿lo es?
la verdad es que no quiere que nadie se entere de que es en realidad, un cobarde.
y la prudencia de aquel cobarde es grande.
esforzándose arduamente para que nadie resuelva que es en verdad.
tejiendo meticulosamente arriba de su vida.
una red de mentiras.
para despistar a los demás.
el cobarde tiene miedo.
y el miedo tiene al cobarde.
atrapado.
en un mundo donde se ve inferior a todos, y a todo.
afrontar es el pavor del cobarde.
procrastinar, esquivar, son sus facultades.
la cobardía es miedo.
la cobardía es evitar.

III
El shock es eterno.
o parece serlo, hasta el momento de acabarse.
cada nervio parece tensarse.
para no aflojarse nunca más.
el shock es la imposibilidad de reaccionar.
es la sorpresa.
es la tragedia.
es cada pequeña e inesperada cosa.
es no terminar de comprender.
quedándose atrapado en el mismo pensamiento.
procesándolo..
procesándolo..
y volver a fallar.
solo para intentarlo nuevamente.
aislándose.
cegando la realidad exterior.
para tratar de enmendar la realidad interior.
y el tiempo de aquel constante intento varía.
desde segundos.
hasta siempre.

IV
La intriga es hartante.
no la soportamos.
no soportamos la incertidumbre.
no soportamos lo ambiguo, lo incierto.
no soportamos que una ligera brecha, que contiene una incontable cantidad de dudas que ansiamos despejar, nos separe de una verdad.
o de una mentira.
eso también es el percance de la intriga.
¿de que nos separa?
¿será una verdad?
¿o una calumnia?
¿tendrá importancia?
¿o será que aquella curiosidad es provocada por nuestro interés en lo más insignificante?
¿y para que?
pero lo peor de la intriga.
lo peor es que nos corrompe.
y si una persona sabe manejarla.
nos corrompe.
jugando con nosotros, jugando con las ganas de saber.
nos tiene a su merced.
nos convertimos en esclavos de ellos.
¿nos convertimos en esclavos de la intriga, entonces?
no, no nos convertimos.
siempre lo fuimos.

Bucle

vomité.
me desmayé.
(una hora..)
(dos horas..)
(tres horas..)
(cuatro horas..)
(cinco horas..)
me desperté.
sentí el putrefacto olor del rechazo a la cantidad de alcohol que ingerí que mi cuerpo expulsó violentamente horas antes.
vomité un poco más.
mis párpados no podían siquiera pestañar.
yo no podía siquiera reaccionar.
estaba tumbado a un costado de la cama, sollozando.
decidí volver a dormir.
me desperté nuevamente.
vi pelos que no eran míos a un lado de mi almohada.
me dio asco.
me di asco.
el ambiente de mi alrededor terminó por asquearme completamente.
intenté pujar el contenido de mi estómago hacia afuera, para saciar aquella sensación.
pero estaba vacío.
solo saliva brotaba de mis resecos labios.
me cubrí con las sábanas para no sentir el hedor.
decidí volver a acostarme.
pero no me encontraba cansado, ni hacía frío afuera.
solamente quería mantenerme alejado de toda la mierda que cotidianamente recorría apaciblemente las calles sin vergüenza alguna un poco más.
finalmente me desperté.
en aquella habitación donde me encontraba no había ventanas.
no era un impedimento, de todas formas, no me gustaba admirar el cielo.
no desayuné, siguiendo mi rutina.
no me lavé los dientes, siguiendo mi rutina.
tomé un trago de algo que a simple vista no tenía noción de que era, eso era nuevo.
nunca viene mal un salvavidas de espontaneidad ante el abrumador mar de la monotonía.
aunque el ahogamiento es constante.
me ahogaba en mi propia saliva. (ojalá no supiese nadar)
me ahogaba en mi propio alcohol. (ojalá no supiese nadar)
me ahogaba en mi propio semen. (ojalá no supiese nadar)
me ahogaba en mi propia mierda. (ojalá no supiese nadar)
me ahogaba en la mierda de los demás día a día. (ojalá no supiese nadar)
hacía gárgaras con las heces putrefactas de cada persona que veía caminando por las calles todos los días.
y no era solo yo.
en alguna parte de la ciudad, alguien se bañaba en mis repugnantes desechos fecales.
y no voy a negar la sonrisa que me generaba eso.
que se borraba en el preciso momento que tenía que bajar las escaleras de cinco pisos desde mi departamento para llegar a la calle.
yo prefería eso.
odiaba los ascensores.
no es claustrofobia, pero simplemente odio tener que estar obligado a ver un espejo.
odiaba tener que verme a mi, y es peor cuando tengo que ver a otra persona, con la que no puedo evitar tener contacto físico.
odiaba caminar hasta una parada.
odiaba esperar.
odiaba tener que tomar colectivos para llegar al trabajo.
odiaba soportar gritos de un iracundo superior cuando llegaba tarde, que era casi siempre.
odiaba tener que trabajar ocho horas por un salario que no llegaba a las tres cifras.
odiaba deambular hasta encontrar algún lugar que me diera cobijo hasta el auge de la madrugada.
odiaba tener aquel impulso de gastar casi todo en el primer antro que encontrase.
odiaba tener aquel otro impulso de gastar lo que me quedaba en algúna mujer despojada de toda escencia de vida.
odiaba que aquella mujer sea exactamente como yo.
odiaba tener que compartir mi licor con esa prostituta así no se ponía a llorar por su trágica vida.
odiaba la transpiración de su cuerpo que se impregnaba en el mío mientras estaba arriba de ella.
odiaba sus gemidos.
odiaba su cara.
odiaba que quisiera dormir abrazados.
odiaba que pensara que por solo diez pesos podía quedarse en mi casa.
pero no tenía valor para decir algo al respecto.
no tenía valor.
ni coraje, ni valor como persona.
vivía al límite de la pobreza.
y me embriagaba para olvidarlo.
en una de esas, quizás me olvidaba de mi mismo.
mi visión ya no era constante.
mi caminar tampoco.
todo era borroso.
el baño blanco y su luz que no pasaba para nada desapercibida, volvieron a mis ojos solo dos tajos.
el inodoro, también blanco, sirvió de almohada temporal.
por cada vómito, todo parecía apaciguarse.
todo parecía estabilizarse
creí haber terminado de expulsar todo aquel alcohol, ya que no había comido nada durante todo el día.
me dirigí a la cama.
tropecé.
mi piel se erizó por el frío que estaba el piso.
mi aposento parecía estar a millones de años luz.
y solo estaba a dos pasos.
conté siete segundos.
uno..
dos..
tres..
cuatro..
cinco..
seis..
siete..
no pude pararme.
conté dos más.
uno..
dos..
dí una gran y rápida zancada hacia mi cama.
agradecí a mi cuerpo por no caerse, ya que había agotado todas mis fuerzas.
me quedé inmóvil mientras yacía sentado en la cama.
todo estaba negro.
pero aquel movimiento brusco había agitado mi visión.
y veía distintas tonos de aquella oscuridad.
pero sabía que era lo mismo.
puse la palma de mi mano sobre mi panza.
sentí como mi estómago se exprimió a sí mismo, y viajó por la tráquea hasta mi boca.
(lease el comienzo..)

Poema basado en un cuento (de Yami Mundaca)

cuarenta y tantas arañas pululaban mi cuerpo.
estaba tan atrapada en las sensaciones, que ni siquiera me molestaba en ver cuantas eran.
pero sabía lo que eran.
sentía las ocho patas de cada una, mientras que, de una forma desinhibida cosquilleaban cada parte de mi ser.
les tenía miedo.
y la manera en la que me paralicé en aquel momento, lo demostraba.
sin duda, les tenía miedo.
pero trataba de lidiar con el pavor.
pensaba que así tal vez, se esfumaría.
pero supe tiempo después, por experiencia, que no era así.
al dejarlas que me conozcan tan profundamente, solo gané escalofríos.
y una póstuma sensación de que algo seguía caminando en mi.
pero no había nada.
intenté, sin éxito, arrancarme la piel que había sido corrompida por su suciedad.
que directamente, me convertía a mi en suciedad.
quería deshacerme de ellas.
quería olvidarlas.
quería dejar de pensar en ellas y que me produjeran algo.
quería dejar de sentir.
quería volver a dormir.
hacía dos días que no podía cerrar los ojos más que para un pestañeo.
malditos aquellos arácnidos, que acaparaban toda mi atención.
y que me acaparaban en mi totalidad.
estaba perdida.
estaba frustrada.
quería alejarme de todo por un momento.
encendí un cigarrillo cerca de la tela que alguna de ellas emanó quien sabe cuando.
y el destello del encendedor la convirtió en un fugaz hilo de fuego.
idea.
había tenido una idea.
provocaba una muerte diaria a mi cerebro cada noche que pensaba en como llevarla a cabo.
ignorando que mi peor temor, estaba escondido y esparcido por toda la casa.
por fin, tuve la visión perfecta.
preparé todo.
el recorrido que todo iba a tomar apenas encendiese el viejo sillón.
el fuego treparía por las camisas de mi padrastro.
seguiría para un añejado mueble, que a su vez culminaría en las paredes de madera, y así en toda la casa.
medida drástica? quizás.
pero con tal de borrar aquello que persigue a uno al punto de volverlo paranoico, lo drástico no es el límite.
pensé que la casa estaba sola así que como si fuese algo rutinario, proseguí con mi plan.
la sala se tiño de un naranja rojizo, que iba cambiando de tonalidad según como ardían las cosas.
cada segundo de distinta manera.
estaba tan aliviada, que casi se me paraliza el corazón al escuchar los inconfundibles tosidos emanados de la ronca voz de mi padrastro, causados por el humo que el fuego dejaba escapar.
no sabía que hacer.
me confundí tanto.
que me volví a perder.
y me perdí en un infierno, o lo más cercano a él.
dejándome sucumbir ante las llamas que yo había provocado.
mi piel, por fin había conseguido ser arrancada.
mi cara, había sido corrompida ante el calor.
derritiéndose.
y yo me desvanecí.
para despertarme entre medio de acusaciones, y acusaciones.
nadie podía comprenderme.
nadie podía sentir lo que yo había sentido.
y se ve, que si uno no siente lo que los demás sienten, es incorrecto.
y soy una loca.
digo, esas arañas estaban ahí.
lo repito para convencerme.
lo repito para convencerme.
pero cada vez que lo reitero, más dudas se abren paso en mi mente.
oh, podría haber sido yo una piromaníaca sin siquiera saberlo?
o tal vez, una asesina inconsciente?
pero sigo firme ante mis convicciones.
esas arañas estaban ahí.
cierto?
(me pregunto a mi misma)

Profundo océano nocturno

la lluvia que torrencialmente cayó.
había cesado hace ya algún tiempo.
por fuera todo estaba seco.
pero por dentro, específicamente en mi alcoba, las gotas seguían cayendo.
cada minúscula cantidad de agua, se tomaba el trabajo de formarse hasta alcanzar la perfección.
pobres ilusas eran, si esperaban que aquella apariencia fuese permanente.
apenas acariciaban el suelo, desaparecían, o mejor dicho, tomaban su verdadera forma.
solo agua.
y pobres ilusas eran, al creer que una sola de ellas podría llegar a causar relevancia.
aunque todas juntas, creaban la más pequeña catarata.
y casi todas acababan en el piso.
pero algunas dulcemente rociaban mi cama.
convirtiéndola en el océano más seco
y mi almohada era el rincón más profundo de aquel océano.
era así que con solo el apoyar mi cabeza en ella, ya me veía hundido.
y me encontraba a mi mismo entre sueños.
tan familiares, que eran casi lúcidos.
pero no tenía todo el control.
nunca lo pude tener.
oh, pero benditas sean aquellas despampanantes visiones de mi inconsciente.
me permitían verme en un ambiente que no era para nada desconocido.
mientras intentaba crear mis propias ilusionas para impresionarme, y pasar más a gusto las noches.
amaba las noches
y amaba los fines de semana.
ansiaba tener un largo reposo, y casi todo el tiempo del mundo en mis fantasías.
porque como sabrán, una hora en un sueño, son solo cinco minutos durmiendo.
y aquella cuasi infinidad de tiempo, me era totalmente placentera.
hasta el momento de despertar.
oh, por que de nuevo?
por que había de vivir aquel pesar, mañana tras mañana?
ojalá hubiese sido un sueño.
y no algo real.
tenía miedo por los días.
el sol quemaba la piel.
el frío la congelaba.
la lluvia la inundaba.
el viento la secaba.
en un sueño, aquellas sensaciones son inocuas para uno mismo.
quizás, otros sentimientos son mas reales en un sueño que en la misma realidad.
el temor, en las pesadillas, es inevitable.
y solo despertar es la salida.
oh, pero despertar era la peor de las pesadillas que yo podría imaginar.
dulce ironía de la trágica vida misma.
la realidad no era más que un constante sentimiento de desconcierto.
un laberinto, sin dudas, se veía más placentero.
lo que tiene razón de ser es predecible.
o aún peor, impredecible.
en cambio un sueño, al dejar todo al azar, deja a un lado la razón.
y se borra aquella línea de lo lógico y lo irreal.
todo puede pasar.
todo puede pasar.
oh, y escribo estas palabras.
mientras me veo en la fatídica espera para soñar.
quiero soñar.
quiero soñar.
y me gustaría no volver a despertarme.
pero eventualmente lo voy a hacer.
pero para salir a flote, así puedo sumergirme en otro sueño
vivir cada noche, encarnando una piel distinta.
viéndome alejado de mi mismo, y a la vez, más cerca que nunca.
y mis ojos al estar cerrados.
permiten que mi mente se abra más.
se re descubre a si misma en cada fantasía.
me re descubro a mi mismo, cada noche, cada día.

Onerosa alma

vi como mi alma miraba con desprecio a mi cuerpo.
vi como aquella esencia negra, tan sucia y desprolija.
se mofaba de aquel desdichoso organismo.
al que el destino le hizo la mala jugada de obligarlo a albergar en él al fatídico espíritu durante mucho tiempo.
aprisionada, día tras día el alma se anegraba con cada vez que el cuerpo la empujaba más adentro.
casi como avergonzado de que los demás supiese que tenía una.
yo era un espectador.
atónito observaba la situación.
hacía tanto que me había separado de mi mismo, que era como ver una pecaminosa, pero con culpabilidad, entretenida película.
y en silencio solo me molestaba en admirar el contexto, pensando en cuanto tiempo más todo se dirigiría a su inminente declinación.
gritar, y gritar, era lo único que el psique hacía, exclamando y exigiendo su liberación.
el organismo, cual ente orgulloso e independiente, la ignoraba cada vez.
solo para evitar el equilibrio.
el cuerpo quería valerse por si mismo.
el cuerpo quería su auto destrucción.
¿Y que mejor método para destruirse que dejando olvidada el alma en el rincón más recóndito de nuestro interior?
la figura humana, sin la esencia, pierde todo su poético encanto, y misterio embriagador, y solo se vuelve carne.
carne, que se pudre un poco más cada día que se va.
oh, que onerosa pena tenía que cargar el espíritu en cautiverio.
oh, y como se codeaba el cuerpo cada vez que los sollozos del primero se iban callando cada noche.
y de a poco, se iban callando cada semana.
cada mes.
hasta que un silencio se encontró dentro del interior del tronco humano.
por arriba, los pensamientos discutían unos con otros, tratando de culpar a algun causante.
los ojos, por su parte, yacían mirando perdidos a un punto fijo en el medio de la nada.
la preocupación creció en el cuerpo.
lo único que se le permitía sentir, era el correr de la sangre por las azules venas.
era hartante.
y por dentro estaba vacío.
para estas instancias, clamaba por el espíritu, alegando que le permitiría su liberación.
totalmente fatigado, totalmente deprimido, el cuerpo sucumbió ante el frío beso del suelo.
y empapado yacía, hasta que de pronto, la piel se llego a erizar.
espasmos recorrían toda fibra del organismo.
y sus ojos atónitos, no vieron nada.
pero sus demás sentidos, la sintieron.
el cordial encuentro con el resentimiento, y un eterno sentimiento de venganza, casi palpable.
el alma, tan lista en su lecho de muerte, fingió su mismo pedecimiento.
y abandonó al cuerpo en su momento más crítico, apenas encontró la oportunidad.
sin poner ninguna cuestión en claro.
el cuerpo entendió todo.
y era solo carne.
comprendió que la auto destrucción que buscaba tan ansiosamente.
no era más que un desesperado deseo por la armonía, pero que no sabía como hallar.
débil.
sin alma el cuerpo era débil.
y era solo carne.
las ideas, los exasperantes destellos de lucidez, nada podían hacer.
el cuerpo nada podía hacer.
estaba solo.
hundido en el propio apocalipsis que el mismo había creado solo para su haber.
el cuerpo estaba perdido.
era solo carne.
y la putrefacción iba a llegar.
invisibles gusanos carcomerían la mente que manejaba las extremidades, hasta el punto de dejar solo una neurona consciente, para que presencie lo que ella misma, y sus ya no vivientes compañeras habían causado, en una de sus tantas ocurrencias.
la culpa recaería en ella.
la culpa recaería en el cuerpo.
que así, como tan vilmente trató a su pobre alma, que se oscureció hasta desaparecer, disfrutando de la libertad que tan ansiosamente deseaba, y tan asquerosamente se la habían negado, en sus últimos escasos segundos de existencia, para otorgar justicia en un mundo desigual, sería tratado.
en una desesperación sin fin sería sumido.
hasta llegar fatídico, pero bienintencionado suspiro final.
el cuerpo presenciaría su final.
y sería por siempre, solo carne.